Vanidad [el pecado de Trump] pero [con la complicidad del PNP]

Agenda Caribeña
Typography
  • Smaller Small Medium Big Bigger
  • Default Helvetica Segoe Georgia Times

        El mes pasado   el periódico The New York Times publicó unos reportajes en torno a las planillas de contribuciones sobre ingresos del Presidente Donald J. Trump.  La investigación corresponde a las planillas de contribuciones federales  de él para los años 2000 al 2017.  De las revelaciones de los reportajes surge  que Trump, que se autodenomina como un billonario y como uno de los más exitosos hombres de negocios de los Estados Unidos,  no pagó contribuciones sobre ingresos en la mayoría de las planillas estudiadas,  y que en  los años 2016 y 2017  pagó la suma de $750.00.

         Al rendir las planillas de contribuciones sobre ingresos, los ciudadanos tienen el derecho de deducir ciertos gastos, como sumas de dinero que las personas tienen que pagar  para poder devengar sus ingresos. A manera de ejemplo, un mecánico podría deducir los gastos de energía eléctrica de su taller y la compra de materiales y herramientas.   En lo que a esos gastos respecta, como parte de la investigación,  los reporteros del New York Times  descubrieron que Trump dedujo  la suma de $70,000.00 como gastos para el recorte de su pelo durante los años contributivos 2004, 2005 y 2006.  Dicha suma equivale a $63.93 al día durante los tres años o $447.49 a la semana o $1,917.90 al mes  ¿Cuántas personas gastan esa suma de dinero al mes en  una barbería o   un salón de belleza? Peor aún, tomemos nota del salario mínimo que se tiene que pagar en el sector privado a los empleados. El mismo es de $7.25 por hora. Eso equivale a la suma de $58.00 al día para una jornada de ocho horas de trabajo antes de las deducciones contributivas. Al mes eso equivale aproximadamente a $1,256.66 al mes. 

          ¿Será posible gastar las sumas que Trump reclama como deducción  para  el corte y peinado de su  pelo? ¿Cuánto tiempo habrá que invertir a diario o semanalmente para mantener ese  pelo y empleando a cuántas personas y con qué productos de lavado, acondicionamiento y tinte, si se lo pinta? ¿Qué relación  tiene ese gasto con los ingresos de Trump? ¿Será ese gasto  un acto de vanidad o una forma de defraudar el gobierno al llenar y someter sus planillas?         

        Y aquí en Puerto Rico, los líderes locales republicanos (Thomas Rivera Schatz, Johnny Méndez, Jennifer González, la Gobernadora Wanda Vázquez,  etc..),  que nunca han denunciado los desmanes políticos,  racistas e ilegales de Trump, ¿habrán de denunciar esa conducta contributiva? Guardan silencio o le ríen las gracias. Ni si quiera reconocen la forma en que ese hombre, tal y como lo revela su forma de proceder, no actúa como un servidor público en interés del pueblo en general. Todo es él y para él. Así  lo demostró en su salida del hospital ante la enfermedad que tiene que es  altamente infecciosa, como así se lo reconoció al escritor y periodista Bob Woodward en sus conversaciones grabadas del mes de febrero pasado. No solamente salió del hospital,  y según las autoridades médicas  y científicas antes de tiempo, pero lo hizo como parte de un ritual político desfilando ante las cámaras de televisión desde que se bajó del helicóptero hasta que llegó a las escaleras de la Casa Blanca. El ritual continuó al  subir las escaleras  hasta llegar a las puertas de entrada de la mansión ejecutiva. Allí se para de frente,  y ante las cámaras se quita la mascarilla requerida por la salud pública, cívica y personal,  posando sin humildad alguna, como si él y sus circunstancias fueran la gran cosa, para después entrar al edificio sin la mascarilla,  exponiendo al peligro a todo a quien se encuentre a su paso.  

          Ni ante eso el referido liderato puertorriqueño se expresa, o no lo hará  como nunca lo ha  hecho por la misma vanidad, por miedo,  por hipocresías.  ¿Y la gobernadora Wanda  Vázquez Garced? En Florida haciendo campaña por él,  y diciendo a la prensa ante preguntas que en cuanto al incidente de Trump tirando rollos de papel toalla en Puerto Rico después del Huracán María,  hay que pasar esa página, como si el incidente hubiera sido un evento  de poca monta en un libro de historia.

          Como dijera Al Pacino al final de la película, “El abogado del diablo” : “La vanidad, definitivamente mi pecado favorito”. (The Deviĺs Advocate, “Vanity, definitely my favorite sin.”)