Manos al teclado, ojos a la pantalla: reflexiones sobre la educación remota

Cultura

A mis colegas docentes                                                                                                              

(San Juan, 9:00 a.m.) En el mes de mayo pasado publiqué en este mismo medio un artículo que titulé Detrás de la pantalla, en el que compartí los comentarios de mis alumnos de primer y segundo año universitario sobre su experiencia al tomar clases de forma virtual.  De sus comentarios deduje que existe una falta de equidad tecnológica que determina el éxito y el aprovechamiento en sus estudios universitarios y pude conocer las dificultades que habían tenido para poderse adaptar a esta nueva modalidad educativa.

Hoy quiero compartir la versión de los docentes respecto a la enseñanza virtual.  Cuáles han sido sus mayores dificultades y también lo que más han disfrutado.  Algunos docentes de nivel universitario y de educación secundaria de Puerto Rico y Estados Unidos compartieron su experiencia conmigo. Resumo algunos de sus comentarios:

  1. Todos los profesores coincidieron en la dificultad de lograr en sus cursos virtuales el intercambio y la discusión de ideas de la misma forma que se lleva a cabo de forma presencial. Hay una gran resistencia por parte de los alumnos a la hora de encender la cámara o el micrófono para compartir sus opiniones, dudas o comentarios. En ocasiones el docente incluso tiene la duda de si estará hablando solo frente a la pantalla de la computadora. Uno de mis colegas mencionó que, aunque a veces los alumnos participan en sus clases, al hacerlo de forma individual se pierde el sentido de colectividad tan importante en el desarrollo y la adquisición de conocimiento.
  • La integración en los cursos de distintos recursos tecnológicos como videos o simulaciones, para comunicar y compartir el conocimiento con los alumnos es uno de los aspectos de la educación virtual que más atrae a los docentes y el que más hemos disfrutado de esta modalidad de enseñanza.
  • Al igual que los alumnos, muchos facultativos experimentamos problemas de conexión en algunos momentos lo que entorpece el proceso educativo y da lugar a frustración ya que el tiempo invertido en las tareas académicas en muchas ocasiones se multiplica.
  • Los docentes del área de ciencias coinciden en que lo más difícil para ellos ha sido proveer a los alumnos la experiencia práctica de los laboratorios.
  • El número mayor de estudiantes en las secciones dificulta mucho la interacción con los alumnos. Los docentes que tuvieron una mayor participación de los estudiantes y se sintieron más satisfechos con la experiencia educativa en general fueron aquellos cuyas secciones tienen quince estudiantes o menos.
  • Algunos docentes mencionaron que han aprendido a ser más pacientes y más humanos con los estudiantes. Todos, alumnos y profesores, hemos tenido que educarnos en este proceso y nos hemos convertido en aprendices de una nueva modalidad educativa.
  • “Caminar por los pasillos vacíos, duele” son palabras de una colega que este semestre ha estado yendo a la universidad a ofrecer sus clases. Las conversaciones y el diálogo entre los colegas se echan mucho de menos también.
  • Uno de los comentarios que han estado haciendo los docentes alrededor del mundo desde que comenzó la pandemia es la cantidad de horas que estamos invirtiendo en esta modalidad educativa. El profesor y escritor Daniel Torres compartió conmigo unas notas sobre su experiencia impartiendo clases en línea que explican una de las razones por las cuales el tiempo de trabajo se ha elevado exponencialmente: “se siente la sensación de nunca terminar de dar clases, de no poder cerrar la puerta de la oficina para trabajar en la investigación porque MT se ha convertido en una vía de acceso directo que puede obsesionar a un profesor 24/7. El detalle es aprender a cerrar la computadora y desconectarse una vez acaben las clases y las horas de consulta como en el tiempo real, pero esa es una de las lecciones más difíciles de aprender cuando el entusiasmo por la docencia es el corazón que mueve y palpita en nosotros y no queremos dejar a nuestros alumnos desamparados. Es aquello que se llamaba “vocación” y por lo que estamos en esta ardua y bendita carrera.” Quizás la dificultad de cerrar el salón simbólicamente sea una consecuencia también de que nuestro espacio privado, nuestro hogar, se ha convertido en público al transformarlo en un aula educativa.
  • Sin duda alguna los facultativos hemos hecho un gran esfuerzo para adaptarnos a esta nueva modalidad educativa, muchos de nosotros hemos tenido que aprender de forma acelerada las nuevas tecnologías para poder continuar con el proceso educativo y participar en un sin número de talleres y webinarios para sentirnos más cómodos en las distintas plataformas que utilizamos. Sabemos también que somos privilegiados porque hemos podido continuar trabajando desde nuestro hogar en esta época de pandemia, otros trabajadores no han sido tan afortunados como nosotros. Sin embargo, tenemos que estar conscientes y reconocer la cantidad de horas de trabajo que hemos estado invirtiendo en los últimos siete meses y cómo esto ha afectado también nuestra vida privada y familiar y a algunos su salud tanto mental como física. Un número elevado de colegas se han acogido este semestre a una jubilación temprana debido a las dificultades que encontraron de marzo a junio pasado.

    Somos aprendices también en la forma en que nos relacionamos con los estudiantes a través de la modalidad virtual. Creo que la mayoría de nosotros estamos tan preocupados porque los alumnos no se sientan solos en el proceso educativo que estamos demasiado tiempo conectados al salón virtual y como dice el profesor Torres tenemos que aprender a cerrar la puerta del aula para poder dedicarnos a otras tareas académicas necesarias y parte fundamental de nuestro trabajo docente: leer, investigar, escribir, reflexionar y claro disfrutar también de la vida privada. En mi caso por ejemplo, en las ocho semanas de clase que llevamos en el semestre académico hasta el momento, además de reunir a mis clases de forma sincrónica, preparar material, exámenes, tareas, foros y corregir he enviado 172 mensajes a mis alumnos desde la plataforma sin contar los mensajes enviados desde el correo institucional.

    La educación es un proceso social y creo que la interacción muestra una cierta fragilidad en los contextos virtuales a pesar de que los docentes tratemos de fomentar el uso de foros, y otras herramientas que favorecen el intercambio intelectual. Las modalidades educativas presencial y virtual tienen ventajas y desventajas y ambas se pueden complementar muy bien. Sin embargo, después de estos meses impartiendo clase de forma virtual creo que esta modalidad no es para todos. Esta forma de aprendizaje requiere más responsabilidad y disciplina por parte del alumno y una cierta madurez que le permita trabajar por su cuenta. Tiene también muchas ventajas como por ejemplo la accesibilidad a la educación en áreas alejadas de las instituciones educativas o la optimización de tiempo y dinero ya que elimina los desplazamientos y viajes a los centros educativos.  Ojalá que pronto podamos tanto los docentes como los alumnos elegir qué modalidad se ajusta más a nuestras necesidades y formas de aprender y enseñar. Mientras tanto seguiremos tratando de conseguir que la modalidad virtual sea lo más completa e integral posible.

    Aunque hemos aprendido mucho en estos últimos meses, la gran mayoría de nosotros al igual que la mayoría de nuestros alumnos esperamos con mucha ilusión el regreso al salón de clase y poder ver a través del lenguaje corporal las reacciones de nuestros estudiantes y no sentirnos tan solos como nos sentimos en muchas ocasiones en esta modalidad educativa.