(San Juan, 10:00 a.m.) En el día de ayer llevaron ante la justicia a Jay O’Neill González, el presunto asesino de Rosimar Rodríguez. Esto se remonta a los hechos del secuestro y desaparición de la joven el pasado 17 de septiembre de 2020. Horrible fue la muerte de ella. Horrible ha sido ver a un joven, de la misma edad de ella, acusado de haberla asesinado.
Contrario a término, no puedo celebrar que dos jóvenes de apenas 20 años san marginados del desarrollo social de la nación boricua. Para Rosimar Rodríguez no hay futuro. Este fue tronchado por su asesino. Para Jay O’Neill González, tampoco hay futuro. Este fue tronchado por su acto, y lo que le quede de vida, lamentablemente será desde la distancia, en lo que podría ser una cadena perpetua de 99 años. Por lo tanto, es un asunto sumamente lamentable.
Lo que si creo que habría que pensar es porque un joven de 20 año decide asesinar a otra joven de igual edad. Es decir, se trata de un joven que opera dentro de la ideología y cultura machista, donde la vida del otro u otra es desechable.
Ante el cuadro que representa O’Neill González, lo mínimo que uno puede solicitar es programas de prevención y educación que transformen la cultura machista. Lo otro es administrar asesinos y garantizarles el debido proceso de ley y una larga estadía en presidio. Pero el proyecto de país al cual aspiramos no debe de apostar a eso. No debe. Debe apostar a que mujeres como Rosimar Rodríguez, y hombres como Jay O’Neill González, mueran de vejez. Pensemos.