Identidad lejana

Voces Emergentes

Yo lo veía fajao, en la cafetería, contestando el largo examen que la misi de la clase de español nos había dado para llevar. La educación debería ser como en Finlandia sin notas. Me pregunto si contarán la asistencia para aprobar las materias… Me propuse seducir al nerdo. Le haría un show de niña sufrida, pero sexy. Mi plan se iba concretando. Me gané la oportunidad de que me prestara su pen drive. Copié sus respuestas y para que el buscador de plagio no me arrojara a mí como la que se copió el 100 porciento del examen, dañé el dispositivo, colocándolo por breves minutos en la estufa.

Dudé. Yo había visto esto antes. No recordaba la identidad de su autor. Decidí parar de corregir y salí en busca de un café y allí estaba mi estudiante fajón, desesperado porque no podía subir sus respuestas. Por alguna razón, su trabajo no se pegaba por completo y se corrompía. Me miró desconcertado. Me senté a su lado hasta que, parte por parte, logramos subirlo todo.

¡Oye, Fulana, gracias! Muchas gracias. La vida es maravillosa y yo te traje un regalito. Ábrelo.

Ella lo abrazaba con asco. Él se despegaba negando su beso maloliente. Adentro del empaque encontró una caja de cerillos y el pen drive inservible. Cuando levantó los ojos, vio que él se despedía mientras murmuraba algo que había oído muchas, pero que muchas veces en su vida.