Adiós a Juan Torruella, patriota [a su estilo] boricua [de corazón] y amigo

Cultura

(San Juan, 11:00 a.m.) Fue el único natural de Puerto Rico en ocupar un cargo judicial tan alto. Llegó a presidir el tribunal como juez presidente. Antes de 1984, sirvió como juez en el Tribunal de Estados Unidos de Puerto Rico, donde también fue por un tiempo juez presidente.

Sus opiniones, discursos y libros mostraban un hombre de convicciones independientes. Torruella toda la vida era estadista, pero eso no solía interferir con su actuación como juez; las cantaba como las veía. Irónicamente, sus decisiones más controversiales las escribió este año, una de ella determinó que era inconstitucional la manera en que se seleccionaron los miembros de la Junta de Supervición Fiscal, un ente regulador del presupuesto de Puerto Rico. 

La segunda, que aguarda una apelación al Tribunal Supremo federal, determinó que los beneficios del Seguro Social Suplementario, dirigido a los más necesitados, no desaparecen cuando un residente de un estado se muda a Puerto Rico. unos años atrás, se le adelantó al  Tribunal Supremo federal cuando decidió que era inconstitucional una ley del estado de New Hampshire, que limitaba para efectos de beneficios gubernamentales, los derechos de las parejas del mismo sexo. La decisión fue revocada por el máximo tribunal de los Estados Unidos, y no fue hasta años después que el Supremo federal avaló constitucionalmente los matrimonios de parejas del mismo sexo.

Torruella llamó la atención en los jornales legales, entre ellos el Harvard Law Review y la revista jurídica  de la Universidad de Yale. En sus discursos no temía ser controvertible. Una vez sentenció que la “Guerra contra las Drogas” había sido totalmente inefectiva, dejando entrever que el tratamiento médico de los adictos a narcóticos era preferible a la acción punitiva.

Billó, como se le decían sus amigos, al momento de su muerte todavía era un miembro activo a tarea completa de Tribunal de Apelaciones federal. Nunca considero retirarse e irse para su casa o aceptar una  carga menor de casos. Esto era anatema para un hombre que toda la vida trabajó mucho y con ahinco.

El jurista era graduado de la prestigiosa Wharton  School of Business de la Universidad de Pennsylvania. Estudio leyes en la Universidad de Boston. Poseía además una Maestría en Derecho de la Universidad de Virginia, una maestría de la escuela de Administración  Pública de la Universidad de Puerto Rico, donde también se desempeñó como  profesor invitado.

Ya entrado en edad empacó las maletas y se fue a la Universidad de Oxford donde obtuvo un doctorado en historia.

El juez era un deportista destacado que participó como velerista en cuatro Olimpiadas, y en juegos Centroamericanos y del Caribe ganó varias preseas. El mar era su pasión; dos veces cruzó el Atlántico en su velero y una vez condujo su nave hasta Tierra del Fuego.

Pocos saben esto, pero también pintaba y tocaba la guitarra. Fue nuestra versión del hombre renacentista. Que Dios lo tenga en la gloria.