Trump perdió, pero… [tres meses de insolencia aun nos quedan]

Justicia Social

(San Juan, 10:00 a.m.) En algún momento antes que nos diésemos cuenta de que el Coronavirus le puede despojar la vida a cualquiera, estaba sentado en una mesa de un restaurante con par de compatriotas que estaban coléricos con los grupos de izquierda norteamericanos.

Nunca mencionaron al Ku Klux Klan ni a los Neo-Nazis, por no incluir a los que privilegian las armas semiautomáticas y los semi- locos que son propensos a creer en las teorías de conspiración. Par de cosas en común tenían estos grupos, por una parte, el odio a los latinos y otras minorías, y por otra parte, su convicción de que Trump es el Mesias.

 No importa lo burdo que es este señor Trump, es muy astuto. El hombre se dio cuenta de quienes son sus constituyentes.  Por si acaso, la mayor parte de sus votantes no son estas caricaturas, lo extraño es que tanta gente vota con el. El día siguiente al que un loco de ultraderecha arremetió con su carro a una multitud que protestaba contra Trump, matando a  una mujer. Trump apenas emitió una opinión sobre este acto salvaje. Para Trump fue obligatorio no criticar a un Neo-Nazi. ?Sera que no quería ofender a la ultra-derecha porque su agenda se basa en el odio?

Lo que paso esa tarde en el restaurant es que estos dos boricuas, cuyo inglés es lo que llamamos los puertorriqueños “goleta”, estaban defendiendo a Trump con pasión. No se les ocurría que si los tiran en el suelo de Kentucky, es probable que no sean bienvenidos.

Argumentaban que un issue de suma importancia es detener a los inmigrantes latinos que tratan de cruzar la frontera con los Estados Unidos. No! “No se puede permitir que entren estos indocumentados al suelo norteamericano”. Una vez más Trump el muy sagaz, tenía a dos personas más vociferando contra los indocumentados. Me di cuenta entonces que Trump había triunfado con su discurso torcido.

Estos dos amigos no caían en cuenta de que el discurso de Trump dictaba la agenda de discusión de los Estados Unidos incluyendo la de dos pobres diablos de San Juan, una colonia norteamericana. No se daban dado cuenta, de que nosotros somos latinoamericanos también. En la prédica de Trump, todos los latinos somos objetos de odio, sea porque hablamos español o que muchos de nosotros tienen un tintecitilo que nos identifica sobremanera. Si esta discusión ocurre en Puerto Rico, donde ni siquiera votamos para elegir un presidente ni tenemos una representación verdadera en Washington D.C., imagínense las discusiones que se dan en Mobile, Alabama, Jackson, Mississippi o en cualquier barra en el Midwest. Si lo pensamos bien, el racismo está entronizado en los  Estados Unidos. Periodos de repudio a los inmigrantes han surgido a través de la historia de esta nación,

Pero aquí ni nos damos cuenta de que hablamos un inglés goleta y que muchos, como yo, tenemos un tinte que suscita rechazó en el Norte.

Escuché en la radio a un exfuncionario de la oficina de Asuntos Federales en Washington, llamado Alfonso Aguilar, un derechista feroz, pronunciando que el estaba con Trump ya que ese racista adultero era “el candidato de los valores”. Al escucharlo comencé a toser tan fuertemente que pensé por un momento que iba a caer desmayado al suelo .

También, para acentuar lo ridículo de los seguidores de Trump en Puerto Rico, hay que pensar en la ex-legisladora Miriam Ramírez, una reaccionaria republicana, Hace dos semanas organizo una manifestación pro-Trump en la zona metropolitana de San Juan. Lo que me chocó es que había un buen número de carros en caravana proclamando con sendas banderas al dúo de Trump/Pence. Ramírez se dio a la tarea de contratar una firma privada de seguridad para proteger a esta caravana de energúmenos. Estos vaqueros modernos se presentaron con armas a la AK-47, y se fotografiaron frente a una gigante bandera de los Estados Unidos, mostrándolas sin pudor. Busque esta foto, esta  en el Web.

Por mi parte, doy gracias a que este patan de Trump lo sacaron a patadas del templo que es La Casa Blanca.

Perdió las elecciones pero todavía le restan casi tres meses para largarse a jugar golf por el resto de su vida. Vamos a ver que daño hace Trump en estos tres meses.