Navegando el 2020 – un año de incertidumbres

Caribe Hoy

Desde principios de años nos subsumió la vorágine de la incertidumbre que nos trajo la pandemia del coronavirus.  Ese estado de incertidumbre nos ha creado falta de seguridad, confianza o certeza en todo nuestro entorno básico.  Ante un evento de tal magnitud, que nos toma por sorpresa a todos en el globo terráqueo y nos detiene, es natural sentir desconcierto.

De repente está en jaque todo nuestro mundo y nuestros sistemas tal como los conocíamos. Está en riesgo nuestra salud, nuestros empleos, la capacidad de generar sustento y alimentación, la educación, la socialización y la pura cotidianidad de la vida.  Esta situación puede convertirse en una abrumadora no solo para algunos sino para todos.  Sin embargo, es preciso aprender a manejarnos ante las incertidumbres de la vida.

Primeramente, es importante reconocer que la incertidumbre es una parte integral de la vida misma. “En la vida todo es ir a lo que el tiempo deshace, Sabe el hombre donde nace y no donde va a morir”, nos dicen en su poesía Juan Antonio Corretjer. En ese mismo pensamiento, ni siquiera sabemos si vamos a nacer.  Hasta el nacimiento, de por sí, es un evento incierto. Sin embargo, una vez se nace, sabemos que parte de la evolución de la vida implica morir. Entonces, en el transcurso de la vida, aunque tenemos la certeza de que moriremos, hay incertidumbre de cómo, cuándo y dónde.

Teniendo conciencia de que vivir la vida conlleva navegar en océanos de incertidumbre, el truco está en aprender a navegarla.  Algunas herramientas para ser un mejor capitán o capitana de esos mares es ubicarse en el momento presente, en el aquí y el ahora para manejar las situaciones con una perspectiva inmediata. Es importante hacer un inventario de las fortalezas, oportunidades, debilidades, y amenazas que tenemos como personas y en nuestro entorno.

Con nuestro inventario en mano, es preciso evaluar y ponderar nuestras posibilidades. Es importante, como se dice popularmente “mirar fuera de la caja”, considerar distintas alternativas.  ¿Qué cosas nuevas puedo hacer y puedo crear para mantenerme saludable física, mental y espiritualmente? Preguntarnos, ¿qué cosas dependen de uno? ¿Puedo hacer algo? Si contesto que puedo, entonces debo hacer lo que esté dentro de mis posibilidades reales.  Pensar en hacer cosas inalcanzables solo nos puede llenar de frustraciones. Para mirar fuera de la caja, la mejor perspectiva es observar y reflexionar sobre la situación desde la distancia.  Pensemos en que somos espectadores de una película.  A veces al despegarnos de la situación, la visión y el pensamiento se aclaran.

Una vez tengamos la perspectiva del cuadro, es importante hacer planes a corto, mediano y largo plazo; pero sabiendo que nada debe estar escrito en piedra.  La vida implica crecimiento, el crecimiento implica movimiento, el movimiento implica desplazamiento y el desplazamiento implica cambio. Los cambios son importantes para crecer y evolucionar. La vida no es estática, es fluida.  Así mismo deben ser nuestros planes, debemos tener cierta estructura, pero siempre permitir que sea una suficientemente flexible para evitar encajonarnos en situaciones incómodas que luego resulten en frustraciones mayores. Es como construir un edificio rígido, sin suficiente elasticidad o uno diseñado que permita movimiento con los vaivenes de la tierra. ¿Cuál de las dos edificaciones tiene posibilidad de resistir a un terremoto, el rígido o el más flexible? La contestación es obvia, el más flexible.  Al evaluar un plan de vida, debemos permitirnos flexibilidad para que las incertidumbres de la vida, que nos van a golpear, no nos desplomen. Aunque sintamos el embate de los vientos, la idea es que, en lo primario, en la base, en lo fundamental, podamos mantenernos y subsistir. El filósofo chino, Confucio decía que, si los problemas tenían solución, entonces para que preocuparse; y si no la tenían, para que seguir preocupándose.

Por último, pero con igual importancia, para ser un buen capitán en el océano de las incertidumbres de la vida, hay que tocar base con nuestra espiritualidad, de la forma en que la llevemos o practiquemos.  Pero dentro de esos actos espirituales, es fundamental el agradecer.  Cuando, en vez de quejarse y verlo todo con miradas negativas, uno agradece lo que tiene, uno insufla energía divina y creadora al espíritu. En ese proceso de agradecer las pequeñas cosas que nos da la vida, no solo se reciben afirmaciones positivas de uno hacia uno mismo; sino que, se transforma la visión de otros hacia uno. De modo que el reto de ser un buen capitán de nuestras vidas es aprender a abrazar las incertidumbres para lograr aplacarlas. Adelante, siempre adelante y, aunque despacio, andemos en paso firme hacia adelante.