¿Se acabó el bipartidismo en Puerto Rico o mutó?

Economia Solidaria

(San Juan, 12:00 p.m.) El resultado de las recientes elecciones ha provocado un sentimiento general de alegría y esperanza. Sentimiento que surge del aparente deterioro del bipartidismo y el crecimiento de fuerzas y movimientos alternativos, entendiendo por esto como aquellos partidos y movimientos distintos a los dos partidos principales y con programas o propuestas de gobierno y contenido social diferentes. Pero la esperanza no surge por el mero hecho del crecimiento de esos movimientos alternativos, sino por la expectativa de cambio en los estilos de gobernanza. De modo que se espera, entre otras cosas, un mejoramiento en los estilos políticos, así como la baja en la corrupción, y la aprobación de legislación a favor del país y no de unos pocos bolsillos.  Así pues, se habla del “mensaje” del pueblo a quienes tradicionalmente han ostentado el poder, entiéndase los partidos PPD y PNP.

Hemos escuchado voces de ambos de estos partidos principales en acto de constricción, por el cual reconocen que deben “reflexionar” dentro de sus colectividades, y “escuchar” el mensaje para hacer los “ajustes” pertinentes en los estilos de hacer política, en aras de fortalecer sus partidos para las próximas elecciones. El discurso es más o menos el mismo de parte de ambos y de igual contenido superfluo. Y digo superfluo porque a ninguno he escuchado decir que esa reflexión conlleve apartarse de sus políticas neoliberales, desistir de la contratación a los amigos del alma, reevaluar su posición sobre la privatización de servicios públicos o la defensa del medio ambiente; tampoco hablan sobre la defensa de las pensiones, o sobre proyectos diferentes de salud, educación, equidad de género o justicia social. Mucho menos sobre la auditoria de la deuda pública. Sobre esos temas cabalgaron los movimientos alternativos para llegar donde llegaron. El “mensaje” claramente no fue el mero rechazo al bipartidismo.

La idea de la “reflexión” de estos partidos principales va dirigida a ver cómo logran obtener nuevamente la hegemonía, no para ajustar su filosofía de la res publica. No van a hacer alianzas a no ser que no tengan otro remedio. Para muestra un botón basta: ya se están repartiendo los puestos directivos del Senado y la Cámara, sin contar con nadie externo a sus colectividades, ya sea porque sienten que tienen la mayoría, o por sus expectativas de lograrlo. De no tenerlas, entonces hablan de alianzas. Y para colmo, sus líderes electos o propuestos, son los mismos que llevan allí décadas y que fueron parte de los gobiernos responsables de la quiebra del país, o de los actos de corrupción que tanto han descarnado al país. Es evidente que todavía no sienten ni actúan como que haya un cambio, o un nuevo mandato, o quizás no han entendido el “mensaje”.

            ¿Y qué sucede a nivel municipal? ¿Cuál ha sido el “mensaje” del pueblo? Bueno, no quisiera ser el de la nota discordante, pero allí el bipartidismo aún se mantiene en su máxima expresión. De los 78 municipios, 77 se los reparten el bipartidismo; solo en uno se elige a un alcalde fuera de los dos partidos principales, pero también fuera de los movimientos o partidos alternativos. Es más bien un fenómeno personal que va recuento con la probabilidad de que revierta a uno de los dos partidos principales. Dentro del meollo revalidaron cómodamente los caciques de pueblos como Bayamón, Carolina, Cayey, Mayagüez, entre otros. Los municipios que tuvieron “cambios” de administración lo hicieron entre uno y otro, es decir, el que era PPD ahora es PNP y viceversa. Es significativo lo que pasó en varios municipios afectados por los terremotos, como Cabo Rojo, San Germán, Lajas, Guayanilla y Ponce. Todos cambiaron de alcalde, pero entre esos mismos dos partidos, a pesar de que igual fueron abandonados por ambos en los momentos de crisis. Hay que ver cómo caló en ellos el “mensaje” y si vamos a verlos nuevamente refugiando con pingües contratos a los políticos derrotados.

           Ante esa situación, son los movimientos alternativos los que están llamados a reflexionar. Después de la tormenta de alegría, viene la calma de la reflexión con miras a enfrentar un futuro receloso. No esperen ser acogidos con brazos abiertos. El bipartidismo sigue en control y su evidente intención es mantenerlo y, en todo caso, recuperar la hegemonía. No hay duda que han sufrido un deterioro en el respaldo de votos a nivel nacional, pero sus alianzas serán las que les convenga a ellos, no necesariamente al país, y muchos menos a quienes le han restado votos. El reto y el esfuerzo será titánico para los partidos y movimientos alternativos, no sólo para mantener los pocos –aunque importantes- espacios que han ganado, sino aún más para poder crecer y perdurar.

(San Juan, 12:00 p.m.) El resultado de las recientes elecciones ha provocado un sentimiento general de alegría y esperanza. Sentimiento que surge del aparente deterioro del bipartidismo y el crecimiento de fuerzas y movimientos alternativos, entendiendo por esto como aquellos partidos y movimientos distintos a los dos partidos principales y con programas o propuestas de gobierno y contenido social diferentes. Pero la esperanza no surge por el mero hecho del crecimiento de esos movimientos alternativos, sino por la expectativa de cambio en los estilos de gobernanza. De modo que se espera, entre otras cosas, un mejoramiento en los estilos políticos, así como la baja en la corrupción, y la aprobación de legislación a favor del país y no de unos pocos bolsillos.  Así pues, se habla del “mensaje” del pueblo a quienes tradicionalmente han ostentado el poder, entiéndase los partidos PPD y PNP.

Hemos escuchado voces de ambos de estos partidos principales en acto de constricción, por el cual reconocen que deben “reflexionar” dentro de sus colectividades, y “escuchar” el mensaje para hacer los “ajustes” pertinentes en los estilos de hacer política, en aras de fortalecer sus partidos para las próximas elecciones. El discurso es más o menos el mismo de parte de ambos y de igual contenido superfluo. Y digo superfluo porque a ninguno he escuchado decir que esa reflexión conlleve apartarse de sus políticas neoliberales, desistir de la contratación a los amigos del alma, reevaluar su posición sobre la privatización de servicios públicos o la defensa del medio ambiente; tampoco hablan sobre la defensa de las pensiones, o sobre proyectos diferentes de salud, educación, equidad de género o justicia social. Mucho menos sobre la auditoria de la deuda pública. Sobre esos temas cabalgaron los movimientos alternativos para llegar donde llegaron. El “mensaje” claramente no fue el mero rechazo al bipartidismo.

La idea de la “reflexión” de estos partidos principales va dirigida a ver cómo logran obtener nuevamente la hegemonía, no para ajustar su filosofía de la res publica. No van a hacer alianzas a no ser que no tengan otro remedio. Para muestra un botón basta: ya se están repartiendo los puestos directivos del Senado y la Cámara, sin contar con nadie externo a sus colectividades, ya sea porque sienten que tienen la mayoría, o por sus expectativas de lograrlo. De no tenerlas, entonces hablan de alianzas. Y para colmo, sus líderes electos o propuestos, son los mismos que llevan allí décadas y que fueron parte de los gobiernos responsables de la quiebra del país, o de los actos de corrupción que tanto han descarnado al país. Es evidente que todavía no sienten ni actúan como que haya un cambio, o un nuevo mandato, o quizás no han entendido el “mensaje”.

            ¿Y qué sucede a nivel municipal? ¿Cuál ha sido el “mensaje” del pueblo? Bueno, no quisiera ser el de la nota discordante, pero allí el bipartidismo aún se mantiene en su máxima expresión. De los 78 municipios, 77 se los reparten el bipartidismo; solo en uno se elige a un alcalde fuera de los dos partidos principales, pero también fuera de los movimientos o partidos alternativos. Es más bien un fenómeno personal que va recuento con la probabilidad de que revierta a uno de los dos partidos principales. Dentro del meollo revalidaron cómodamente los caciques de pueblos como Bayamón, Carolina, Cayey, Mayagüez, entre otros. Los municipios que tuvieron “cambios” de administración lo hicieron entre uno y otro, es decir, el que era PPD ahora es PNP y viceversa. Es significativo lo que pasó en varios municipios afectados por los terremotos, como Cabo Rojo, San Germán, Lajas, Guayanilla y Ponce. Todos cambiaron de alcalde, pero entre esos mismos dos partidos, a pesar de que igual fueron abandonados por ambos en los momentos de crisis. Hay que ver cómo caló en ellos el “mensaje” y si vamos a verlos nuevamente refugiando con pingües contratos a los políticos derrotados.

           Ante esa situación, son los movimientos alternativos los que están llamados a reflexionar. Después de la tormenta de alegría, viene la calma de la reflexión con miras a enfrentar un futuro receloso. No esperen ser acogidos con brazos abiertos. El bipartidismo sigue en control y su evidente intención es mantenerlo y, en todo caso, recuperar la hegemonía. No hay duda que han sufrido un deterioro en el respaldo de votos a nivel nacional, pero sus alianzas serán las que les convenga a ellos, no necesariamente al país, y muchos menos a quienes le han restado votos. El reto y el esfuerzo será titánico para los partidos y movimientos alternativos, no sólo para mantener los pocos –aunque importantes- espacios que han ganado, sino aún más para poder crecer y perdurar.