Japón se rearma

Agenda Caribeña
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El 2 de mayo de 1945, luego de una larga, costosa y deshumanizante guerra iniciada en Europa en 1939, las fuerzas alemanas del Tercer Reich entregaron la ciudad de Berlín a las tropas del Ejército Rojo de la Unión Soviética. En esa misma fecha, las fuerzas alemanas en Italia se rindieron ante el Ejército estadounidense; mientras en el Norte de Alemania, Dinamarca y los Países Bajos, harían lo propio el día 4 de mayo ante las fuerzas aliadas. El resto de las fuerzas alemanas adscritas al Alto Mando, se rendirían incondicionalmente en Reims, Francia, el día 7 de mayo. Con este acto se puso fin en el frente europeo a la Segunda Guerra Mundial. A pesar de la capitulación del Tercer Reich, algunos restos del Ejército alemán ya diezmados, a un alto costo en vidas, continuaron batiéndose contra fuerzas aliadas en Europa Central hasta el 12 de mayo.

            Durante los primeros años de la Segunda Guerra Mundial existió un Pacto de Neutralidad entre el Imperio de Japón y la Unión Soviética. Este fue suscrito en abril de 1941. Durante los siguientes años, la Unión Soviética no abrió propiamente un frente de guerra en el este de Asia, sino que concentró su esfuerzo de guerra en el oeste del país, enfrentando allí a las hordas nazis que desde Europa habían invadido su territorio. Sin embargo, durante la Conferencia de Teherán efectuada en noviembre de 1943 entre los dirigentes de las potencias aliadas  luego de la derrota de la fuerza invasora nazi en Stalingrado, se acordó que una vez Alemania fuera derrotada, la Unión Soviética entraría en guerra contra Japón no más tarde de tres meses siguientes al fin de la guerra en Europa.

Durante la Conferencia que los dirigentes aliados sostuvieron en Yalta en febrero de 1945, una vez más el tema de la Unión Soviética abrir el frente contra Japón fue objeto de discusión. Sin embargo, fue después de la Conferencia de Potsdam, efectuada entre el 16 de julio y el 2 de agosto de 1945, que la Unión Soviética inició realmente su ofensiva contra Japón en el lejano Oriente. La Unión Soviética había declarado la guerra al Imperio de Japón el 8 de mayo de 1945.

Anticipando el despliegue de sus tropas por tierra, la Unión Soviética efectuó a partir del 18 de agosto de 1945 varios desembarcos anfibios; tres de ellos en la porción norte de la penísula de Corea; otro en la isla de Sajalín que anteriormente había pertenecido a Rusia; y otro en la islas Kuriles localizadas en el norte del archipélago japonés, conformadas por las islas Iturup, Kunashir, Shikotan y Habomal. Los soldados soviéticos también ocuparon la zona en China de Manchurría donde Japón había creado en 1932 el gobierno títere del Reino de Manchukuo.

El resultado de la guerra en Europa, sin embargo, no puso fin inmediato al conflicto iniciado en la anterior década. Japón, que desde el año 1937 había invadido a China, pese al deterioro de su capacidad militar, mantuvo su estado de guerra contra los países aliados en los territorios que aún mantenía ocupados en Asia y en diferentes islas en el Océano Pacífico. La Segunda Guerra Mundial propiamente se prolongaría en Asia hasta el 14 de agosto de 1945 con la capitulación de Japón y la firma del armisticio ante el ejército de Estados Unidos; mientras lo mismo ocurriría frente al Ejército Rojo el día 2 de septiembre de 1945. Las tropas japonesas en China, sin embargo, continuaron combatiendo en el Lejano Oriente frente al Ejército Rojo hasta el 9 de septiembre de 1945 cuando se rendirían.

En resultado de víctimas de la Segunda Guerra Mundial se contabiliza de la siguiente manera: (a) Unión Soviética, 8.7 millones de soldados y 18.3 millones de civiles, para un total de 27 millones; (b) China, 1.324 millones de soldados y 10 millones de civiles, para un total de 11.324 millones; (c) Alemania, 3.250 millones de soldados y 3.810 millones de civiles, para un total de 7.060 millones; (d) Polonia 850 mil soldados y 6 millones de civiles, para un total de 6.850 millones; (e) Japón 1.3 millones de soldados y 700 mil civiles para un total de 2 millones; (f) Yugoslavia, 300 mil soldados y 1.4 millones de civiles, para un total de 1.706 millones; (g) Rumanía, 520 mil soldados y 465 mil civiles, para un total de 985 mil personas; (h) Francia, 340 mil soldados y 470 mil civiles, para un total de 985 mil personas; (i) Hungría, a pesar de no tener datos específicos, se estima un total de 750 mil personas; (j) Austria, 380 mil soldados y 145 mil civiles, para un total de 535 mil personas; (j) Grecia, a pesar de no tener datos específicos, se estima un total de 520 mil personas; (k) Estados Unidos, 500 mil soldados; (l) Italia, 330 mil soldados y 80 mil civiles, para un total de 410 mil personas; (m) Reino Unido de la Gran Bretaña, 326 mil soldados y 62 mil civiles, para un total de 388 mil personas; (n) Países Bajos, 198 mil soldados y 12 mil civiles, para un total de 210 mil personas. Existen números de  bajas para al menos 17 países adicionales, incluyendo países como Brasil, Colombia, México y Venezuela. El total de bajas ocasionadas por la Guerra se estima en 61.820 millones de seres humanos.

            Como resultado de la capitulación de Japón, se impuso sobre este país la ocupación militar por parte de las fuerzas armadas de Estados Unidos. En Japón se establecieron múltiples instalaciones militares estadounidenses de la Fuerza Aérea, del Ejército, de la Marina e Infantería de Marina de los Estados Unidos. Sobre el gobierno civil japonés de ocupación; y luego, una vez hubo la transferencia formal del gobierno de Estados Unidos a las autoridades japonesas, se impuso la prohibición del establecimiento de fuerzas armadas para dicho país.

La Constitución japonesa dispone desde el año 1947 en su Artículo 9 la prohibición de Japón de poseer fuerzas armadas con potencial bélico. Sin embago, a partir del año 1954 y al calor del desarrollo de la llamada Guerra Fría, Estados Unidos permitió la creación de la denominada “Fuerza de Autodefensa de Japón”. La misma cuenta al presente con alrededor de 250 mil efectivos.

 Nos dice la publicación electrónica Sputnik Mundo de 12 de noviembre de 2020, en escrito de Denis Lukyanov titulado ¿Surge una nueva amenaza para Rusia y China? Así es el resurgimiento alarmante del miliarismo japonés, que desde hace años ha venido desarrollándose el “resurgimiento paulatino del militarismo japonés.” Señala con preocupación el autor, la conducta del ex primer ministro nipón visitando santuarios donde se encuentran los restos de soldados japones fallecidos en la Segunda Guerra Mundial así como las tumbas de restos de “criminales de guerra que cometieron delitos de lesa humanidad.”

Señala el autor cómo al presente Japón invierte en el desarrollo de sus capacidades militares, destacando en su escrito a empresas como “Mitsubichi Heavy Industries” en la producción de carros de combate, tanques, aviones, buques y misiles. Menciona también la empresa en la contrucción militar a “Kawasaki Heavy Industries”. Señala que el presupuesto anual de Japón para la producción de armamentos y gasto militar supera los $51 mil millones anuales, siendo el noveno país en gasto militar a escala global.

Señala el autor que Japón se encuentra al presente invirtiendo grandes sumas de dinero en la modernización de “todos los ramales de su Fuerza de Autodefensa”, particularmente “en la construcción de nuevos submarinos de ataque”. Entre ellos menciona tres submarinos de la clase Taigei en proceso de construcción, junto a otros cuatro que se añadirían a su flota actual de 12 submarinos de la clase Soryu. Japón también construye portahelicópteros de la clase Izumo (el mismo nombre que llevaban la clase de sus cruceros utilizados en la Segunda Guerra Mundial), que tendrán la capacidad de albergar cazas F-35B; así como nuevos destructores de la clase Maya y otro tipo de naves. Se indica que a nivel de las fuerzas de tierra, Japón se encuentra construyendo tanques de nueva generación; y a nivel de la Fuerza Aérea, procura la compra a Estados Unidos de un centenar de cazas F-35A y F-35B. Japón también está en proceso de construir sus propios cazas de combate con tecnología de sexta generación.

Luego de describir el armamento que produce actualmente Japón, el autor se pregunta: “¿para qué Japón necesita armas de vanguardia y por qué en tantas cantidades?”

El mismo autor, en otro escrito publicado por Sputnik Mundo el 15 de julio de 2020, titulado Alianza Militar, destacaba que el gobierno japonés publicó el 14 de julio el “Libro Blanco”, que es el Informe Anual de su Departamento de Defensa con el cual Japón fundamenta su presupuesto militar. En el libro, Japón expone que en el mundo actual, “existen desafíos con los que ningún país puede lidiar por sí solo.” Señala  también el libro que “es la hora de las teconologías capaces de alterar la manera en que se librarán las guerras del futuro”, para lo cual Japón debe estar preparado, fortaleciendo “la arquitectura  de seguridad del país y promover la cooperación internacional en el ámbito de seguridad.” Destaca el texto la preocupación de Japón de que la Federación Rusa y la República Popular China hayan estrechado sus lazos en lo concernniente a cooperación militar, incluyendo vuelos conjuntos en julio de 2019 de “bombarderos estratégicos rusos Tu-95 y los chinos H-6 desde el mar de  Japón hacia el mar de la China Oriental”. Menciona, además, los ejercicios militares “en la isla de Sajilín y en la región de Primorie”, donde participaron 8 mil efectivos; así como el desplieque por la Federación Rusa de aviones de combate Su-34, bombarderos Tu-95 y aviones de respuesta rápida, así como vuelos de aeronaves de control aerotransportado A-50 cerca al territorio japonés.

El libro acusa a la Federación Rusa y a la República Popular China de ciberataques, del uso de armamento hipersónico y radiación electromagnética.

Es interesante el hecho de que, mientras el libro destaca la preocupación de Japón ante sus potenciales rivales, Rusia y China; de otro lado, el Libro Blanco, a la par que aboga por su alineamiento con los intereses globales de Estados Unidos; favorece “suavizar el impacto” de la presencia militar estadounidense en Japón, particularmente en Okinawa. Allí se encuentran localizadas unas de las principales instalaciones de la infantería de marina de Estados Unidos, como también una importante instalación de la Fuerza Aérea. A propósito de lo anterior,  indica Lukyanov lo siguiente:   

            “…el informe—en referenccia al Libro Blanco-- no excluye que, en el futuro, incluso es posible que sea a corto plazo, Rusia y China lleven su cooperación en el ámbito militar más allá. Aunque por ahora se habla de una alianza militar entre los dos países, esta posibilidad existe. Y a juzgar por la atención que Japón presta a la interacción entre dos gigantes, Tokio teme ese desenlace.”

            Japón, a pesar de que la Constitución sigue indicando que no puede poseer fuerzas armadas con capacidad bélica, poco a poco ha ido modificando en la práctica lo que la Constitución limita o prohibe. Se indica por Luckyanov que Japón se esfuerza por “acumular más peso geopolítico” a través de esta política de rearme, sobre todo a partir de los diferentes territorios en torno a los que hoy disputa su soberanía. Un dato intersante es que al presente, indica el autor, Japón “tiene más aviones militares que Rusia en el Lejano Oriente”; que los puntos más fuertes de sus fuerzas navales son sus “portahelicópteros y destructores”; y que su armada, “sobrepasa en el número de buques a la flota rusa del Pacífico”. No obstante, también señala que la Federación Rusa posee la capacidad para “mover rápidamente sus aviones desde la parte europea del país”, así como “aumentar su agrupación naval en el Lejano Oriente.”

Existe un diferendo histórico entre Japón y la Federación Rusa (antes la Unión Soviética) sobre el control y ocupación de las islas Kuriles, invadidas por el Ejército Rojo a finales de la Segunda Guerra Mundial. Su cesión a la Unión Soviética estuvo predicada en el resultado de la Guerra y la capitulación de Japón. También Japón reclama su soberanía sobre las islas Senkaku. Japón no renuncia lo que considera es su derecho a ejercer su soberanía sobre estas islas; mientras la Federación Rusa reafirma y ejerce su soberanía sobre ellas. Sobre la islas Kuriles, la Federación Rusa ha ampliado allí su presencia militar, modernizando sus defensas y desplegando tanques con misiles como mensaje disuasivo a Japón de cualquier acción ofensiva sobre el territorio de éstas.

La experiencia de Alemania tras su derrota en la Primera Guerra Mundial, nos enseña que el discurso del rearme y la convocatoria al desquite por las consecuencias y humillaciones de una derrota previa, fueron algunos de los fundamentos que lanzaron a dicho país a una nueva guerra. Esta lección que nos da la historia no debe ser pasada por alto. El Japón de hoy no es aquel país golpeado y derrotado tras la Segunda Guerra Mundial, como no lo fue la Alemania del Tercer Reich previo a la Segunda Guerra Mundial. Japón es hoy, ante todo, una gran potencia tecnológica, industrial y financiera, capaz de ir rompiendo las barreras que limitan hoy su desarrollo como potencia militar. Como aliada de Estados Unidos, es capaz de alterar con el apoyo de dicho, el balance geopolítico de la región del Lejano Oriente.

De hecho, el pasado 18 de noviembre Spuntik da cuenta de un “ejercicio a gran escala” desarrollado desde el día 3 de noviembre de manera conjunta por las armadas de Estados Unidos, Japón e India, a las cuales se suma por primera vez Australia, en el Océano Índico y el Mar Arábigo, específcamente dando inicio al mismo en el Golfo de Bengala. En él participan el portaviones CVN-68 Nimitz y medios navales de su grupo de combate; el portaviones indio Vikramaditya; así como otros buques de patrullaje y destructores. Se indica que el propósito del ejercicio es “convertirse en un factor de contención de China”, ante sus esfuerzos de desarrollar la ruta de la seda por la vía marítima.

Hay que estar con ojo avizor al desarrollo de estos acontecimientos. Un rearme de Japón incorpora un nuevo ingrediente a la hora de analizar el desarrollo de la geopolítica militar en la región.