Gimnasios en tiempos de pandemia

Creativo

Se detuvo frente a la entrada del gimnasio. Desde que comenzó la pandemia no había vuelto a visitarlo. Unas personas con mascarillas esperaban en fila para entrar. Había un límite en la cantidad de personas presentes al mismo tiempo en el local. Un empleado en la entrada les tomaba la temperatura y les rociabanlas manos con alcohol. Pensó en cómo un virus logró lo que padres, abuelos, maestros, el gobierno no habían logrado, el disciplinar a las personas.

Le tomaron la temperatura. Lo rociaron con alcohol y les explicaron las nuevas reglas del distanciamiento social y la responsabilidad de mantener limpias con alcohol, que ellos tenían disponible, las máquinas de ejercicio luego de utilizarlas. Se alegró de escuchar las nuevas normas, le preocupabacontagiarse con el virus.

Atrás quedaban el bullicio y el aglomeramiento dentro del gimnasio, algo que nunca le gustaba al visitarlo en las tardes.

Miró a su alrededor no sabía por dónde comenzar la rutina de ejercicio. Era irrelevante por dónde. Los brazos, las piernas, el pecho, la espalda, los hombros, los abdominales estaban todos, como dirían los entrenadores, en descanso.

Decidió comenzar por el pecho. Miró la máquina de trabajar elpecho. Parecía alegre de verlo, también lo extrañaba, pensó. Durante la esclavitud las herramientas de labranzas eran no parlantes, a diferencia de los esclavos que eran herramientas parlantes. Cómo sería si las máquinas de ejercicio de un gimnasio fueran parlantes. Hablarían de toda la gama de visitantes del gimnasio. Todas las edades de la vida se reflejan en un gimnasio. Los de la primera edad que con la radiantejuventud quieren emular la belleza corporal de las estatuas griegas. Los de la segunda edad que quieren demostrarse que pueden enamorar a uno de la primera edad. Los de la tercera edad que no quieren llegar a la cuarta edad o al ocaso de la vidasosteniendo enfermedades, dolores o desamores, anhelandotener la oportunidad de conocer a otros de la misma edad para sobrepasar la soledad que les toca vivir en el otoño de la existencia.

Limpió con alcohol la máquina y se sentó en ella. Era la misma sensación de alegría que provocaba abrazar a un amigo que no vemos por un tiempo. El frio de la máquina se calentó con el tacto de las manos. Parecían reciprocas las sensaciones. Levantó el peso. Lo sintió como si fuera la primera vez. Hizo varias repeticiones. Descansó y miró alrededor. Era el momento de complementar el ejercicio físico con el visual. Todas las personas tenían mascarillas. La pandemia ocultó la alegría, laspreocupaciones o tristezas de los rostros. Todos parecía autómatas silentes en un propio espacio, ajenos a los demás. Lejos estaban la camaradería y el entusiasmo de lograr los objetivos en conjunto. Ahora solo se resaltaban los ojos. La ventana del alma. Nadie se mira para que no descubran los pensamientos íntimos que denotan las miradas. Todos miran a un infinito incierto buscando las sonrisas, los abrazos, las palmadas de hombro por lograr unas metas propuestas, el saludo cordial, las justificaciones en los deslices con las dietas, lasmiradas provocadoras, la picardía y sensualidad de los gestos.

Ya no hay futuro en este presente, solo un pasado que no volverá. Somos otros luego de un año de pandemia. No sabemos cuándo regresaremos a la normalidad de vivir nuestras vidas. Las máquinas son testigos silentes del cambio en el ambiente del gimnasio, en los compañeros parlantes que las visitan, que al igual que ellas son esclavos de la pandemia, que ha roto todas las rutinas de la vida diaria y cotidiana.

En la pared lee un mensaje escrito que alienta y estimula a ejercitarse en un ambiente único en donde todos se sientan cómodos para darles el impulso que necesitan en la vida que lesespera. El mundo te necesita, lee el mensaje, desconociendo que es el mundo el que con la pandemia se ha rejuvenecido manteniendo a raya a la humanidad que lo ha ido destruyendo y contaminando. La madre naturaleza se cansó de que los hijos engreídos la terminaran matando y con los jinetes del apocalipsis ha hecho sonar las trompetas.

Mirando a la distancia cuenta las repeticiones que le quedan en el ejercicio de pecho, respirando agitado por una mascarilla que evita que se escapen las ilusiones de vivir.