Un manto de plomo
arropa en subida mi espalda
cubre mi cabeza adormilada
tapa mi boca
pesa en mis oídos;
pero el alma se viste
sale presurosa,
en espirales blancos batallan los fierros
no halla su aliento
voz perdida
el infierno la tienta como una flor enorme,
gimo inaudiblemente sus pesados pétalos
la miel ausente que quiso ayer
ahogar mi luz en la huida.