El Post Antillano y el periodismo alternativo [una respuesta de alguien que no es periodista]

Cultura

Nota Editorial:  Ayer cumplimos 10 años de haber iniciado esta gesta, publicar de forma ininterrumpida todos los días El Post Antillano.  Le pedimos a nuestros lectores y colaboradores su opinión. Escogimos dos trabajos como representativos de esa persona que nos lee. Gracias por leernos, gracias por opinar. Ayer y hoy publicamos la opinión de nuestras lectoras en torno a nuestro medio.

(San Juan, 10:00 a.m.) El periodismo ciudadano, alternativo, de alcance global y sin censuras ha sido el centro del quehacer en los distintos medios a través de los cuales se difunde El Post Antillano. Este es un periodismo con una explícita y firme postura de izquierda y las causas sociales por las que aboga. El protagonismo de la otredad y la exposición de toda actividad cultural que se le presente ya sea contestataria o contemplativa forman parte integral de su identidad. Los distingue el genuino sentido de responsabilidad social, la línea editorial postcolonial y el esfuerzo auto gestionado en Puerto Rico, para los puertorriqueños, el Caribe que nos hermana y sus diásporas. Pareciera, de repente, un paso a La Confederación Antillana concebida por el pensamiento Betancino. No siendo esto suficiente, como empresa opera de tal manera, que es también en este aspecto ejemplo del país que desea forjar.

El Post Antillano, opera en colaboración con la comunidad, con resultados concretos, más allá de la trinidad que compone la misión de las telecomunicaciones: educar, entretener e informar. Se auspicia como el proyecto de país que debe de ser Puerto Rico, con trabajo de forma independiente y sin ataduras con el aparato gubernamental, que ha desprestigiado a los medios tradicionales del país. En diez años de labor ininterrumpida se concreta la disciplina de este medio dentro del ciberespacio, un medio democratizador de la información, característica que comparte con esta publicación.

El Post Antillano, respondiendo a sus tiempos, incursiona más allá del papel en una narrativa audiovisual y cibernética ocupando así uno de los espacios que sustituyen los métodos de emisión y recepción tradicionales, entiéndase televisión y radio, pero sin descartar el uso de estos últimos. Como medio alternativo se permite la oportunidad de ocupar todos los espacios, ya sean librerías, plazas y todo lugar que le provea la disponibilidad.

Este es un proyecto único y de avanzada que, no se encajona en segmentos o secciones, si no que los va desarrollando a medida que sea relevante y pertinente hacerlo. Si es necesario crear una nueva sección dado a nuevas tendencias que no caben dentro de las ya existentes, se gestiona. Se permite esa flexibilidad.

Esta publicación nos demuestra que se puede hacer un país desde adentro, desde las entrañas, para descolonizarlos de toda influencia que trabaje en detrimento del pleno desarrollo de nuestra sociedad ya sea externa o interna. Este es un proyecto de país sin excusas, con intención y sin remordimientos por aquello publicado. Los resultados son tangibles, y lo que se piensa, se dice y se hace están en armonía.

Liderando con el ejemplo promueve la participación y valoración de la pluralidad de voces que componen nuestra sociedad. Funciona también como un archivo de escritores tanto nacionales como del patio, académicos y artistas. Podemos ver poetas y escritores hablar acerca de sus trabajos antes de que partan al otro plano y no después como se acostumbra al rendir homenajes.  Hemos leído el punto de vista de escritores, poetas y otros profesionales acerca de temas que los medios tradicionales han asignado a políticos derrotados, cabilderos, “influencers” o muñecas de trapo, cuyo supuesto “análisis” le hace un flaco servicio al país, empujando agendas particulares y desvirtuando aquello que llamamos “análisis crítico” y “periodismo investigativo”.

Por ejemplo, en la sección Zona Ambiente, el encargado de su curaduría, el escritor Egidio Colon Archilla, nos habla desde el lente de un hombre gay de la tercera edad, cuando es bien sabido (y doloroso de admitir) que ciertos sectores de la comunidad LGBTTQIA+ rinden una especie de culto al cuerpo y a la juventud, compartiendo así, cierta complicidad con el sistema que los oprime.

El Post Antillano también le ha abierto amplio espacio a la discusión de los temas que afectan a la comunidad afrodescendiente de manera constante y consistente, desde el punto de vista de la comunidad afrodescendiente y no de sectores privilegiados ajenos a la realidad de una comunidad que puede levantarse por sí misma, siempre y cuando exista la disposición del sistema de aceptar que ha sido uno racista y entregue a la comunidad los espacios y recursos que le corresponden por derecho, ni mas, ni menos.

Este medio también ha provisto un espacio a escritores emergentes para exponer sus trabajos literarios a través de certámenes y convocatorias, a la vez que incentiva sus esfuerzos. Sus microempresas Pasillo del Sur Editores y Southern Hemisphere Consultants se encargan, en parte, de esta faena.

No hay porque esperar menos de esta publicación. Su equipo de trabajo es uno que labora en un ambiente donde todas las ideas son bienvenidas. Sus componentes reciben salarios justos por su trabajo en un núcleo que fomenta el respeto, la creatividad y el apoyo mutuo. En términos empresariales se configura como un patrono justo, la cual es otra manera en la que El Post Antillano da cátedra del tipo de país que desea para todos.

En definitiva, El Post Antillano ha sido un espacio alterno, dentro del periodismo que no se confunde con otros. Aquí no existe protesta, sin reflexión, ni propuesta. Dichas propuestas se concretan en la medida de lo posible en libros, charlas, tertulias, presentaciones y la exposición de verdaderos profesionales en sus campos. Le distingue el genuino sentido de compromiso con todas las causas sociales justas y sectores invisibilizados del archipiélago boricua y el Caribe que nos hermana. Se muestra independiente en sus letras y en la manera en que gestiona proyectos de manera auto sostenible y sin ataduras con ningún interés particular. Solo nos resta esperar con entusiasmo que es lo que vendrá durante lo que esperamos que sean diez años más de labor ininterrumpida. Como diría Daniel Nina al final de sus artículos… “Pensemos”.