El jinete sin cabeza

Cultura

“Vio entonces que el fantasma se ponía

de pie sobre el caballo y se disponía a tirarle con su testa. Crane trató de hurtar

el cuerpo a tan horrible proyectil, pero era demasiado tarde: la cabeza del jinete que

carecía de ella, dio en la suya…”

The Sleepy Hollow de Washington Irving

(San Juan, 11:00 a.m.) Cabalga día y noche sin cesar, desde el siglo diecinueve, buscando la cabeza que le fue arrebatada, por un cañón, durante la Guerra de Independencia, de las trece colonias británicas, en América del Norte. De tanto montar, el jinete y su caballo han envejecido sin poder dar con la cabeza. Él no deja de maldecir y reclamarse por qué decidió, siendo un mercenario alemán, apoyar a los británicos en la guerra.

Si se hubiese quedado en su casa tranquilo, no habría perdido la cabeza, y no tendría que salir todas las noches, convertido en un espectro, en un despojo humano, a buscarla. Está cansado de ser considerado el villano de la película y que rumoren en Sleepy Hollow que es un asesino perverso que desapareció al pobre profesor Ichabod Crane. El jinete sin cabeza molesto les grita a los pobladores, que fue el Flautista de Hamelín, el que desapareció a Ichabod y que él es inocente de ese hecho.

En otras palabras, por qué no deja de indagar dónde se encuentra su cabeza. Porque él, como dice el refrán, piensa que debe tener la cabeza bien puesta, ya que sin ella, no tiene cerebro, y se convierte en un ser inexpresivo, que no puede demostrar sus emociones. Además, el jinete sufre mucho porque lo que inspira es terror; no tiene amigos que se apiaden de él y, jamás, podrá conseguir una pareja que lo libere de la eterna soledad.