(San Juan, 9:00 a.m.) Bad Bunny, originalmente conocido como Benito Martínez, llevó a cabo dos conciertos este fin de semana, que llenaron a capacidad el Estado Hiram Bithorn, en San Juan. En estimados no confirmados, la producción de Bad Bunny intenta igualar un estadio lleno para eventos como el Día Nacional de la Salsa (2002 dedicado a Rubén Blades), cuando se llenó el estadio con 50 mil personas. Esta es la métrica, por lo tanto Benito/Bad Bunny alega, de forma interesante, que ellos en dos noches pusieron a bailar a sobre 70 mil personas. ¿Cierto o falso?, no sabremos, pero es buena publicidad.
Lo que sí sabemos es que la producción del concierto, ha alegado consistentemente que la actividad costó $10 millones de dólares. Es interesante, pero el nivel de opulencia y del gasto de dineros por puro “placer”, no ha sido criticado ni observado por nadie. Esto hace la actividad la mar de interesante, pues uno siente que para gastar y pasarlo bien, siempre hay dinero. Pero para aportar de forma directa a la transformación de los problemas sociales, ahí pocos invierten.
En este sentido, con $10 millones, Benito Martínez pudo haber garantizado la educación completa de 500 estudiantes necesitados, que estén tratando de hacer un bachillerato de cuatro años en la Universidad de Puerto Rico (UPR). De igual forma 277 estudiantes necesitados podrían estudiar las carreras graduadas de Derecho o Medicina, también en la UPR. Pero más aún, la Biblioteca José M. Lázaro, o la biblioteca de la UPR Arecibo, donde Benito Martínez estudió tres años, podrían beneficiarse de esta cantidad de dinero.
El gobierno no tiene dinero. La Junta de Supervisión Fiscal controla nuestros dineros. Ahora bien, personas como Benito Martínez, pueden hacer una diferencia. El concierto, a un costo de $1 millón de dólares pudo haber tenido el mismo efecto cultural. Pero una aplicación de $10 millones a un proyecto de país llamado Puerto Rico, pudo haber tenido un efecto monumental. Más allá de P FKN R, es construir un país sostenible para beneficio de todas y todos. Pensemos.