El amor en la madurez de la vida

Caribe Hoy

El fenómeno del envejecimiento de la población es uno bien marcado en nuestra isla.  Si a este factor se le añade que los divorcios al presente son ocurrencias muy comunes, resulta en que entre la llamada población que compone la tercera edad hay muchos hombres y mujeres solteros.  No por ser adulta esta población sus sentimientos envejecen y su capacidad de amar merma. Es probable que entre viejas amistades o relaciones pasadas podamos encontrar a ese otro u otra que sea capaz de lanzarse a la aventura de un amor en la madurez de la vida. Un amor experimentado, que puede tener una profundidad y madurez, mayor que aquel amor salvaje de la juventud.

La energía del amor no tiene edad. Por ello, cuando uno conecta energéticamente con otro ser, las sensaciones que uno siente son tan vibrantes como la de cualquier joven enamorado.  El regocijo y la felicidad que se puede experimentar, en nada tiene que ver con el cuerpo físico. Aunque por supuesto, mantenerse en condición saludable siempre va a ayudar en ese proceso. Lo importante de ese amor en la madurez de la vida, es precisamente eso.  La conciencia, presencia, entendimiento y compromiso que trae una relación adulta es en otro nivel.

Los actores principales que decidan entrar en una relación amorosa en la madurez de la vida pueden capitalizar su unión usando sus experiencias de vida como base.  Con esto quiero decir que tienen más claro quiénes son, lo que quieren y lo que esperan.  Pueden reconocer lo invaluable de una buena comunicación. No pierden el tiempo en pequeñeces. Tienen conciencia de la importancia de pasar tiempo de calidad con la pareja y los seres queridos. Se hacen expertos en vivir el momento presente, el aquí y ahora.  Hay una conciencia de que los términos de caducidad están más cerca de lo que uno realmente quiere pensar.  Por ello se privilegia el vivir a plenitud.

Así, viviendo ese presente, mis amigos Ivonne y Jorge se encontraron hace seis años atrás. Desde que intercambiaron sus miradas, ambos se reconocieron como almas amantes.  Empezaron su caminar amoroso por las calles del Viejo San Juan.  El amor que exudaban esos dos seres era visible para todo aquel que los viera pasar.  Ellos celebraron su amor y su vida, en bohemias y bailes, en el arte, y en el compartir con familiares y amigos.  En fin, fueron actores principales de un amor como el que todos queremos algún día encontrar.

En marzo de este año a Jorge se le diagnosticó un cáncer de pulmón muy agresivo.  Ivonne lo acompaño como amantísima compañera en ese duro camino, y con su amor alivianó sus penumbras hasta el momento de su partida.  Ahora, transformada la energía de Jorge, su cuerpo descansa.  Ivonne, aunque entristecida por la pérdida de su compañero, no cambiaría ni un segundo de los días de amor profundo que vivió con él.

La lección de esta historia es para los adultos mayores, que componen esta sociedad, la oportunidad de disfrutar un amor profundo, genuino y verdadero está latente y presente. Solo hay que abrirse al fluir de esa energía amorosa y abrazarla sin temor. Tomo prestadas las frases del poeta inglés Alfred Tennyson “es mejor haber amado y haber perdido que jamás haber amado”, y de Vincent Van Gogh “es necesario haber amado, después perder el amor y luego volver a amar todavía”.  ¡Mientras seamos capaces de amar, viviremos!