Un año que viene y otro que se va

Caribe Hoy

Antes de empezar el nuevo año cerramos el pasado.  En mi caso, en el balance de las cosas, el 2021 estuvo lleno de bendiciones. Ello porque cuando los hijos y la familia están bien, uno también lo está. Al comienzo de año, mi hijo fue bendecido con una hermosa compañera que lo hizo padre a finales de agosto.  Un nuevo bebé en la familia trae una infinidad de alegrías y experiencias de compromiso y amor indescriptibles.   También agradecí por el compartir y lo aprendido de personas que pasaron por mi vida y que en este año dieron su cambio físico. Y por aquellos maestros y maestras de la vida que reaparecieron para traer lecciones de aprendizaje y luego continuaron con su fluir.

Hice una introspección de todas las lecciones aprendidas a la fuerza a causa de una pandemia que nos obligó al encierro, a apreciar más nuestro entorno, nuestros amigos, nuestra familia y la importancia de las relaciones humanas. En este sentido, estos tiempos pandémicos, han traído una lección invaluable de aprendizaje humano. Nos han hecho volver a realizar lo vulnerable que somos, la importancia del vivir “aquí y ahora”, del “soltar y dejar ir” todo aquello que nos amarre y nos pese, incluyendo relaciones sentidas.

El comienzo de un año es un momento propicio para visualizarse en un nuevo futuro, sin carencias, con prosperidad, en amor, con salud y siendo feliz.  Las visualizaciones, que son parte de nuestra imaginación, tienen importancia porque con ellas ponemos en movimiento todas esas hondas de energía que queremos para nosotros y para otros.  Puede ser un momento de creación divina.  Con nuestras visualizaciones podemos crear y construir un mundo mejor. Lo importante es creer en ese pensamiento y actuar sobre él, no empecé a las dificultades o a los retos del camino.  Al famoso científico Albert Einstein, nos dijo que la imaginación es más importante que el conocimiento porque el conocimiento es limitado y la imaginación circunda el mundo.

Para el 2022 quiero imaginar a Puerto Rico con un despertar de conciencia, donde los boricuas, como proyecto de país, finalmente repudiemos la corrupción y la castiguemos más fuerte que las penas que le imponemos a la pobreza en esta isla. Para mí todavía es desconcertante que a la Keleher se la haya dado solo un golpecito en la mano a lo “¡Ángelo eso no se hace!” cuando el Ángel Guardián lo recriminaba por haberse equivocado en algo.  ¿Cuándo vamos a aprender que el/la que le roba a la educación o permite que se le robe a la educación, está robándole a nuestros niños el recurso más valioso que tienen que es la posibilidad de adquirir conocimientos enriquecedores, valores sociales y expandir su capacidad de soñar en grande? Tal vez debemos mirar el ejemplo de Singapur que pasó de ser un país de extrema pobreza a uno de abundante riqueza con la voluntad férrea de un gobernante de erradicar la corrupción.

Mientras en este país no se aprecie el valor del magisterio, mientras la educación no sea una de calidad y prioritaria para la sociedad, el crimen ni la pobreza se van a erradicar. La educación es uno de los pilares fundamentales para tener movilidad social y para poder aprender a tener pensamientos críticos, entre muchos otros beneficios.  Mantener a un pueblo ignorante es una forma de control y manipulación.  Es también la expresión del miedo de los colonos y los gobernantes a que el pueblo sea uno pensante y que aspire por mejores derechos, condiciones de vida y por su libertad. En este 2022, mi visualización para Puerto Rico es que volvamos a ser un pueblo educado en todo el sentido de la palabra.  Así imagino a mi Patria.