A celebrar las navidades hasta el 2 de febrero [¡a pasarlo bien, puej!]

Economia Solidaria

(San Juan, 12:00 p.m.) En Puerto Rico nos vanagloriamos de celebrar las Navidades más largas del planeta. Empero, ¿sabe usted en que se basa esta aserción? Tal vez lo desconozca o si pertenece a la generación de mis hijos asocie el final de las pascuas navideñas con las fiestas de la calle San Sebastián o como se le llama en esta contemporaneidad líquida, la SANSE.

Conversando con uno de mis nietos, salió el tema. Les comparto los detalles de nuestra conversación sobre qué bases se sostiene el planteamiento de la extensión de nuestras fiestas.

Primero, debe quedar claro que la tradición está asociada a nuestra religiosidad, por lo tanto, iniciaremos este planteamiento basándonos en lo que la Iglesia Católica considera las navidades.

Las fiestas asociadas al nacimiento de Jesucristo se inician con el Adviento, el período que señala el comienzo del año litúrgico cristiano y comprende las cuatro semanas anteriores a la Navidad; empieza el domingo más próximo al día de san Andrés (30 de noviembre) y concluyen el primer domingo tras la Epifanía (6 de enero), día en el que los creyentes celebran la fiesta del Bautismo de Jesús. En este año la navidad concluyó entonces el 9 de enero.

Sin embargo, en la antigua tradición y aún mantenida por el Vaticano, la Navidad se extiende hasta el 2 de febrero fiesta de la Presentación en el Templo y de Nuestra Señora de la Candelaria.  Entre el 25 de diciembre y el 2 de febrero se cumple la cuarenta del natalicio del Señor que, en concordancia a la tradición judía, era cuando los recién nacidos se presentaban a los sacerdotes en el Templo de Jerusalén o las sinagogas locales. La festividad también conmemora la purificación de la Virgen María tras el parto (la famosa cuarentena de mis abuelas).

En Puerto Rico es tradicional escuchar hablar de las octavitas, esto es el periodo de siete días que le siguen a la fiesta de los Reyes Magos (desde el 7 al 14 de enero). Estas fiestas surgen porque la iglesia celebra las octavas de los santos o sea siete días después de la fiesta del santo que incluyéndolo son ocho (octavo).

Como somos únicos, luego de las octavitas vienen los octavones o sea la festividad que nos lleva hasta la fiesta de san Sebastián (20 de enero). Si usted es buen matemático y suma entre el 14 y el 20 de enero son seis días), pero el octavón termina el 22. Por allí seguimos sumando octavas llegamos al 29 de enero, pero el 28 la iglesia celebra la fiesta de Santo Tomás de Aquino, máximo representante de la filosofía escolástica medieval, lo que nos lleva cercano al 3 de febrero día de san Blas, obispo de Sebaste y mártir, santo asociado a la salud y al mal de agüero.

Podemos asegurar que las fiestas navideñas boricuas están asociadas al calendario litúrgico católico, pero existe una historia más profunda arraigada en la formación identitaria de la nación puertorriqueña.

Una de las comunidades españolas que más contribuyó a la formación identitaria de los puertorriqueños lo son los canarios. Es a los canarios que le debemos el fervor puertorriqueño a la tradición de los Reyes Magos. Ellos nos inculcaron el canto de décimas a la Virgen y a los Reyes y gracias a su aportación musical nacieron nuestro tiple (heredero del timple canario), bordonúa y cuatro.

Los canarios celebraban promesas a los Reyes a partir del día 7 de enero, estos son celebraciones religiosas en pago por un milagro otorgado por los Reyes Magos. En estas fiestas se cantaban décimas y se rezaba el rosario. Las promesas duraban hasta las fiestas de la Candelaria y san Blas, santos patrones de las Islas Canarias.

Debo aclarar que, si la fiesta se celebra el día 5 de enero, Víspera de Reyes, es conocida en el oeste borincano como velorio, por aquello de estar velando la llegada de los Magos en la madrugada del día 6.

El día 2 de febrero era tradición quemar los árboles de Navidad, esta hoguera era señal de que terminaban las fiestas navideñas y que con la celebración de san Blas (3) se iniciaba un nuevo año. El día de san Blas se amarra en la mano izquierda una pulsera de hilo rojo con siete nudos, considerada como un amuleto para la protección contra las malas energías.

La fogata de la Candelaria con pinos navideñas todavía se enciende en el municipio de Toa Baja, pueblo fundado por canarios en 1745. La fogata es parte de las tradiciones que con motivo de la festividad de las candelas se celebra junto a la antigua ermita de la Candelaria construida en la Hacienda el Plantaje en 1719. La Hacienda el Plantaje era propiedad del famoso corsario negro puertorriqueño Miguel Enríquez, el hombre más rico en el Puerto Rico dieciochesco (siglo 18).

La fogata de Toa Baja es una excepción por el profundo significado histórico-religioso de la festividad, en los demás municipios están prohibidas por seguridad. La mayoría de los pinos terminan en la basura y en algunos pueblos en el centro de reciclaje.

La Virgen de la Candelaria es una de las vírgenes negras, imágenes adoptadas por el catolicismo durante los primeros siglos del cristianismo. El color oscuro de la imagen captó el fervor de los puertorriqueños tanto negros libres como esclavizados y mestizos, la mayoría de la población. El mito de la Candelaria está asociada a la diosa Chaxíraxí, la que sostiene el mundo y madre del dios principal de los guanches, Guaraxíraxí, el sol. En la santería afrocubana la Candelaria se identifica con Oyá, dueña de las puertas del cementerio y Obbá, dueña del cementerio.

Los aborígenes canarios (canari) eran miembros del pueblo berebere, grupo étnico del norte de África. Aunque se les llama guanches a todos los aborígenes canarios estos eran solo el grupo que habitaba la isla de Tenerife. Existe un endónimo (apelativo que un grupo de personas emplea de forma regular y sistemática para identificar a su propio grupo) para cada uno de los pobladores de las Islas Canarias. En El Hierro se les conoce como Bimbaches; Benahoaritas o Auaritas para La Palma; Gomeritas o Gomeros para La Gomera; Canarios para los habitantes de Gran Canaria; y el término Majos para Fuerteventura y Lanzarote.

Al celebrar a los Santos Reyes Magos y sus promesas durante las octavitas y los octavones no solo honramos nuestra fe cristiana, sino que recordamos el legado a nuestra cultura de los canarios y nuestra idiosincrasia como puertorriqueños.

¡Qué vivan los Tres Santos Reyes Magos! ¡Qué vivan los canarios y sus ancestros! ¡Qué viva la PUERTORRIQUEÑIDAD!