Roberto Clemente y el donativo de $5 [¿eufemismo de estado?]

Justicia Social

(San Juan, 10:00 a.m.) Recién sale la noticia de que en lo sucesivo estaremos “donando” $5.00 “obligatorios” cuando tengamos que renovar los marbetes requeridos para transitar nuestros automóviles por las calles de Puerto Rico.  Con la donación obligatoria se estarán recaudando 12.5 millones de dólares, cuyos fondos serán administrados por el Departamento de Hacienda y para uso exclusivo del Departamento de Recreación y Deportes. El marbete tiene la figura de Roberto Clemente, ese héroe nacional e internacional sin parangón.

Aquí viene la indignación, pues el “donativo obligatorio” impuesto por el estado es, eso mismo, un impuesto, una carga contributiva más, que en lugar de llamarlo como lo que es, lo pretenden disfrazar para evitar críticas o señalamientos y el repudio público a un otro impuesto que encarece el costo de vida.  Esa pretensión parece partir de la creencia que los ciudadanos en general son como niños y basta con dorar la píldora para que estén tranquilos.  La única y verdadera razón por la cual los ciudadanos van a terminar donando por obligación, es por que no tienen opción; o lo pagan o no podrán usar sus vehículos para el trabajo, las compras, los paseos, sus negocios y, en fin, para todo lo cual es necesario.

            Una donación obligatoria es difícil de entender.  Primero, consideremos la idea del estado paternalista. Es esa idea política usualmente mal utilizada, mediante la cual el estado asume los roles tradicionales de los padres para protección de sus “hijos” (los ciudadanos) partiendo de la premisa de que estos no pueden tomar las decisiones correctas por sí mismos.  Bajo ese fundamento el estado determina cuál es la decisión correcta y, además, la impone. Ello supone la reducción de la libertad individual e incluso de su voluntad de obrar ante posibles alternativas. Ante esta clasificación -en el asunto que nos ocupa- el estado está tomando la decisión por el ciudadano para que éste done el dinero, pues podría tomar otra decisión, es decir, no donar, lo que implica una mala decisión según la teoría. Es una idea difícil de digerir.

Por otra parte, está el eufemismo. Según el diccionario de la Real Academia Española es una: Manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante.  La palabra donación es mucho más suave y decorosa que tributo, carga, contribución, gravamen, canon, tasa, peaje, arbitrio, o arancel. De esta manera nuestros políticos y burócratas renuncian a la franqueza (ya sé que no es de extrañar) y abrazan la falsedad, e incluso la mezquindad, pues a fin de cuentas su juego de palabras o conceptos le cuesta dinero a la gente.

Finalmente consideremos el oxímoron. Una donación obligatoria es un buen ejemplo de un oxímoron, definido en el citado diccionario como la combinación, en una misma estructura sintáctica, de dos palabras o expresiones de significado opuesto que originan un nuevo sentido. Como vemos el oxímoron debe llevar a entender un nuevo sentido, por ejemplo, “demasiado poco” para expresar la idea de extrema escasez. ¿Cuál sería el nuevo sentido, en este contexto, de la donación obligatoria?  Pues una nueva clavada al consumidor. Oxímoron es una palabra muy pintoresca, en especial porque en Puerto Rico usamos la palabra morón para aludir a la idiotez. (Ver también el citado diccionario.) Realmente no veo la necesidad del estado de tratar a sus ciudadanos como si fueran morones, como si no se dieran cuenta de que la referida donación es otra carga contributiva que de seguro seguirá repitiendo todos los años; que no hay opción de decidir no pagarla y se va a pagar porque todos y todas necesitan sus automóviles en este país sin transportación colectiva éste se considera una necesidad.

La pretensión de engañar a la gente de esa manera demuestra la visión torcida de los políticos y algunos burócratas sobre la gente que los eligen y a quienes se les deben.  Para colmo utilizan la figura de uno de los más grandes personajes de nuestra historia para acabar de dorar la píldora.  La opción para el ciudadano es protestar, levantar la voz, cabildear y presionar para evitar el impuesto, incluso sería ideal un boicot. La idea debe ser combatir la carga contributiva, porque como donación verdadera no tiene nada de malo, si se establece como debe ser, un regalo voluntario de parte de quienes deseen aportar la cantidad que sea para los propósitos del deporte o cualquiera otro loable.

El asunto no es meramente semántico, porque es manipulación, engaño, mezquindad, y lo que hace el estado y cómo lo hace de alguna manera guía a los ciudadanos de cómo va a ser su propia conducta. Es decir, si el estado -y sus funcionarios- utilizan técnicas eufemísticas, de manipulación y engaño, ¿Cómo esperan que se comporte la gente a quienes gobiernan? Hay una dimensión educativa, de honestidad intelectual y de valores que el propio estado está violando, que debería corregir y no permitirlo nunca más.