El Espía de Betances de Hiram Lozada Pérez [presentación pública]

Crítica literaria
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Me pide el autor que presente su obra. Esto me causa problemas, pues la obra, el autor, la trama y los personajes, literalmente me persiguen.  Llevo ya 10 años, presentando la voluminosa obra de Hiram Lozada Pérez, quien es, sin lugar a dudas, un escritor de primer orden.  Es como suelo indicar, un escritor nacional, quien ha sido galardonado con todos los premios nacionales, habidos, y por haber.

           Conozco su obra,  desde su bien cotizada novela Los días de abril (2003), por vía de María Madiba (2014) Los muertos se visten de blanco (2016), hasta su más reciente obra, la que presento hoy, El Espía de Betances.  Mi preocupación, en el mundo de los hermanos, la masonería, y esa violencia masculina tan bien compuesta en el Caribe, que presentar la obra me convierta en un sujeto de la historia, dentro y fuera de la novela, y no pueda por tanto, superar los múltiples dilemas que en la novela se vive.

           Ramón Emeterio Betances, referido en esta novela por Emeterio, es una de las figuras históricas más consistente de nuestra historia nacional. Nació, todo indica, defendiendo la independencia nacional, y murió como tal defendiendo y luchando por el ideal.  Distinto al otro, Eugenio María de Hostos, no murió deprimido.  Murió combativo, dentro de un pensamiento, en la lógica del autor y filósofo Carlos Rojas, más cercano al anarquismo ascendente del Siglo 19, que al socialismo y soberanía de estado del mundo decimonónico. Sí, porque a fin de cuenta, Betances, el que todos y todas veneramos,  es de quien lo interprete.  Betances se convierte en una figura muy maleable si usted cree y coincide con su pensamiento. Ramón Emeterio Betances, es un proyecto por construir.

           En esta lógica es que me acerco con sumo cuidado a esta novela.  Betances no era cualquier tipo. En la obra monumental de Félix Ojeda Reyes y Paul Estrade, cuando Ramón Emeterio Betances, el anciano maravilloso (1996), cumplen con documentar que si algo tenía este insigne boricua, era su capacidad de actuar, o como decimos, vivir de armas tomar.  Sí, Betances era un tipo que se la traía.

           De esta forma, Hiram Lozada Pérez se inserta en esta figura para explorar, como tantos otros, la complejidad del personaje.  Pero con un dato curioso, El Espía de Betances, no es acerca de Betances.  Es acerca del entorno en el cual esté vivió la década más compleja del que hacer soberanista-independentista del Siglo 19: la década de 1860.  De grito en grito, de conspiración a conspiración, de marea alta a marea baja, Lozada desea contarnos como fue la vida de Betances y aquellos que a el lo siguieron.

           Por lo tanto, la figura de Betances se ve abrazada por Segundo Ruíz Belvis, su amor Simplicia y su incondicional Juan Libre, el espía.  Pero estos personajes viven en un Siglo 19, que es difícil de describir, pues transita con demasiados referentes dentro del imaginario del autor, aunque tal vez no de los propios personajes.  Es un imaginario complejo, que de forma curiosa el autor hilvana con frase celebres de Betances, que nos permiten ver sus frustraciones como sus aciertos.

           Desde esta mirada, entendido esto, uno se adentra a la escritura de Hiram, que luego de tantos aciertos literarios, combina referentes que están presente en muchos de sus trabajos.  Desde las apariciones y las voces, hasta el referente de la multiplicidad de las religiones caribeñas, con un pequeño dejo al mundo de la masonería, el cual era emergente en el Siglo 19. 

           Dicho lo anterior pregunta que nos lleva la novela a preguntarnos ¿A qué vinimos?  Desde la mirada de Betances, figura central pero no dominante, la respuesta siempre está ligada a la independencia nacional. Ahora bien, los personajes se entrelazan con el mundo al cual él apuesta, sin desarrollar estos un claro mensaje de cual era su apuesta.

           Para adelantar la independencia, en 30 capítulos, el autor desarrolla una historia en tres niveles.  Sí, son tres historias puestas en el mismo libro, las cuales se vinculan por un hecho ficticio a partir del cual se construye la narrativa:  había un espía, Juan Ordóñez que había venido a Puerto Rico a espiar a Betances.  Betances, le impone un espía, Juan Libre, quien a partir de su inteligencia natural, y no sobre o sube estimada por Betances, determina como engañar al espía Ordóñez.  La historia como es, y al final, un muerto, un asesinato y una persona condenada a la muerte.  Ojo, un hombre negro, es condenado a la muerte (otro más). Esta historia suceda en la década de 1860.

           Mientras de forma paralela, con el objeto con el cual fue asesinado Ordóñez en el Siglo 19, pasa otra historia en el Siglo 20, en  la década de 1930, en Madrid, donde ante la imposición del franquismo, Eulalia, la esposa de un corrupto franquista, Francisco Juan, tiene un primo, Jose Javier, quién es apresado pro el franquismo, por un tal Vicente Ordóñez.  Este lo ejecuta, pero no deja de mirar a Eulalia, a quien desea. En fin, cosas de fascistas, venerados o normalizados en la novela, pero que tiene un detalles curioso: habían heredado por robo y extorsión, el cofre donde Betances y su gente en el Siglo 19, habían guardado la historia del otro Ordóñez y el final fatal del negro Juan Libre.  Así las cosas, el mismo artefacto con el cual murió uno en el Siglo 19, muere el otro en el Siglo 20.  La diferencia es que Eulalia, y su fiel asistente Mariíta, fueron exoneradas. Cosas del destino. Las mujeres eran blancas.

           La novela se organiza a partir de tres momentos de cambio de argumento (chance plot), los cuales nos ayudan a entender cada una de las historias que se cuentan.
           Por otro lado, la novela tiene un diálogo con varias películas.  Traigo a la atención The French Liutenant Woman (Dir. Karel Reisz, EE.UU, 1981). Pero también pienso en Dario Fo, y en sus finales que nunca terminaban.  En particular Accidental Death of an Anarchist (Autor, Dario Fo, Italia, 1970).

           En fin, la novela termina en un tercer encuentro. Entre la sobreviviente Mariíta, una franquista venida a Puerto Rico, y el escritor.  Esta devela la historia, y el escrito la asume.
           La novela es importante, pues opera como una película de cine.  Vale la pena leerse.  Vale la pena pensarse.  Pero ojo, que las líneas, algunas pueden ser contradictoriamente conservadoras, para un mundo en movimiento lleno de complejidades.

           A Hiram le deseo larga vida. Sobre todo mucha lucidez para seguir escribiendo.  Este texto es una valiosa contribución para seguir explorando el Siglo 19, la lucha por la independencia de Puerto Rico y sobre todo para entender la figura de Ramón Emeterio Betances.