Bell, book and candle [la librería] en mis recuerdos

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Hoy quiero debo salirme del hilo conductor de Luis Negrón y meterme en el de Europa Piñero González y Armindo Nuñez para hablarles de una joya desaparecida en la Ave. De Diego 102, Santurce: La Librería Bell, Book and Candle. De Europa porque trabajó allí y de Armindo porque compró cientos de libros allí.

Mi amigo el estudioso Javier Almeyda-Loucil me indicó que en los años 70 en Santurce polulaban las librerías.  Además de Bell, Book & Candle, estaban la Librerie Francaise en la Calle Loiza, La Cervantes y La Cultural Puertorriqueña en la Ave. Fernández Juncos y Las Hijas de San Pablo, La Milagrosa, Inc., La Minerva y la Technical Books, Inc. en la Ave. Ponce de León, entre otras.  La verdad que conseguir una foto de la librería se me convirtió en un reto.  Pero gracias a la divina Silvia Álvarez Curvelo quien me indicó que solo el increíble Wilbert Pagan Rivera, uno de nuestros más destacados diseñadores y coleccionistas podría tenerla y acertó.

Con cierto requemor me acerqué al consabido mundo feisbuquero para comunicarme con José Joaquín Villamil, Economista y Presidente de la Junta de Directores y Principal Oficial Ejecutivo de Estudios Técnicos y quien fue el fundador y dueño de la Librería Bell, Book and Candle”.  La verdad que no creía que me contestaría y me equivoqué:  mantuvimos una conversación abierta y franca donde me contó los dolores de parto y las alegrías que les trajo el proyecto.  “Abrimos a principios de los ’70 en la Calle Magdalena. En el 1976 compramos el local aledaño,  y creció la librería hasta contar con 3,500 metros cuadrados de espacio.  Nuestra especialidad era traer las mejores editoriales.  Recuerdo a la Gran Mariscal Ayacucho, Meght Art Books de Paris, Alianza Editorial, Thames and Hudson, entre muchos otros.  Pronto nos convertimos en un verdadero Centro Cultural de San Juan con exposiciones, presentaciones de libros, teatro y distribución de libros.

Luego de 10 años de duro trabajo, me enfermé y me retiré del mundo de los libros.”  Como buen economista me dejó un mensaje final: “Debo recalcar que a pesar el placer que viene con las librerías, no son negocios rentables…”