Soñando despiertos: restauración de los murales de Frade

Historia

En la unión está la fuerza. No cabe duda que cuando dos o más personas piensan lo mismo, esa acción se realiza. Hace un tiempo atrás, un grupo de amigos cayeyanos: Doctor Ángel Rodríguez y su esposa Carmen Yumet, Doctor Carlos Nogueras y su esposa Millie González y los licenciados Kermit e Igor Ortiz se reunieron y plantearon una importante inquietud: los Murales del artista Ramón Frade en la Iglesia Nuestra Señora de la Asunción de Cayey están muy deteriorados y es necesario unir esfuerzos para restaurarlos.

 

  La verdad que esta servidora desconocía a este grupo de distinguidos cayeyanos, pero un 25 de abril de 2022 me enteré de su interés por la recuperación de estos icónicos murales y resultó ser una inquietud en común. En esa tarde también conocí a los profesores, Antonio Martínez y Johnny Lugo, quienes se ofrecieron libre y voluntariamente, a realizar un análisis lumínico para constatar el estado de los murales. Dicha misión se cumplió el pasado 16 de junio de 2022 cuando estos destacados especialistas visitaron Cayey y efectuaron el estudio lumínico.

    A este esfuerzo se unió el alcalde de Cayey, honorable Rolando Ortiz Velázquez que acudió a la Iglesia Nuestra Señora de la Asunción para conocer a los distinguidos académicos  Martínez y Lugo y observar cómo avanzan las evaluaciones para la recuperación de los murales.

Su Historia y Significado

   Para que se comprenda este esfuerzo por la recuperación de los murales del maestro Frade se tiene que entender también su historia y su gran significado. Por ello, primero veamos, quién fue el pintor cayeyano de los murales, Ramón Frade de León (1875-1954). Además de pintor fue arquitecto, ingeniero, agrimensor y uno de los artistas plásticos más activos a comienzos del siglo XX en Puerto Rico. Vivió los primeros años de su vida en la República Dominicana, donde inició sus estudios de Arte en la Escuela Municipal de Dibujo de Santo Domingo y recibió lecciones del pintor realista francés Adolphe Laglande. También asistió al taller del pintor dominicano Luis Desangles en 1893.

 

 

Permaneció unos años en Puerto Príncipe, Haití, regresó a Puerto Rico en 1902 y posteriormente viajó por Latinoamérica, Francia e Italia. En 1927 completó estudios de arquitectura por correspondencia, y se desempeñó igualmente como Ingeniero Civil y Agrimensor. Su obra artística se caracterizó por el realismo académico reflejando el paisaje y el paisanaje puertorriqueño, por ello, su representación del campesino en la obra El Pan Nuestro (1905)se ha convertido en ícono del arte de nuestro país.

 

  En segundo lugar, debe conocerse la trascendencia del lugar donde se encuentran los murales y es que la Iglesia Nuestra  Señora de la Asunción en Cayey es un monumento de importancia histórica y arquitectónica. Su construcción data de finales del Siglo XVIII y principios del XIX y su estructura se culminó en 1815, aunque su torre actual, obra de José Cánovas, se concluyó en 1889.Esta iglesia conserva muchos de los elementos de su construcción inicial, tales como las paredes de mampostería, las sacristías, las arcadas interiores, las cúpulas y la bóveda, espacios que siguen manteniendo su masa y volumen original.

 

  Su fachada principal, como es tradicional, mira hacia el oeste, su planta es rectangular y está dividida en tres naves, donde destaca la nave principal que está cubierta por una bóveda de medio cañón y articulada en su interior y exterior. En este recinto se encuentran cinco ventanas a cada lado de su claristorio que permiten la entrada de luz al interior, un espacio que se caracteriza por ser sobrio y modesto en relación a los demás elementos estructurales.

 

La antigua y emblemática edificación aún conserva las puertas laterales originales y respecto a su exterior es de línea clásica, articulada con contrafuertes coronados por pináculos en los laterales. Dicha ornamentación, junto a las múltiples cúpulas le dan una riqueza especial y volumétrica a la estructura.

 

Una tercera razón para comprender lo transcendental de recuperar esta obra es el valor de la composición de los Murales de Frade . En el Museo Pio López Martínez, donde se alberga la obra de Ramón Frade, se asegura que una de las obras más controversiales de este maestro es el mural "Nuestra Señora del Perpetuo Socorro" realizado en la Iglesia Nuestra Señora de la Asunción en Cayey. La historia de este mural es particular, fue eliminado de las paredes de dicha iglesia a final de los años 60 y principios de los 70 del pasado siglo. Algunos alegan que estaba muy deteriorado pero la gran mayoría del pueblo cuenta que solo hubo un mural y que permanece todavía en la iglesia. Lo cierto es que Frade pintó dos murales o mejor dicho, altares. El primero, "Altar Nuestra Señora de la Merced" en 1945 y "Altar Nuestra Señora del Perpetuo Socorro" en 1954.

El primero se conserva todavía mientras el segundo no corrió igual suerte y su desaparición (o mejor dicho, destrucción) está rodeada de prejuicios, mitos y algunas leyendas. En este altar, Frade incluyó en su composición un angelito negro y lo ubicó en una jerarquía mayor a la de los otros dos angelitos blancos que completan la obra pictórica. El angelito negro llevaba en sus manos una paloma blanca y arriba, casi imperceptible  Frade pintó un Jesús niño crucificado.

Por mucho tiempo, se ha pensado que el angelito negro fue blanqueado en el mural que sobrevive, sin embargo, se presume que en esa obra nunca hubo angelito negro y solo uno de ellos tiene el pelo rizo, crespo, pero es blanco. El famoso angelito negro de Frade desapareció, fue raptado de las paredes de la Iglesia Nuestra Señora de la Asunción y  aunque intuimos, desconocemos del todo las razones, si las hubo. Sin duda, el mural es una muestra de lo adelantado del pensamiento de Frade en aquellos momentos.”

El escritor cayeyano, Héctor Vega argumentó en una serie de escritos en el Periódico La Semana sobre este tema del Mural a la Virgen del Perpetuo Socorro y dijo: "Fue derribado por el Padre Julio Fernández Domínguez, en 1961, porque la humedad absorbida por la pared era de tal magnitud que, prácticamente se había chupado la pintura de todo el mural. La restauración hubiera sido tan costosa que hubiera sido imposible tal tarea". Estas aseveraciones recuerdan ese adagio que dice de "buenas intenciones está empedrado el camino que lleva al infierno"; además, hay que advertir que saber pintar no implica que se es restaurador; y digo más, en Cayey no hay restauradores y en Puerto Rico, si acaso unos pocos.Díganme cuántos mecenas hay en Cayey y con cuánto se hubieran apuntado para emprender la restauración?”.

 Al momento que el Mural del Perpetuo Socorro fue borrado era alcalde Rafael Coca Navas y él le contó al escritor Vega lo siguiente: “La pared de Don Monche está agrietada y construyeron algo para la imagen de la Virgen y lograr salvar la pintura”.

Por ahora, toca esperar el resultado del análisis lumínico para evaluar los próximos pasos a realizar, porque definitivamente, la meta es poder restaurar los Murales de Frade.