La furia de Fiona

Creativo

Antes de la llegada del Huracán Fiona al archipiélago puertorriqueño, comencé a leer memes que mis amistades subían en Facebook sobre la princesa Fiona, la pareja del simpático ogro Shrek:

“Aquí pensando si los visito, tranquilos todo va a estar bien”, “Hola familia voy a estar visitándolos este fin de semana, no tienen que hacer nada para esperar por mí. No se preocupen yo doy una vueltita y me voy rápido; le voy a echar un poquito de agüita a sus matas y ya no hay problema bye, nos vemos”, “Ya estoy a punto de irme espero que no haya hecho mucho daño”. La alegría del puertorriqueño es conocida. Hay quienes afirman que los boricuas cogen todo a relajo aún en los momentos de seriedad. Aquel que lo ponga en duda debe leer el ensayo La guagua aérea de Luis Rafael Sánchez.

Entonces el domingo, 18 de septiembre de 2022, sentimos los embates del Huracán Fiona. Fue así como se acabó el eterno relajo cuando la isla volvió a quedar en total oscuridad. Los memes del característico vacilón se transformaron en mensajes con los quejidos de la gente que no tenía luz, agua, internet. Regresaron los tiempos de María. El ruido ensordecedor en las noches de los generadores. Cuatro letras asomaban por doquier: LUMA, LUMA, LUMA. Las Doñis se manifestaron en contra de la compañía con sus cacerolas en la calle Fortaleza. Las cagás de madre no cesan y rechinan en los oídos del presidente de la corporación Wayne Stensby. Los honorables en la casa de las leyes hacen un juicio mediático pidiendo a gritos que se cancele el contrato. No obstante, un amigo compartió en su muro tres primeras planas del periódico El Nuevo Día. En mayo de 1973, se publicaba con letras grandes negras: “Incontenibles los apagones. Afectada la mayor parte de la isla.” Así mismo, la portada de septiembre de 2004 era alarmante: “La isla a oscuras” y la de septiembre de 2016 decía: “Mayor apagón en 36 años.” Lamentablemente, la memoria histórica de los puertorriqueños es selectiva, solo recuerdan lo que quieren.

Sin embargo, acá desde la cordillera central, en silencio leo los mensajes de muchos cuestionando por qué no les ha llegado el cheque de setecientos dólares de FEMA. Esa es la diatriba del colonizado seguir esperando a Godot mientras disfrutan del baile, botella y baraja. En varias tiendas ya llegó la Navidad sin haberse ido el otoño. Ayer fui a comprar varios artículos en una megatienda donde irónicamente se escuchaba de manera estridente, la famosa canción El fua de Alfonso Vélez.

Por mi parte, dejé de publicar en Facebook mis desgracias porque son mías. Tampoco espero ninguna ayuda gubernamental y mucho menos federal. Aprendí a levantarme, a ponerme en pie, porque la vida continúa. El Trópico es la ruta de los huracanes y tormentas. Contra eso no podemos hacer nada si es que queremos seguir viviendo en un país que se cree del primer mundo.