Serenata para Isabel Rosado Morales [que se celebró hace 3 años]

Voces Emergentes

La monoestrellada enmarcó, el domingo, la caminata de una veintena de personas desde la casa de la líder nacionalista Isabel Rosado Morales, en el sector Chupacallos de Ceiba, hasta el cementerio del municipio, donde yacen los restos de la mujer que dedicó su vida a luchar por la independencia de Puerto Rico.

El recorrido tenía como objetivo llevar una serenata y una ofrenda floral a la tumba de la “Flor de Guayacán”, con motivo de la conmemoración de los 112 años de su natalicio.

Una vida dedicada a la independencia, la educación y los derechos de las confinadas El acto en recordación de “Isabelita”, como cariñosamente se hacía llamar la educadora y trabajadora, fue también una exaltación de sus aportaciones en una época de intensa persecución política en Puerto Rico.

A los 42 años, fue sentenciada a 15 meses de prisión en la cárcel La Princesa, del Viejo San Juan, por violar la Ley de la Mordaza, promulgada en 1948 para castigar “el fomentar, abogar y aconsejar o predicar, voluntariamente o a sabiendas, la necesidad, deseabilidad o conveniencia de derrocar, destruir o paralizar el Gobierno Insular por medio de la fuerza o la violencia”. La legislación fue declarada inconstitucional años más tarde.

Rosado Morales enseñó a leer y a escribir a sus compañeras de celda, y asumió la alfabetización de sus compañeras como uno de sus propósitos dentro de la instalación penitenciaria.

 

En 1950, cuando sucedió el tiroteo en la Casa Blair en un intento por asesinar al entonces presidente de Estados Unidos, Harry S. Truman, las autoridades vincularon a la maestra y a otras nacionalistas con los actos y la condenaron a 17 años de prisión.

La nacionalista consiguió su libertad a los 10 años, luego de redactar un habeas corpus y conseguir la visita del entonces secretario de Justicia, Rafael Hernández Colón para entregárselo personalmente. En este segundo encarcelamiento, mantuvo la defensa de los derechos de las confinadas, se opuso a los trabajos forzados, y abogó por las condiciones de trabajo de las oficiales de seguridad.

“Sus luchas fueron movidas por el amor y la solidaridad”, destacó la portavoz del Comité Pro Derechos Humanos de Puerto Rico, Rita Zengotita, frente a la tumba de la líder. Justo en la tarja de mármol que identifica el lugar están grabadas sus palabras: “que mi Puerto Rico sea liberado, luchando por mi Borinkén, mi Isla”.

La imagen de Isabel, ataviada con una boina y la cruz potenzada, símbolo del Partido Nacionalista de Puerto Rico, resalta el arte encomendado por el Comité de Amigos de Isabel Rosado Morales, seguido por el fragmento del poema Oscar ante el cuerpo de Isabel, que escribió el profesor universitario Francisco Jordán:

 

“¿Ahora podrás hablar

con Don Juan y Don Pedro

y discutir con ellos

con nuevos argumentos?

¿Ver a Carmín (Pérez) y a Blanca (Canales)

y a todos nuestros muertos

que viven en el alma

de nuestro amado pueblo?

¿Saludar a (Ramón Emeterio) Betances,

(Eugenio María de) Hostos y Filiberto (Ojeda Ríos),

a los héroes de Lares

y a aquel que hace dos siglos

al Gran Libertador

propuso con empeño

el plan libertador del pueblo borinqueño?

“Isabel Rosado siempre fue la militante comprometida con todas las causas y que siempre se sentía en la necesidad de aportar porque Isabel se pasaba recogiendo dinero para apoyar las diferentes luchas y a las diferentes compañeras y compañeros en situaciones difíciles”, añadió Zengotita al destacar que, muchas veces, vemos a la gente que lidera la lucha política como héroes y heroínas, pero conocemos muy poco de cómo son.

“Son buenos seres humanos y yo creo que eso es importante. Ella (Isabel) y otros compañeros y compañeras dedicaron su vida a la patria. A veces, los tenemos al lado y apenas conocemos quiénes son”.

Los caminantes colocaron flores y el artista Benito de Jesús entonó melodías para Isabel. El exprisionero político puertorriqueño Adolfo Matos Antongeorge cargó la bandera puertorriqueña hasta el cementerio. Durante el acto de recordación, rememoró que Isabelita nunca se olvidó de enviarles cartas a todos los que cumplieron sentencias en cárceles estadounidenses.

“El recibir una tarjeta con cualquier cantidad de dinero, que podía ser $10, eso era lo más grande. Era un gesto muy significativo y de mucho valor. A nosotros nos daba mucho ánimo”, dijo. Jordán destacó la importancia de Isabel en el movimiento libertador de Puerto Rico.

“Isabel (Rosado) siempre fue vista públicamente como la persona que ayudaba a Don Pedro (Albizu). Cuando la fueron a arrestar (en la residencia que ocupó Don Pedro en la intersección de la Calle de la Cruz y la Calle Sol, en el Viejo San Juan), la Policía dijo: ‘Esta es la señora que cocina’. Isabel nunca cocinó en su vida”, contó.

Sin embargo, al interior del Partido Nacionalista, Rosado Morales se unió a puestos de dirección para el área de Humacao cuando las juntas estaban constituidas solo por hombres.

Su aportación es mucho más abarcadora. De acuerdo con el profesor universitario del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico, Isabel Rosado Morales consiguió que las mujeres lograran tener responsabilidades sensitivas, dentro del Partido Nacionalista.

Como evidencia, los expedientes de Pedro Albizu Campo incluyen información que la identifican como una de las personas de mayor influencia en la colectividad política.

Su labor incluyó operaciones dentro de Estados Unidos, llegando hasta Nueva York para dar instrucciones sobre cómo atacar diferentes frentes como una continuidad de la revolución por la independencia de Puerto Rico.

“Por ella y otras mujeres, como Lolita Lebrón, Carmín Pérez, Blanca Canales, entre otras, la mujer tuvo una importancia vital para la lucha que se tuvo que dar para liberar al pueblo”, expuso Jordán.

Zengotita, por su parte, recordó que, antes de morir, Isabel le encomendó que no permitiera que se le identificara como la cuidadora de Albizu Campos, sino como una mujer que se movió a través de toda la isla, en función del Partido Nacionalista. Insistió en que Rosado siempre tuvo responsabilidades de inteligencia, de las más sensitivas y de relevancia dentro del movimiento.