Reclama la Independencia

Agenda Caribeña
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Creo que la mayoría de los puertorriqueños deben reclamar la independencia de Puerto Rico. Sirve para satisfacer la necesidad de aliviar la desesperanza y la fatal realidad. Vivimos tiempos de incertidumbre económica en lo local y lo internacional. Eso nos debería obligar a tener el control de nuestro destino como pueblo. Sí, somos un pueblo geográfica, étnica y culturalmente distinto al de los Estados Unidos. Esos elementos, antes mencionados, son los que se recogen para definir que es un pueblo para el derecho internacional. Esos elementos están siempre presentes en nuestras vidas y nos acusan de ser un pueblo; “boricua pa’ que tú lo sepas”.

En un reciente artículo publicado en el periódico Primera Hora, bajo el título “El País Que Todos Queremos” por Osman Pérez Méndez (11/16/2022), se recopilan dos cuadros que se proyectan para el 2047, uno el que seremos y otro al que debiéramos aspirar. Pintan un cuadro trágico para el 2047, que no hace falta esperar ni un día más excepto para que se alcancen números aún peores, tanto en lo económico como en lo climático, pero con menos puertorriqueños y más extranjeros. Lo irónico es que ellos señalen que se pueden alcanzar resultados diferentes y hasta opuestos sin mencionar siquiera que ocurran cambios en nuestra relación colonial con los Estados Unidos.

Al parecer, según los profesores consultados, en la colonia todo es posible y se puede ir del infierno al cielo sin cambiar nada en nuestra relación política. En realidad, de lo que depende, según estos profesores, es de cómo utilicemos sobre 80 mil millones de fondos federales que hay aprobados. Eso hace suponer que eso de cómo utilizar esos fondos lo decidimos nosotros. Para que tengan una idea, en Haití cuando ocurrió el terremoto, los norteamericanos le asignaron 8 billones para su rescate y de esos menos de medio billón llegó a manos del gobierno haitiano. Pero si de ejemplos recientes se trata, miren la contabilidad de 52 mil millones aprobados para ayudar a Ucrania y de 37 billones más que están en camino. A Zelensky solo le faltan nuestros profesores para que le den idea de cómo se pueden utilizar esos dólares.

Y es que resulta cuando menos incómodo ver como intelectuales puertorriqueños pierden de vista que este desastre es el resultado de un proceso colonial. Eso quiere decir que se gestiona, por muchos medios, el mantenernos en un estado de dependencia y efectivamente divididos. Por eso habrá que añadirle que están divorciados de la realidad porque estos profesores se van al extremo, como los economistas, para hacer proyecciones “Ceteris Paribus”, es decir todo lo demás se queda igual. Claro, pueden proyectar unas aspiraciones para solucionar un problema que pueden describir muy bien pero no saben de dónde les viene. Quizás por eso pueden fantasear con las ideas de cómo utilizar asignaciones federales, que según su diagnóstico es parte del problema, sin explicar cómo hacer para desaparecer las causas.

Hay razones políticas de peso para reclamar nuestra independencia. “Todos los pueblos tienen el derecho de libre determinación. En virtud de este derecho establecen libremente su condición política y proveen asimismo a su desarrollo económico, social y cultural.” Así lo establece el primer inciso del artículo primero del “Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos” en vigor desde 1976 y firmado por 173 países. El mismo pacto fundamenta ese derecho en el segundo inciso que dice eso será; “Para el logro de sus fines, todos los pueblos pueden disponer libremente de sus riquezas y recursos naturales, sin perjuicio de las obligaciones que derivan de la cooperación económica internacional basada en el principio del beneficio recíproco, así como del derecho internacional.” Los puertorriqueños necesitamos y debemos tomar la decisión de iniciar ese proceso de libre determinación como lo establece la resolución 1514 XV de las Naciones Unidas.

¿Cómo debemos iniciar ese proceso de libre determinación? Debemos comunicarle al mundo y al gobierno de Estados Unidos, nuestro deseo, irreversible e irresistible, de lograr nuestra independencia como pueblo. Esa iniciativa debe nacer de nuestra asamblea legislativa que es el órgano que representa a todas las vertientes políticas de mayoría y minoría en Puerto Rico. Se debe levantar un legislador, o legisladora, puertorriqueña y presentar esa resolución haciendo esa proclama. Lo deberá hacer cuantas veces sea necesario hasta su aprobación en ambas cámaras.

La importancia de ese acto es obvia. Además, se acaba el cuento de que los puertorriqueños no estamos unidos para resolver nuestro problema colonial. Por otro lado, se debe incluir en esa resolución algo que es de interés para todos los puertorriqueños que desean acabar con la desidia de los norteamericanos de resolver nuestra condición colonial. Eso es pedirle que cumplan el deber de informar al Comité para la Descolonización de la ONU, bajo el artículo 73 del capítulo XI de la Carta. 

Colocar a Estados Unidos en el deber de informar es útil a todos los puertorriqueños por igual. Esto permitirá que los norteamericanos se vean, presionados por la comunidad internacional, obligados a comprometerse no solo con nosotros sino con los demás pueblos del mundo a cumplir con estos informes para demostrar el alcance obtenido por Puerto Rico en las áreas económicas, sociales y educativas.

La independencia no fantasea con los fondos federales. Sabemos que es el estado colonial de dependencia la causa del actual estado de la economía sin crecimiento, con la fuga de profesionales, el desplazamiento poblacional, el rentismo financiero, la especulación con los bienes inmuebles, el despojo de los haberes del gobierno y la privatización de los servicios esenciales. Eso mantiene un pueblo en el hacinamiento con miles de hogares donde conviven más de una familia. Miles viviendo en la precariedad de sueldos de hambre, miles que buscan tener más de un empleo, miles que viven en la ilegalidad de tener subsidios gubernamentales, pensiones de seguro social y a la vez empleos fuera de nóminas o pequeñas empresas de ventas de todo tipo de productos caseros y artesanales para reunir el pan nuestro y poder pagar por todas las facturas y para hacer de tripas corazones y vender el desayuno para comprar el almuerzo. La colonia es también ver como una clase política entregada, a intereses imperiales, le impone a todos la responsabilidad de pagar las deudas del desgobierno colonial.

Ser independientes asume, no supone, que somos nosotros los que vamos a transformar esa realidad con los recursos de nuestro pueblo, con nuestro trabajo y con nuestro ingenio. Tenemos los hombres y mujeres capaces para lograrlo y a eso le añadimos las herramientas de la soberanía que nos permiten entrar al juego y el acceso al libre intercambio con otros países como resultado lógico de ese mismo hecho. Serán nuestras decisiones y nuestras acciones las que enfrentarán los escollos del coloniaje. Romper con la dependencia como el adicto en frío y lograr las alianzas de negocios que faciliten el crecimiento y fortalecimiento de nuestra economía. Existen numerosas oportunidades para enfrentar la crisis energética, el abaratamiento de costos de transporte y de mercancías, acceso a mercados nuevos e intercambiar recursos, así como acceder a nuevas tecnologías. Todo dentro del marco real y posible de la independencia.