Visita a Phnom Penh Camboya

Caribe Hoy

En 2020 cuando la pandemia del Covid-19 nos encerró tenía planificado viajar a Vietnam y Camboya.  Luego de tres cancelaciones finalmente estoy en el proceso de poner una nota de cotejo a este punto en mi agenda de vida.  El viaje para Asia es fuerte, dura alrededor de 25 horas contando tiempos de espera. Partimos de Nueva York hacia Seúl, esta sección del viaje fue 14 horas corridas. Luego de un cambio de avión y cinco horas mas de vuelo llegamos pasada la medianoche a Phnom Penh, capital de Camboya. Son 11 horas de diferencia con Puerto Rico así que cuando en Borinken son las 4 de la tarde del sábado, en Camboya son las 3 de la mañana del domingo.

Para 1920 a Phnom Penh se le conocía como la Perla de Asia. Así fue por las próximas cuatro décadas.  Sin embargo, durante la Guerra de Vietnam, Camboya fue utilizada como base por el Ejército Popular de Vietnam y el Viet Cong. La ciudad se llenó de miles de refugiados que buscaban escapar la guerra entre las tropas de su propio gobierno, el Ejército Popular de Vietnam, el Viet Cong, los vietnamitas del sur y sus aliados, los jemeres rojos y los ataques aéreos estadounidenses.  Esta guerra y el Viet Cong por muchos años hasta no hace tanto dislocaron las vidas de los camboyanos. La anihilación de gentes fue un gran genocidio tal como lo fue el de judíos por los alemanes.  Para llegar al día presente e insertarse en el siglo 21, el Camboya ha tenido que hacer grandes esfuerzos por sanar unas cicatrices profundas que crearon fisuras mayores en la siquis de muchas personas.

Con mucho cansancio, pero prestas a romper el “jet lag” a la fuerza, ya a las nueve de la mañana hora local estábamos listas para empezar a explorar la ciudad.  Hacía mucho calor, igual que en nuestra isla del encanto, pero no sentí tanta la humedad. Nos hospedamos cerca del rio Tonle Sap así que caminamos en esa dirección. Las gentes agradables y con deseos de servir, y por supuesto ganarse su sustento. Al salir del hotel los conductores de tok-tok enseguida nos ofrecieron transportación, pero estábamos en las de caminar. Camboya es un país pobre y sus calles no se destacan por ser las mas limpias.  Sin embargo, las calles están bien embreadas (toma nota Puerto Rico).

Caminamos al mercado local.  Desde hace un tiempo disfruto mucho visitar los mercados, las plazas, las ferreterías y los colmados de los lugares donde viajo.  Esos lugares me permiten percibir la cotidianidad de la vida diaria del país.  El mercado local estaba bien activo.  El hedor era fuerte en todos lados.  Venden de todo, ropa, maletas, productos de belleza, zapatos, frutas, vegetales, carnes, pescado y mucho más. En el camino nos topamos con un timbiriche de masajes dado por ciegos. Mi comadre, que es mi compañera de viaje me animó a entrar.  En los países asiáticos el masaje es parte del tratamiento común que usan las personas para mantener sus cuerpos saludables. También degustamos la comida camboyana, que por cierto es riquísima.

Al día siguiente visitamos el Palacio Royal. Unos edificios históricos de gran belleza donde vive el emperador.  Por cierto, nuestro guía local, Som, nos explicó que el emperador actual es un monje budista, soltero y sin descendencia que vive una vida muy frugal y sencilla. Su sucesor va a ser seleccionado entre sus sobrinos. También visitamos el Museo de Tuol Sleng, este es un museo de la UNESCO, y es mejor conocido como la Prisión S21. Originalmente el lugar era una escuela secundaria, pero durante la dominación del Viet Cong fue tomada por las fuerzas de Pol Pot y convertida en el campo de prisioneros S-21.  Allí las personas eran detenidas y torturadas. Pol Pot usando treta y engaño, en tres días, logra evacuar a todos los residentes de la capital y que son enviados a granjas rurales y forzados a hacer trabajos rudos. Los llamaron “gente nueva". Pol Pot buscaba recuperar la economía agraria. Para logar esto sin oposición, muchos ricos y educados fueron asesinados. Se les acusaba de vagos, espías o enemigos políticos.  En el S-21 conocimos dos ancianos sobrevivientes que venden sus libros con sus historias.

La educación era vista como una amenaza al poder. La gente ignorante es más fácil de dominar y manipular.   No puedo evitar pensar en Puerto Rico y el daño que el gobierno ha hecho y continúa haciendo al erosionar la educación pública del país. Un pueblo sin educación no es nada.  La educación es la mejor inversión que un país puede hacer a su pueblo. ¿Cuál es el miedo a tener mentes críticas y pensantes? Bueno, por el momento, sigamos en Camboya.

La historia de nuestro guía local, Som, es una interesantísima. Som es un hombre menudo, guapo, de hablar suave y pausado, con una sonrisa cálida y una honestidad natural emana de su forma de hablar y actuar. Él fue secuestrado y tomado como esclavo cuando era un niño de 7 años su trabajo era espiar para el gobierno de Pol Pot. De ahí pasa al ejército popular de Pol Pot, al cual perteneció hasta casi los 18. Era un soldado cualquiera, sin educación. Seguía ordenes sin pensar. Cargaba su AK-47 y la usaba según le fuese ordenado. No cuestionaba nada.  Sin embargo, para lidiar con el peso de esa vida hostil consumía mucho alcohol y marihuana. A pedidos de su madre, a los 19 años ingresó en un monasterio budista.  Allí estuvo dos años lidiando con sus demonios hasta que entendió sus circunstancias, se perdonó y perdonó a los que le hicieron daño. En términos budistas, se iluminó. Me relató que su proceso fue uno fuertísimo, pero la persona que es hoy día a sus 50 y pico de años no es ni la sombra de aquel niño secuestrado y vejado por un sistema de violencia y crueldad. Una mirada a Son jamás hubiera revelado una historia tan cruenta.  Jamás nadie pensaría que ese ser humano iluminado frente a nosotros hubiese experimentado tanta maldad. Su historia me dio esperanza en que hay otras formas de recobrar a nuestros jóvenes y domesticar la violencia que nos afecta como sociedad.  También me hace repensar en las grandes deficiencias que tiene nuestro llamado modelo de rehabilitación penal.

Les comparto que estoy apenas comenzando un viaje que sin duda va a brindarme más y diversas formas de aprendizaje de lo que esperaba.  Al visitar otros países, otras culturas, al entender las situaciones de vida y las formas de superación ante adversidades mayúsculas, siento esperanza dentro de la desesperanza que vive Puerto Rico.  Por el momento esas han sido mis vivencias en este viaje, luego les comparto más.