¡Francia en llamas!

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La aprobación por decreto del primer ministro Macron de la reforma de pensiones el 16

de marzo, aumentando edad, años y aportes para jubilarse, incentivó la rebelión obrera y

popular. Ya van casi tres meses de protestas, con manifestaciones que agrupan a

millones de personas en todo el país y con jornadas de huelga. La decisión del Consejo

Constitucional de validar el texto principal de la reforma y la promulgación de la ley,

por Macron, a las 3 y 28 de la mañana del 15 de abril le metió más leña al fuego de la

crisis política y social del país.

Como lo expresó un manifestante “¡Ya no es sólo por las pensiones, es por todo!” El

grito de ¡Fuera Macron! y las estrofas del himno La Marsellesa, que para los franceses

está asociado a las revoluciones y rebelión popular, inundaron las calles.

El decreto de Emanuel Macron, se basó en el artículo 49.3 de la Constitución, permitió

sacar adelante la ley sin aprobación legislativa.

Esta aprobación por decreto es evidentemente antidemocrática, ya que una amplísima

mayoría de franceses, un 70% según encuestas, se oponen.

Además de millones de manifestantes, hombres y mujeres, de todas las edades, jóvenes

y también jubilados, la agencia France 24, señala que "una amplia mayoría de los

franceses también ha expresado su apoyo a las huelgas pese a que han interrumpido las

clases, el transporte público, aviones y trenes, y la recolección de basura".

En lugar de favorecer la resignación, la aprobación con el polémico artículo 49.3 de la

Constitución acentuó la indignación. Del rechazo de la reforma, se ha pasado a una

contestación más generalizada contra Macron y el sistema vertical y presidencialista de

la Quinta República, además de la denuncia de la violencia policial contra

manifestantes.

En esta nueva etapa del proceso, uno de los datos más relevantes es la entrada masiva

del movimiento estudiantil y juvenil.

La derrota de Macron en la Asamblea Nacional (parlamento) se explica también por

esta gran presión popular, que hizo que hasta los diputados de la ultraderecha que

encabeza Marine Le Pen, tengan que oponerse a la reforma. Aunque muchos de estos

mismos diputados actuaron como cómplices, cuando pocos días después no votaran a

favor de la “censura” a Macron que hubiera provocado su caída y la anulación del

decreto.

La rebelión obrera y popular, ya van, al momento de escribir esta nota, por la undécima

marcha masiva con millones de personas en decenas de ciudades y numerosas huelgas

en diferentes sectores como transporte, recolectores de basura, educación, puertos,

electricidad, etc. Y después de la aprobación por decreto por Macrón las movilizaciones

dieron un salto, entraron en una nueva etapa exigiendo en las calles que se vaya

Macron, y comenzaron también enfrentamientos por represión policial.

 

Según informaciones policiales, sólo en el pasado jueves 23 de marzo, a una semana del

decreto repudiado, las protestas masivas dejaron un total de 457 detenidos y 441

policías y gendarmes heridos.

Muchos medios ya comparan lo que sucede con mayo del 68, la gran rebelión obrera y

estudiantil francesa posterior a la Segunda Guerra Mundial.

“¡Queremos la cabeza de Macron!”

Esto gritaban muchos manifestantes en las calles, inspirados por La Marsellesa,

comparando con lo sucedido al rey decapitado, Luis XVI, en 1793.

Según una de las crónicas: “hemos visto a todo el mundo salir a la calle. Desde el

principio pareció que no se trataba sólo de una huelga en el sentido sindical habitual en

Francia. Estudiantes, colectivos feministas, trabajadores de todos los sectores

imaginables, trabajadores de la limpieza, bomberos, enfermeras, repartidores, migrantes

indocumentados, familias con sus hijos, grandes bloques en las marchas de mujeres

inmigrantes kurdas con bailes y música, con canciones guerrilleras, gente de todas las

edades, griegos que no podíamos imaginar que hubiera tantos en París, todos los

sindicatos con sus colores y coches viniendo al frente de las marchas…”

(desinformémonos.org)

Es desde hace muchos años que los gobiernos capitalistas franceses intentan liquidar la

importantísima conquista de las jubilaciones en Francia, basadas en el sistema de

reparto, que se pagan con aportes de los que trabajan y también de los patrones. En

1995 hubo un intento y fue derrotado por otra gigantesca movilización.

En 2019, durante su primer mandato, también fue derrotado por masivas protestas el

primer intento de Macron por cambiar el sistema de pensiones. Entre ellas un gran paro

ferroviario, el más extenso en la historia de Francia.

La reforma actual que intentan, no es sólo aumento de la edad jubilatoria de 62 a 64

años, sino también aumento de los años de aportes que llegan a 43 años. Y también el

fin de las jubilaciones a los 60 años que favorecía a trabajadores de salud.

Macron está más débil que en el 2019, el capitalismo está más en crisis y exigen a

Macron que adopte medidas para aumentar o recuperar sus ganancias. Por eso aprobó la

reforma de pensiones y ni se reunió con las direcciones sindicales para discutir alguna

modificación menor.

La ley de pensiones es parte, pero también están los salarios, las leyes laborales, la

carestía de la vida en primer lugar, los combustibles, electricidad y gas (motivo de la

rebelión de “chalecos amarillos” en el 2018), y también la destrucción ecológica. Por

eso el descontento de millones.

El corresponsal del diario español El País en París señala: “ahora se han sumado en

masa a las protestas adolescentes y estudiantes universitarios que salen a manifestarse

por la lejana pensión, pero también por una aspiración más abstracta y a la vez

poderosa: un futuro mejor”. Es decir, no sólo pensiones en su vejez, sino trabajos y

salarios dignos en su juventud.

El rol de las direcciones reformistas

El 17 de abril Macron dio un mensaje por la televisión a la hora de la cena, pretendiendo

calmar los ánimos y prometiendo leyes y un “pacto de la vida del trabajo”. Pero nadie le

 

cree. La respuesta fue la realización de cerca de 300 cacerolazos espontáneos en todo el

país. La consigna que más se cantaba fue “Macron dimisión”.

Macron no hace más que agudizar la crisis política y social de Francia. Ante esta

situación de gran confrontación social y con un rechazo del 70 por ciento de la gente a

Macron, cabe preguntarse: ¿por qué no cae aún la reforma y el mismo Macron?

Sencillamente porque las direcciones políticas y sindicales reformistas no tienen esa

política. Veamos cómo actúan y que proponen. Mientras miles hacían 300 cacerolazos

en repudio al discurso de Macron del 17 de abril y pedían que se vaya, la Intersindical

que agrupa a nueve centrales, convocaba a “una gran movilización” recién para el 1° de

mayo. Casi para 15 días después, sin convocar ni preparar una huelga general que

paralice Francia para anular la reforma y que se vaya Macron.

La consigna de “Macron dimisión” no ha sido levantada ni por las centrales sindicales

ni por la oposición de izquierda reformista, empezando por la figura más reconocida de

Jean-Luc Mélenchon, dirigente de la organización Francia Insumisa.

Todos han salido con duras declaraciones contra Macron pero ninguno plantea, hasta

ahora, que se vaya ni convocan a organizar una huelga general y un plan de lucha hasta

que se vayan la reforma jubilatoria y Macron. Esa izquierda reformista también pesa en

las direcciones sindicales de la Intersindical.

El centro de la política de la izquierda parlamentaria es evitar la caída del gobierno de

Macron por una movilización revolucionaria. Buscan usar el desgaste político de

Macron para ganar espacio hacia futuras elecciones. Por eso su centro ha sido presentar

un proyecto parlamentario para promover un referéndum popular, el RIP (siglas en

francés de Referéndum de Iniciativa Compartida). O sea, desviar la movilización de

masas hacia la búsqueda de cerca de 5 millones de firmas que se necesitaría. Aunque el

Consejo Constitucional ya lo habría rechazado también.

La izquierda reformista está nucleada en la Nueva Unión Popular Ecológica y Social

(NUPES) integrada por la Francia Insumisa y los partidos Comunista, Socialista y

Europa Ecología los Verdes. ( 1)

En esta situación hasta la ultraderechista Marine Le Pen, le compite a la izquierda

reformista con su discurso agresivo contra Macron.

 

Preparar una huelga general y un plan de lucha por “Fuera Macron y la reforma”

Las centrales sindicales francesas, unidas en la Intersindical ( 2) , han convocado a diez

gigantescas marchas nacionales en decenas de ciudades. Hay huelgas parciales en

diferentes sectores. Y sólo convocan a marchas callejeras que son masivas por el

empuje de las bases, pero son insuficientes para derrotar a Macron.

La Intersindical sigue sin preparar y lanzar una huelga general unida que paralice a

Francia y un plan de lucha conjunto discutido con las bases en asambleas.

La Intersindical la encabezan direcciones conciliadoras históricamente influenciadas por

las diversas alas de la socialdemocracia, el PC, sectores ligados a la Iglesia, ex

miembros del PC, ecologistas, etc. La primera central es la Confederación Francesa

Democrática del Trabajo (CFDT, encabezada por Laurent Berger, proveniente de una

corriente cristiana, y la segunda es la Confederación General del Trabajo (CGT),

 

históricamente influenciada por el PC, aunque ha ido perdiendo hegemonía. Hasta

marzo, y durante ocho años, la dirigió Philippe Martínez, secretario general de la CFDT

un ex militante del PC. Lo reemplazó Sophie Binet, una izquierdista independiente y

ecologista.

El 4 de abril, después que se aprobara por decreto la Reforma de Pensiones, y a pesar de

la declaración posterior del gobierno afirmando que “la discusión terminó, la reforma se

aprobó”, los dirigentes de la Intersindical se reunieron con la primera ministra Elisabeth

Borne. Salieron de la reunión calificándola de “un fracaso” pero insistiendo en

negociaciones para “postergar” la reforma. Laurent Berger, secretario general de la

CFDT, llegó a decir que "quizás no haya salida y esta ley finalmente se promulgue y

aplique"(Clarín, Argentina, 16/4/2023)

Pero en las calles ya no se cree en negociaciones y la demanda es ahora ¡Fuera Macrón!

Y las bases están desbordando a los dirigentes con bloqueos, huelgas, muchas decididas

por las bases, y enfrentando a la policía.

La profundización de la lucha plantea la necesidad de discutir la perspectiva de un

gobierno del pueblo trabajador desde sus organizaciones de base.

Es cada vez más necesario una huelga general y un plan nacional de lucha para derrotar

al gobierno e imponer un plan económico del pueblo trabajador. No sólo exigir que se

anule la reforma de pensiones, sino reclamos de fondo como lo están planteando

algunos sectores de izquierda y de base, como una nacionalización con control de los

trabajadores de todo el sistema energético y los bancos, los dos grandes sectores

capitalistas que se están beneficiando o especulando con la crisis.

Denunciando la política conciliadora de la Intersindical con el gobierno, se formó la

“Red por la Huelga General”, con 250 activistas y dirigentes de base de diferentes

sindicatos y la juventud, que llama a dar el “golpe final” a la reforma de pensiones (ver

nota). La formación de esta red es un gran paso en la lucha por lograr una nueva

dirección política y sindical de la clase trabajadora y la juventud francesa.

¡Viva la lucha de trabajadoras, trabajadores y juventud de Francia! Desde la UIT-CI

damos todo nuestro apoyo y llamamos al apoyo internacional.