Una nueva forma de parlar [de forma inclusiva]

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Les incluyo una reciente columna de mi amigo José Augusto Acevedo quien me ha autorizado a compartir con ustedes…

Una nueva jeringonza ¿Quién no disfruta memorizando la extensa lista de conjugaciones verbales y sus variantes? ¡Nada como conjugar un verbo en pretérito pluscuamperfecto de subjuntivo para darle sabor a la vida!

Y no podríamos dejar de mencionar la puntuación, esa serie de signos y símbolos que se encarga de transformar nuestras oraciones en divertidos laberintos gramaticales. ¡Como los acentos y las tildes! Esas pequeñas marcas diacríticas que nos ayudan a distinguir palabras como “té” y “te”, porque, ¿qué sería de nosotros si no supiéramos si estamos bebiendo un té o si nos están hablando en segunda persona del singular? Sin duda, nuestra lengua española es un fabuloso rompecabezas que nos mantiene ocupados e intrigados, garantizando que jamás nos aburramos al estudiar o al comunicarnos en este hermoso y siempre sencillo idioma.

Claro, lo anterior es un sarcasmo… pero no es peor que la nueva manía de cambiar esas mismas reglas que con tanto trabajo nos han obligado a aprender desde nuestra niñez. Parece que el lenguaje existente no era lo suficientemente complicado. Ahora pretende abrirse paso una suerte de jeringonza que desafía las complejísimas normas lingüísticas establecidas para, esta vez, llevar nuestra lengua a las desconocidas fronteras de la más absurda ridiculez.

Entiéndase por jeringonza, ese código de comunicación que se vale de la alteración y modificación de las palabras, añadiendo sílabas o cambiando el orden de las mismas, como un entretenimiento de gente aburrida.

Pues, ahora resulta que algunos hijos legítimos de la histeria ideológica, han reinventado el idioma español, incluyendo el uso de las letras “e” y “x” en lugares sorprendentes. Dicen “todes” en lugar de “todos” o “todas”, “amigue” en lugar de “amigo” o “amiga”, “todxs” en lugar de “todos” o “todas”, “elles” en lugar de “él” o “ella”, “compañeres” en lugar de “compañeros” o “compañeras”, y rarezas por el estilo.

Estos paladines de la confusión lingüística buscan, particularmente, desafiar las normas de género en el lenguaje, promoviendo una comunicación que ellos suponen más equitativa y no discriminatoria. Y hasta ahí parece que la cosa es loable. Pero, no. Más parece innecesariamente absurda.

Realmente, confunden -o desean confundir, sospecho- el género gramatical con el género social o biológico. El género masculino gramatical, en el idioma español, NO TIENE SEXO BIOLÓGICO NI REPRESENTA GÉNERO SOCIAL ESPECÍFICO, funciona como género no marcado o neutro, incluyendo a personas de cualquier género social (masculino, femenino o de cualquier otra construcción identitaria) cuando se habla en plural. Y cuando se trata del uso de la “x”, buscando neutralidad en el género, puede dificultar la comprensión y la fluidez de la comunicación. La “x” no tiene un sonido natural en español cuando reemplaza a las vocales de género, así que, ¿cómo rayos se pronuncian esas palabras? Esto enreda hasta el ridículo la comunicación oral y genera ambigüedad en la transmisión del mensaje.

Y por ahí se cuentan otras lindezas, muy coquetas y sexis, pero nada cuerdas.

Las Naciones Unidas han ofrecido guías para el desarrollo de un lenguaje inclusivo con “estrategias que pueden aplicarse a todo tipo de situación comunicativa, oral o escrita, formal o informal, con un público tanto interno como externo” (https://www.un.org/es/gender-inclusive-language/guidelines.shtml) para “hacer un uso inclusivo” del lenguaje “dentro de la norma”. Por ejemplo: Usar sustantivos colectivos para referirnos a conjuntos de personas. En lugar de “los ciudadanos” utilizar “la ciudadanía”, en lugar de “los jóvenes” utilizar “la juventud”, en lugar de los hombres/el hombre utilizar “la humanidad”. Entre otras recomendaciones con el brillo del sentido común.

Más fundamentalmente que reducir el idioma español al juego pueril de una nueva jeringonza, es preciso promover la inclusividad y la perspectiva de género mediante una nueva estrategia de acciones y reenfoques en diferentes ámbitos de la sociedad.

Es mejor fomentar una educación que promueva el respeto a la diversidad desde temprana edad. Implementar políticas públicas y laborales que garanticen la igualdad de oportunidades para todas las personas, independientemente de su género. Ofrecer servicios de apoyo a personas que enfrentan situaciones de discriminación o exclusión, como líneas telefónicas de ayuda, centros de atención y asesoría legal. Y abogar por una publicidad y un marketing que eviten la reproducción de estereotipos de género y promuevan mensajes de igualdad y diversidad.

Es mucho lo que falta por hacer, sin deshacer nuestro idioma”.

Yo mismo estoy confundido con los “e”, los “LGBT”, los “LGBTQIA” y los “LGBTQIA+”.