Opinión de Ramón Luis Nieves del PPD sobre la comunidad LGBTT

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Quisiera compartir con mis lectores una opinion recientemente expuesta por Ramón Luis Nieves que nos atañe a todas y todos:

“El 16 de mayo de 2013, el pueblo de Puerto Rico fue testigo de uno de los debates más controversiales en la historia del Senado. En esa fecha, se aprobó en ese cuerpo legislativo el Proyecto 238. Días después, la medida se convirtió en la primera ley de derechos civiles para la comunidad LGBTT en la historia del país.

La versión del 238 aprobada por el Senado establecía como política pública del gobierno “el repudio en contra del discrimen por orientación sexual, real o percibida, o identidad de género en cualquier gestión gubernamental, pública o privada”.

Mi interés por los derechos civiles de las personas LGBTT surgió en la década de 1990. Como estudiante de derecho, me tocó analizar el marco de derechos civiles de las personas LGBTT. Para mi sorpresa, descubrí que las personas LGBTT no gozaban de iguales derechos que los demás a causa de su orientación sexual o identidad de género. Decidí que, de resultar electo a la legislatura, lucharía para remediar tal desigualdad.

El 15 de enero de 2013, radiqué el 238 en el Senado. El sector religioso reaccionó convocando una marcha que congregó a más de 100 mil personas: una de las manifestaciones públicas más grandes en Puerto Rico hasta las protestas del ‘Verano del 19.

Previo a someter el referido proyecto, esperaba encontrar algún tipo de resistencia. Lo que no esperaba era presenciar los ataques y manifestaciones de odio más viles contra la dignidad humana por parte de personas que se consideraban cristianas.

Una tarde, me encontré en el Senado con un pastor prominente. Con mucha gentileza, me comunicó que, si lográbamos aprobar el 238, el sector religioso procuraría destruirme. En esa línea iban los cientos de llamadas, emails y cartas recibidas durante meses en mi oficina.

Otro pastor afirmó que las personas LGBTT eran pedófilos. Una representante aliada del sector religioso, y que luego fue acusada por corrupción, había realizado una afirmación similar en esos días. Confronté a este pastor con notas de prensa sobre colegas suyos acusados por pedofilia. Se formó una gritería tremenda. Varios pastores reclamaron, airados, que el entonces senador por San Juan “saliera” del closet.

El Obispo de San Juan firmó una ponencia oponiéndose a la medida, y justificando el discrimen contra las personas LGBTT. Los otrora graduados de colegios católicos que fuimos el presidente del Senado y este autor no podíamos salir del asombro.

Llegó el momento de votar. Las gradas estaban llenas de líderes religiosos y activistas de derechos civiles. Los meses percibiendo tanto odio pasaron factura. Antes de entrar al hemiciclo colapsé emocionalmente. Defendí la medida aguantando las lágrimas.

La presión de los grupos religiosos provocó que la Cámara de Representantes propusiera limitar el alcance del 238 al área laboral. Lo perfecto es enemigo de lo bueno: aprobar el 238, aunque se limitara al área laboral, era crucial para romper el bloqueo legislativo a las medidas de derechos civiles LGBTT. Los derechos civiles no siempre se legislan de una vez.

Son demasiadas las anécdotas de aquel proceso legislativo. Planifico contarlas con mayor detalle en su momento.

La discusión del 238 tuvo serios efectos políticos. El Partido Popular Democrático (PPD) demostró entonces la naturaleza liberal en temas sociales que luego abandonó. El candidato a gobernador del Partido Nuevo Progresista (PNP) pactó una alianza con el sector religioso que lo ayudó en su elección de 2016. Ya como Gobernador, renegó de dicho pacto. La sensación de “traición” por parte del PPD (al aprobar el 238 y otras medidas), y del PNP por renegar de su pacto de 2016, dio paso a que líderes religiosos fundaran el Proyecto Dignidad.

A una década del 238, hemos presenciado grandes avances en cuanto a los derechos civiles de las personas LGBTT. Pero aún quedan áreas que requieren acción legislativa. La Cámara tiene ante su consideración el Proyecto del Senado 136, que busca rescatar las áreas de derechos civiles LGBTT excluidas por ese cuerpo en 2013. Es hora de rectificar, y reafirmar que es inviolable la dignidad de todos los seres humanos que habitamos esta patria.”

Yo me uno a Ramón Luis Nieves para exigirle a nuestros legisladores que es “inviolable la dignidad de todos los seres humanos que habitamos esta patria”.