Cómo pensar renovar el sistema eléctrico de Puerto Rico

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La reconstrucción y transformación del sistema de electrificación de Puerto Rico no tiene visos previsibles de progreso. La generación, transmisión y distribución de electricidad del país están en franco deterioro, obsolescencia y retroceso. Por lo menos, esa es la percepción generalizada que existe.

Junto con el sistema de electrificación, muchos de los aspectos del patrimonio infraestructural de Puerto Rico y de su concomitancia de crecimiento y desarrollo económico no visualizan progreso verificable en el futuro próximo. Puerto Rico pervive con algún tipo de sensación de avance económico actualmente por ley de inercia del impulso reminiscente logrado con mucho esfuerzo y sacrificio en el pasado. No hay un ritmo suficiente de capitalización por inversiones empresariales en la economía que augure algún progreso futuro.

Es paradójico que se hayan anunciado tantas asignaciones de fondos federales especiales para la reconstrucción de Puerto Rico en los últimos años tras los recientes desastres naturales y la pandemia del Covid-19, y sigamos en un estancamiento económico y en una suerte de letargo en la economía, con algunos signos insignificantes y efímeros de avances poco sostenibles, atadas a reminiscencias de progreso del pasado.

Tal paradoja refleja una deficiente administración gubernativa del fisco y la ausencia de una planificación política efectiva. La partidocracia del bipartidismo sistémico imperante ha derrochado el dinero de las arcas públicas en padrinazgos y clientelismos políticos mediante un festín de contrataciones improductivas e infructuosas en el gobierno.

La política neoliberal de privatizaciones para deshacer el emprendimiento del Estado y poner la mayor parte del servicio público en manos del capital privado no ha sido efectiva en Puerto Rico, por su poca planificación y un pobre rendimiento de cuentas en el proceso. Los servicios esenciales y patrimoniales que se consideraron estratégicos en la economía para garantizar que hubiera un ritmo de desarrollo sostenible han ido desapareciendo con un virtual deterioro de aspectos fundamentales en la economía. El sistema de electrificación es uno de ellos. El mantenimiento y mejoramiento de la red vial de rodaje vehicular es otro ejemplo de crasa deficiencia. Y, por otro lado, el andamiaje del sistema de salud que se había construido se está viniendo abajo.

Las bases fundamentales de un sostenimiento del desarrollo del patrimonio infraestructural de Puerto Rico están en franco decaimiento y sin visos de un futuro promisorio. El desmoronamiento de lo que fue el desarrollo del país parece ser estructural. Los signos del mal parecen ser sistémicos.

Todo apunta a que las cosas irán de mal en peor si Puerto Rico no se reinventa. Hay que repensar cuál debe ser el nuevo rumbo de nuestra marcha como nación, como país. Abrazarnos a una dependencia económica y política cada vez mayor que ha resultado en una federalización de la relación colonial de Puerto Rico con Estados Unidos no está dando resultados. No resta otra alternativa que poner la proa de Puerto Rico en ruta hacia nuevos horizontes. Los hechos así lo indican notoria y claramente. La nueva hoja de ruta parece estarse ya trazando.