Balanceos apalabrados sobre la tela de una araña

Crítica literaria
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Sobre la tela de una araña (Edición Kindle, San Juan, Puerto Rico: Editorial Quinto Elemento, 2011) es el primer libro de ficción publicado por la escritora puertorriqueña Nancy Bird Soto.

La renuencia a aceptar la lógica lineal tradicionalmente asociada con la vigilia, juntamente con la insistencia en poner al descubierto los estereotipos debilitantes a los que son sometidas las mujeres en una sociedad patriarcal, inscriben esta colección de cuentos dentro de la tradición del feminismo latinoamericano, en la vena de una Rosario Castellanos o una Ángeles Mastretta. Sobre la tela de una araña destaca por la unidad temática entre relatos enhebrados a partir de los diminutos filamentos del diario vivir en las vidas de diversas mujeres.

En esta colección, la metáfora de la tela de la araña sugerida en el título sirve para estructurar la manera en que se conciben los relatos. Como ocurre con una telaraña, los hilos narrativos se imbrican los unos con los otros, tramando y urdiendo historias que funcionan tanto independientemente, como cada uno de los recuadros en la red, como en su conjunto, tal y como ocurre con el diseño final de las hileras de la araña.

Como metáfora rectora funciona muy bien en un proyecto narrativo que, temáticamente hablando, exalta vidas de mujeres que se enfrentan a sus respectivos entornos, en diferentes momentos de sus vidas. Al encarar los prejuicios acarreados por nociones anquilosadas de privilegio masculino, algunas sucumben mientras que otras logran sobreponerse a tal adoctrinamiento. En “Condesa: control de acceso”, por ejemplo, asistimos al drama mezquinamente cotidiano de Olga, la doña tipo country club, ante la infidelidad más reciente de su marido. Contra ese telón de fondo, se percibe la gran ironía de la existencia de esta mujer atrapada en una maraña de condicionamientos sociales que no le permiten vivir auténticamente. Este relato figura como ejemplo de la adaptación narrativa del melodrama, siendo uno de los cuentos más logrados de la colección, desde el punto de vista del desarrollo de la anécdota.

En “Preguntas con suela”, por el contrario, los lectores nos topamos con Lita, niña inteligente y curiosa, que gusta mucho de preguntar, demasiado, para el gusto de su madre, una mujer obsesionada con la apariencia física y el estatus social. Resalta el personaje curioso de la tía de Lita, quien, desde su perplejidad divertida e irónica, es capaz de darse cuenta del “estudio en contrastes” que representan su hermana y su sobrina. Sin llegar a ser prototipo de la “tía woolfiana” que potencia las dotes artísticas de su sobrina, esta tía trata de persuadir a su hermana de que deje a Lita estudiar canto como ella quiere. Aunque Lita completa una doble concentración en idiomas y canto en la universidad, parece ser más una proeza de su propia rebeldía que de la intercesión de la tía. De hecho, hacia el final del cuento, Lita desea cuestionarles tanto a la madre como a la tía: “¿Por qué no me habían enseñado estas cosas antes?”. En Sobre la tela de una araña lo que prevalece, a fin de cuentas, es la fortaleza y capacidad de resistencia de personajes como el de Lita.

El carácter reflexivo de la narración acucia su ternura en el cuento “El curso de las hormigas”, en donde se presenta al personaje de la niña Graciela, con su cuaderno de dibujos, en el parque, dada en contemplar la diligencia de las hormigas, y en preguntarse cándidamente: “¿Serán amigas todas?”. Más adelante, contempla las hojas otoñales, extasiada por la magia de los colores, al punto de ver en una de ellas a su hada madrina, y mientras tanto una bandada de impávidas hormigas continúa su curso. Otra protagonista niña da fe de ese mirar meditativo de lo que la rodea, en el cuento que da título a la colección. Aquí, el melodrama existencial del ennui decadente de las clases ricas se transpone al patio de un colegio para personas adineradas. El personaje de la vice-principal, la Sra. Villahermosa, una mujer a un tiempo severa para con aquellos a quienes percibe como “más débiles” y servil para con las familias pudientes con hijos matriculados en el colegio, representa las convenciones sociales, el apego al dinero y a una idea clasista de la sociedad. En cambio, Doña Lala, que se desempeña como chofera del autobús escolar, y quien es humillada públicamente por la Sra. Villahermosa, es un personaje en pie de lucha, humilde, amable y honrado. La niña protagonista evalúa y juzga con un mirar humano, que le permite apreciar la marcada divergencia entre estos dos modelos de mujer y, años más tarde, durante sus estudios doctorales, recordar sin simpatía la vacuidad de la susodicha vice-principal.

Hay cuentos que apelan más a lo surrealista y a lo onírico, como “Izquierda mía”, en donde parece describirse un sueño formado por imágenes inconexas, “sin necesidad de transiciones lógicas”, como apunta la propia narradora de sus sueños. Algo parecido ocurre con “Within Reason”, en donde se contrapone a la realidad aplastante del consumismo, la imagen de un “cerdito volador [que] era todo un sueño”. Un cuento como “Lejanía” se enfoca metaliterariamente en la experiencia de ruptura amorosa. El desafecto de la ruptura se concibe a partir de los personajes “left to their own devices”, como reza la frase en inglés intercalada en el cuento, “en el medio de la nada” de un proyecto narrativo de los otrora amantes, un esfuerzo conjunto dejado a medias como la relación entre ellos. Semejantemente, el cuento titulado “Unas tijeras mágicas” torna una visita al teatro en ocasión de un rito de ruptura amorosa a partir de una identificación catártica, muy a lo Stanislavski, con la representación dramática. Transfigurada por la secuencia dramática de Sebastián, el personaje de la obra, la mujer en este cuento se apresta, hacia el final de la narración, a darle el tijeretazo a un lazo amoroso inútil, por medio de “unas tijeras mágicas, con voluntad propia”.

Lo metatextual figura de modo particular en el último cuento de la colección, “Audición”. Bajo el primer apartado de este microcuento, “Recomendaciones”, se prescriben pautas para una buena audición, tales como practicar “cuantas veces sea necesario”, hacerlo “en voz alta” y tomarse “su tiempo”. Así, se enfatiza el carácter representacional y performativo de la escritura, que apunta a su ejercicio en términos de esfuerzo y labor ardua. Bajo el segundo apartado, “Escena 1: Pretexto” se intercala, con un guiño irónico, la interrogante ambigua, “¿Qué te puedo contar?”, seguida por puntos suspensivos. De esta manera, Bird Soto le confiere un carácter circular a su libro, de modo que el final es en realidad una apertura, un comienzo. La narradora, que “hace una audición” ante sus potenciales lectores, ofrece tanto un pretexto para la conversación, como una aserción en forma de pregunta, que parece indicar “en este texto encontrarás lo que yo te puedo contar”. Con el empeño de  una araña, en esta primera entrega, Bird-Soto apuesta a las ventajas de una existencia auténtica.