De viajes intergalácticos, telepatía, poesía y música. Entrevista a la escritora puertorriqueña María Juliana Villafañe

Crítica literaria
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“Me faltan veinte años para volver a nacer

regresar a casa

despertar de este sueño

volver a la oscuridad absoluta

a ese lugar

donde solo mi energía me puebla

otras

me acompañan

sin intervenir en mi paz.”

 

M. J. Villafañe

 

Una sonrisa, un abrazo y comenzar la charla, que nuestra poeta sanjuanera, residente en Miami como del aire, pronto emprende otro viaje, al Sur o al Norte, cargada de palabras, sueños y siempre con su solidaridad incondicional que la hacen brillar a donde quiera que va. Así, María Juliana Villafañe se mueve entre libros, aviones, música y amistades letradas por todo el mundo. Así también viajan sus escritos, sin detenerse nunca, intensamente líricos, maduros, rítmicos en vuelo libre desde el alma hasta el macrocosmos. Aquí se vale el vaivén de los recuerdos, la soledad, el amor y desamor, y el reafirmación de una vida a plenitud. Libros cargados de sensibilidad y seguridad caracterizan a nuestra apalabrada entrevistada.  Quienes nos honramos de ser sus amigos, conocemos su humildad y simpatía, cargada de talento llevan a María Juliana a ser una de nuestras mayores embajadoras apalabradas en el mundo latinoamericano.

Poeta, narradora, guionista, dramaturga y compositora de música popular. Ha publicado los poemarios Dimensiones en el amor (galardonado en Nueva York con el premio Palma Julia de Burgos, Entre Dimensiones (Ed. Isla Negra, Puerto Rico, 2002), el libro juvenil Aurora y sus Viajes Intergalácticos (Planeta, 2003) y el poemario Volar Sin Alas (Ed. Baquiana 2012). Además, el fenecido jazzista Jon Lucien incluyó sus letras en varios discos: Mother Nature´s Son (1992), Man From Paradise (1993), Endless is love (1997) y Jon Lucien by Request (2003). En 1995 recibió el premio “Lírica de Canción Popular” por el Instituto de Puerto Rico en Nueva York. Recibió el Primer Lugar con la letra de la canción “Vive Hoy” en el III Festival Iberoamericano de la canción de Puerto Rico y Argentina. Otros datos en su página: http://mariajuliana.com/

“Ella vivía en aquella casona que le parecía una nube blanca. Desde que murieron sus padres se sentía flotando en una nebulosa de sueños. Llenaba sus horas de soledad escribiendo los relatos que brotaban como nardos de su frondosa imaginación. Ángela, su tutora y amiga, y Jandro, el jardinero, la observaban por las noches mirando la obscuridad, caminando por los senderos de las estrellas en busca de nuevas historias.” M.J. Villafañe (de Aurora y sus viajes intergalácticos)

Conocí a María Juliana durante la presentación de su novela juvenil, Aurora y sus viajes intergalácticos, hace casi una década, seguido de una noche de bohemia en Río Piedras, entre anécdotas de viaje y literarias, allí nació una amistad que nos ha hermanado durante casi una década. Tertuliamos sobre los libros, la vida, el amor y otros temas --que nos reservaremos por lo personales— que resumiremos en esta entrevista hasta que su próximo viaje nos brinde el reencuentro. “Me queda escribir dos novelas que tengo en mi mente hace rato y publicar la Biografía Astrográfica. En cuanto a soñar, cuando despierte te dejo saber. He sido todo lo que he querido ser, no creo que haya tenido expectativas inalcanzables.” M.J. Villafañe

Ana María Fuster Lavín: ¿Cómo llegaste al mundo de los libros? ¿Tus primeros libros? ¿Qué escritores tan han marcado?

María Juliana Villafañe: “Creo que estuve de alguna forma inmersa en ellos en los años en que estuve interna en un colegio de monjas. Hacía mis asignaciones en poco tiempo y el resto de las horas de estudio obligatorio lo pasaba leyendo. A esa edad de los doce o trece años el tema que más me llamaba la atención era el de la poesía. El amor comenzaba a florecer en mi corazón, lo sentía aún sin conocerlo  y leía a Pablo Neruda, Gustavo Adolfo Bécquer, José Ángel Buesa, Sor Juana Inés de la Cruz, Julia de burgos, Alfonsina Storni, Rubén Darío, entre otros que marcaron mi vida como Kahlil Gibrán. También leía a Antoine de Saint-Exupéry, especialmente me marcó su obra  El Principito que aún hasta hoy disfruto de recorrer sus páginas. Ya de adulta me sentí atraída por las Confesiones de San Agustín por su contenido de reflexión, el libro del Desasosiego de Pessoa, García Márquez, Saramago, Borges, Vallejo. Imposible mencionar a todos los autores que han tocado tu sensibilidad. Si hay dos escritores que puedo asegurarles han marcado mi existencia, fueron Don Francisco Matos Paoli y su esposa Isabel Freire. Ella me motivó para escribir para los jóvenes. Recuerdo que le dije que yo no podría hacer eso. Me retó a escribir un poema con un tema juvenil. Lo escribí y al ella leerlo me dijo: ves que sí puedes. De ese tema nació mi relato de Aurora y Sus Viajes Intergalácticos. Ambos grandes motivadores literarios.”

AMF: Los viajes son un tema recurrente en tu obra ¿A qué se debe? ¿Son tus libros una bitácora de vida?

MJV: “Hasta cierto punto sí. Yo he trabajado en una línea aérea por muchos años. De alguna forma el estar horas larguísimas en el aire te hace ver la vida desde arriba, con otros códigos. Te lleva a ver las cosas que ocurren en otros países a primera mano y los comparas con la vida que llevas en el tuyo. Te abre un mundo de conocimiento, de perspectiva. También hay otros viajes, aquellos que despiertan el alma y hacen que escribas a partir de la imaginación, cosas que puedan despertar la inspiración.  Aunque entiendo que también escribo partir de la memoria, de la realidad, con esa mirada de la experiencia vivida en los viajes. En mi poemario Volar Sin Alas el poema, En Vuelo, es un recorrido por una realidad que viví  en Buenos Aires con la situación de las cenizas del volcán Puyehue que afectaban toda la ciudad. Esa sensación de ahogo por no poder respirar bien, me llevó a escribir un texto que se fue más allá de esa situación, a mirar la vida a partir de esa experiencia. Creo que toda mi obra está tocada por algún vuelo.”

AMF: ¿Qué ciudades te traen los mejores recuerdos y experiencias? ¿Qué lugar del mundo sueñas con conocer?

MJV: “Mis mejores recuerdos provienen de tantos lugares. Es difícil no tener buenos recuerdos de cada lugar que visitas porque cada ciudad tiene su personalidad y todas se diferencian por su cultura. La ciudad que más me impactó al conocerla fue París. Tiene una magia que aunque no hables el idioma, la ciudad te habla a ti. Recorrer París te lleva a recordar los personajes de los cuales has leído y te parece verles. Como por ejemplo ir a la Catedral de Notre Dame, una de las catedrales góticas más antiguas del mundo. Me parecía ver al mítico Jorobado de Notre Dame al visitar el campanario en el que vivió. O ir a un restaurante a orillas del Sena y descubrir pasajes escritos en las paredes por el novelista Maupassant y otros escritores. En fin una experiencia enriquecedora recorrer París.  Madrid, por ejemplo, es una ciudad a la que visité por muchos años todas las semanas. Entré a sus costumbres, a tener amigos, a conocer de su vasta cultura y a disfrutar su gastronomía. Perú, amo al Perú, lo he recorrido casi por completo, pero Machu Pichu es una de las maravillas que me dejó con deseos de quedarme allí. No se puede describir la energía vital que tiene el lugar y se siente tan pronto llegas. Un lugar donde te silencias y te hablan los Incas de lo maravillosa que fue su gran civilización. ¿Lugar que sueño conocer? Todos los que pueda mientras la  vida me lo permita.”

AMF: Además has escrito literatura infantojuvenil con bastante éxito. ¿Qué has aprendido de escribir para ese público más joven?

MJV: “Yo siento que escribir para los niños o los jóvenes es algo que te lleva a aprender de ellos. Una vez escribes algo y ellos te conocen, te hacen preguntas que te dejan sorprendida. Son ellos los que te dejan saber cuán importante puede ser o no tu obra. Con Aurora y sus viajes Intergalácticos, los personajes se comunican por telepatía y un niño me preguntó mientras les daba una charla en la Escuela Elemental de la UPR, que qué cosa era la telepatía. Y otro chico me preguntó cómo yo sabía cuando algo era realidad o producto de mi imaginación. Me agradó ver que despertaba esa reflexión en ellos.  Entonces ahí sientes que escribir para ellos ha valido la pena. Acabo de terminar un cuento que se llama “Coquita”, sobre un coquí (hembra). En ese cuento trato el tema del discrimen a los que son sometidos algunos niños por raza, por algún impedimento, o simplemente por ser diferente a los demás. Coquita sufría el desprecio de los demás. Creo que es importante llevar un tema que concientice a los jóvenes del daño que hacen al amedrentar o burlarse de los demás por su desigualdad.”

AMF: ¿Y cómo logras el balance entre los dos registros (el adulto y el juvenil)?

MJV: “Preguntas que cómo logro escribir en los dos registros, el adulto y el juvenil. Pues no lo sé. Acabo de terminar mi novela juvenil Biografía Astrográfica,  que es una secuela de Aurora…. y se la di a leer un amigo que no tiene nada que ver con la literatura, es abogado y su comentario fue que no era un libro para jóvenes sino para todas las edades. Siento que lo importante del tema es llevar a las mentes más jóvenes a otra dimensión de comprensión. Hay mucha violencia en la comunicación infantil y es necesario sanar el pensamiento íntimo de los niños o jóvenes. Porque los niños están siendo arrasados por la confusión de los adultos, por su pésima calidad emocional y la dureza, casi crueldad, del trato con la palabra.

“Aquellos niños que leyeron el otro libro, ahora ya son mayores. ¿Será que al escribirlo sentía que serían ellos mismos los lectores? ¿O, tal vez escribo para el niño que aún vive en nosotros?  Estoy comenzando una novela que es dirigida al público adulto, ya te contaré como me va con el tema.”

“Había una estrellita muy especial, un lucero brillante a quien Aurora llamaba Milsy. La traviesa estrellita la invitaba a recorrer el mundo de otras galaxias y Aurora sin pensarlo, se iba a acompañarla. En sus escapadas con Milsy, Aurora fue descubriendo otros mundos. En ellos aprendió que más allá de su  planeta Tierra, entre las nubes y las estrellas, no importaban las apariencias, había algo más importante que confirmar las cosas en un laboratorio, que no todo se explica científicamente.”

M.J. Villafañe (de Aurora y sus viajes intergalácticos)

 

AMF: Siempre nos transmites alegría de un espíritu solidario, ¿cuál es el papel de tus colegas y amistades al momento de escribir?

MJV: “Yo he sido bendecida con amistades maravillosas. Amigas y amigos escritores que desde la primera publicación han sido solidarios. Recuerdo cuando publiqué el primer libro de poesía “Dimensiones en el amor”, que ninguna librería de Puerto Rico me dio espacio para poder presentar el libro. Yo ni sabía cómo era que se hacía la promoción, qué hacer para que lo conocieran. Había estudiado mercadeo, así que me dije lo puedo hacer yo misma, entonces solicité el espacio en la mejor discoteca de aquella época (Amadeus) y a las seis y media de la tarde se hizo la actividad. Fue presentado por Don Manuel de la Puebla (a quien le debo tanto por su generosidad para dar a conocer mi trabajo) y la poeta Carmen D. Lucca. Después de esa carta de presentación, el próximo poemario fue aceptado en una librería. Pero no todo es eso, cuando elaboramos ese libro que cuidamos tanto, siempre hay una amiga o un amigo solidario con quien repasas los textos, quienes te ayudan a editar, en fin quienes te apoyan. A esos amigos siempre les reconozco en las dedicatorias del libro. También aprovecho los vuelos y el hecho de que puedo viajar a menudo, para dar a conocer  las obras de escritores puertorriqueños y de otros países, donde me invitan.”

AMF: Además de escritora, también compones música, recibiendo premios como el de “Lírica de Canción Popular” en Nueva York. ¿Cuéntanos un poco de tu creación en el mundo de la música?

MJV: “Comencé a escribir letras de canciones por accidente. Me vi envuelta en un accidente de aviación por mi trabajo. Estuve paralizada por un tiempo después de la cirugía de la espalda y varios años de rehabilitación. Al no poder caminar ni moverme durante meses comencé a escribir poesía. Un día mi ahijada llevó a verme a unos chicos que tenían una banda de rock en español y querían una letra para su música que sería sometida a un concurso de rock en un programa de televisión. Pero solo tenían tres días para hacer la canción. Tomaron un poema que yo recién había escrito “Pensamiento Programado” y lo adaptaron. Ganaron el concurso y abrieron el Encuentro Cumbre de Rock en Español más grande que haya habido en Puerto Rico. Muchos se pensaron que yo era compositora de mucho tiempo y comenzaron a pedirme letras. Le hice una letra al cantante Ricardo Puente para un concurso donde el ganador representaría a Puerto Rico en el Festival de la Canción en Argentina. Puente se llevó el primer lugar con el tema “Vive Hoy” y nos representó en Argentina. De catorce países participantes ganó el primer lugar, Puerto Rico con ese tema. De ahí fue que nació mi carrera de letrista. Luego trabajé para el jazzista Jon Lucien hasta que falleció hace unos años, teniendo dos temas en cuatro de sus discos. Escribo los temas en inglés como en español y traduzco letras de canciones de otros artistas, como por ejemplo, hice una traducción de una canción de Garth Brooks para un disco de Ismael Miranda y Nano Cabrera. También hice varias traducciones para Luis Ángel, Laureano Brizuela, entre otros. Y me grabó, el cantautor Jandro Canals en España.”

AMF: ¿Y cómo comparas tu poesía con tus canciones?

MJV: “Casi todos los compositores que he conocido hablan de cómo aprendieron a escribir a través de poemas de los grandes poetas. Recuerdo que Juan Luis Guerra nos decía que él era un estudioso de Guillén y Neruda. También escuché una entrevista que le hicieron a Joaquín Sabina donde le preguntaban si era poeta y él decía que si se lo hubieran preguntado cuando comenzaba habría dicho que sí. Pero que a él le gustaba escribir y tenía una guitarra y algo habría de salir de ello, y ya ven lo que ha sido su obra. Cuando escribo letras de canciones, no puedo dejar de sentir la poesía en ellas. Creo que hay una transmutación de la poesía a la música. Recuerdo que Don Paco (Francisco Matos Paoli) me decía: “tus poemas se pueden cantar, se pueden musitar”. “Hay una musicalidad suasoria en ellos”. Creo que lo más difícil que se me hizo al principio con las letras de las canciones es que tenía que escribir letras para que las cantara un hombre. Pero lo logré. Al final escribía lo que me gustaba que me dijeran.”

AMF: Además, leí que participas en el mundo del teatro y trabajos para cine y televisión. Coméntanos sobre el teatro y los guiones.

MJV: “Yo he hecho poco en ese campo, comencé escribiendo la obra y el guión para la película “El Himno del Niño” con el productor chileno Gabriel Fernández. No se pudo en aquel entonces filmar por razones de financiamiento. Hace apenas unos tres años me pidió la actriz peruana Diana Quijano que le escribiera unos monólogos para teatro. Escribí cinco monólogos pero a ella la transfirieron a Colombia para filmar novelas desde allá y tuve que dejar el proyecto. Hace unos meses ella regresó a Miami y uno de los monólogos “No aguando más”, que fue publicado en la Revista Literaria Baquiana y presentado en la Feria del Libro del Palacio de Minería en México éste año, lo quiere poner en escena. También miraremos los demás. Por otro lado estoy escribiendo una obra de teatro breve, para ser sometida al Centro Cultural Español para la próxima temporada.”

 

Es momento de despedirnos, solo por el momento, final de la copa y un abrazo, pues la poeta debe tomar otro avión hacia nuevas ciudades y experiencias. A través de la obra de María Juliana Villafañe, seguiremos viajando, reconociendo el mundo desde los aires, desde nuestras manos. Volar desde la palabra hasta las manos del alma. Así vamos encontrando los mensajes de sus obras, de la propia autora desde su agradable presencia potente y cargada de ternura. Esperamos pronto sus novelas para los niños grandes y los adultos niños.

 

Caen las Hojas

Caen las hojas lentamente
Una se detiene a mis pies
La tomo en mi mano para guardarla
Recuerdo de un otoño en Madrid
Salimos de una tasca cualquiera de la ciudad
Risas, algarabía, burlerías
Amigos disfrutando la noche
Cruzábamos la calle casi con premura
Tenía que partir al otro día
Sobrevolar el mar para el regreso
Me despedí a la salida del metro
Con nostalgia presentida

Ya casi amanecía al acercarme
al hotel
Un camión se detuvo delante
Dos puertas enormes se abrieron
Asustada me detuve
Un presagio fuerte inundó mi alma
Presentí que algo no andaba bien
Entonces las vi
Las bajaban del camión una a una
Mujeres a las que les colocaban en brazos
Niños inertes que no protestaban

Niños que no lloraban
Muñecos enajenados, narcotizados
Parecía un acto normal
Comienzo de una nueva jornada
Ante mis ojos pasaban
Mendigos silentes, indefensos

Yo, imantada a la pared de un edificio
Impotente, asustada
Sintiendo la luz del nuevo día
Iluminar la escena
Cubierta por una sombra
Tinieblas que a la luz del día
Causan
Mi rubor infinito

Siguen cayendo las hojas!

María Juliana Villafañe