Caminaba por la vida sin quien adorar
con la esperanza a punto de perder.
Sentía el dolor de a nadie pertenecer,
afligido de rodillas, comencé a orar!
Solo implore por un alma a la cual honrar
con dulzura, bondad y ternura atraer,
que se dejase por siempre querer
prometiéndole que jamás le habría lastimar.
De lejos, entre la multitud, te vi venir,
despertaste en mi un gran furor.
Súbitamente comprendí, lo inmenso de mi sentir!
Me acerque a ti y me cubrió tu calor.
Entonces comprendí se había escuchado mi pedir,
y fue cuando por vez primera, reconocí al amor.