Periodismo e identidad puertorriqueña: historia de nunca acabar

Historia

altRecorrido histórico, periodístico y literario sobre nuestra alma puertorriqueña

Si hay algo de lo que se pueda hablar casi infinitamente, es de la realidad política y social puertorriqueña. En este asunto se inmiscuyen varias vertientes, entre ellas: la literatura, el arte y el periodismo por supuesto.

La realidad política y social de Puerto Rico puede evaluarse desde distintos puntos de vista. Sin embargo, en este trabajo resulta más conveniente estudiarla desde una perspectiva periodística, crónica y literaria, pues dichas perspectivas son las más sólidas e importantes dentro de la sociedad y son a su vez las de mayor influencia. Y es conveniente estudiar esa realidad porque evoca el debate de una identidad nacional: posible, existente, inexistente o que yace en la colectividad puertorriqueña. Lo cierto es que el debate se ha extendido en esta historia de colonización y parece quedarse per secula saeculorum. ¿Cómo el periodismo, con sus respectivas situaciones y evoluciones, ha sido parte del debate? ¿Ha moldeado el debate al periodismo o ha sido el periodismo el que moldea ese debate?

Históricamente los inicios de la prensa escrita en Puerto Rico se remontan al periodo de 1806-1807 y continuó con el cambio de soberanía. La Gaceta de Puerto Rico fue el primer periódico en la Isla. Se estableció bajo la administración del Capitán General Toribio Montes y se mantuvo activo hasta el cambio de soberanía en 1898[1]. Para poder entender de manera más amplia este suceso y en virtud de nuestro planteamiento debemos conocer algunas de las razones por las cuales surge la prensa en Puerto Rico. ¿Por qué si para la altura del año 1806 el analfabetismo rondaba en el 90% surge un periódico? La Gaceta era un medio informativo de la agenda política local y era la manera más fácil de informarse sobre la misma para todo aquel que trabajara o tuviera intereses particulares dentro de la Capitanía General. Pensaríamos en otra razón pero, sustancialmente es la razón principal. Contrario a como lo pensaríamos hoy, la prensa escrita no surgió particularmente para que la población tuviera acceso a la información y para que se mantuviera informada sobre distintos asuntos, sino como un móvil plenamente político. No nos debemos sorprender si esta información pasa por un filtro estricto o si es tergiversada a favor de la administración de la época. De todo esto lo importante es que la política ya se presenta como un ente acaparador y regulador en la prensa y que esto podría ser un preámbulo para los próximos años de la historia. Precisamente este suceso puede ser visto como un proyecto piloto de lo que serían nuestros próximos años de historia y de la situación crítica de la política puertorriqueña.

Periodismo y Política: problemas, pulseo, ley y orden

La prensa se vio sugestionada a medidas gubernamentales desde ese entonces. Para 1886 la antigua ley de imprenta española mantenía un control de carácter absolutista. Los editores de periódicos tenían que pasar por el lente de los alcaldes para poder publicar sus artículos de acuerdo a su contenido. Esta medida fue dejada sin efecto al llegar las autoridades estadounidenses. A este suceso se le puede atribuir la cualidad del nacimiento de una tradición periodística sin censura oficial, ni institucional que controlaran de antemano el contenido de la prensa. La prensa puertorriqueña tempranamente en el siglo XX no se vio afectada, ni sometida como la prensa dominicana. En mayo de 1930 partidarios del General Rafael Leonidas Trujillo tomaron por asalto la sede del Listín Diario (hoy, diario principal de la República Dominicana), dando paso así a una era de prensa domesticada y estrictamente sometida al ojo del dictador. [2]

Esto no quiere decir que la prensa puertorriqueña no tuvo problemas porque la realidad es que sí los tuvo. Para 1902 se aprobó una ley en Puerto Rico que permitía que se dieran pleitos contra publicaciones que incurrieran en calumnias o libelos. Además de esa medida, en 1911 se adoptó un estatuto que entorpeció la gesta informativa de la prensa. Éste fue derogado en 1936 al ver que litigios de esa índole eran escasos. También, y tal vez uno de los más importantes sucesos que marcó la prensa en Puerto Rico fue la confrontación y riña entre el líder nacionalista don Pedro Albizu Campos y la editorial del periódico El Mundo. Esto se desató en 1930 bajo el liderato del Coronel Blanton Winship, que se destacó por ser uno de los gobernantes de mayor corte autoritario. Pero, tal vez, el suceso que causó una persecución feroz y avivó al sector nacionalista y parte de la población en cuanto a defender los intereses puertorriqueños por encima de lo estadounidense fue la muerte del Coronel Elisha F. Riggs a manos de dos jóvenes nacionalistas el 23 de febrero de 1936, en venganza por la muerte de cuatro jóvenes nacionalistas en la UPR a manos de la policía. Los asesinos fueron brutalmente ejecutados en el cuartel de la Calle San Francisco en el Viejo San Juan, y la policía comenzó una persecución contra el periódico nacionalista, La Palabra.[3] Las repercusiones del evento no se hicieron esperar, y llegaron hasta el Congreso en Washington, D.C. cuando el congresista Millard Tydings propuso un proyecto que malintencionadamente le daría la independencia a Puerto Rico en un lapso de desprendimiento corto. Tydings era buen amigo de Riggs, por eso planteó el proyecto a manera de venganza. Aquí se podría decir que estalló la discusión más fuerte sobre el rumbo a seguir de Puerto Rico políticamente hablando, que sería determinante para la vivaz cultura que se veía moldeando. A raíz del proyecto, los militantes del Partido Liberal en Puerto Rico, Antonio R. Barceló y Luis Muñoz Marín tuvieron una serie de encontronazos que desembocaron en la segunda derrota del partido en las elecciones de 1936 (primera derrota desde 1904 fue en 1932) y Muñoz Marín, que se separa del partido tras la derrota funda el Partido Popular Democráctico en 1937 con el slogan de su plataforma: "El status no está en issue.". Con casos de persecución, sangre y desconcierto comienza el PPD y el crecimiento del problema del status, futuro e identidad de Puerto Rico y su gente; hasta hoy una historia que no acaba y no parece acabar.

Era Muñocista: campañas y molde identitario del presente

Con el paso de algunos años, de todos estos procesos políticos se da el Proyecto Manos a la Obra, que daba el matiz al modelo del Puerto Rico industrializado y moderno que el partido quería, y que abandonó de golpe las medidas de una reforma agraria que pudo haber servido de mucho. Ya encarrilado a la modernización, Puerto Rico vio la Ley 600 en 1950, que abría la puerta a la celebración de una Asamblea Constituyente (consulta) que viabilizara la creación de la Ley de Relaciones Federales, consulta que se llevó a cabo en 1951 y favoreció inmensamente el proyecto. Al cabo de dos años, bajo la gobernación de Luis Muñoz Marín, quien fue electo en 1948, el 25 de julio de 1952, tras poco más de tres meses de haber firmado el proyecto de ley, se celebra la Constitución del Estado Libre Asociado de Puerto Rico (ELA), y la pregunta que se desató en algunos sectores no tardó: ¿qué somos? Muñoz Marín se encargó de propagar a través de los medios (prensa escrita y radio) su campaña a favor del ELA, diciendo que era un status único, y que para nada se relacionaba o era un status colonial. Desde entonces Puerto Rico se ha visto inmerso en un debate lleno de cuestionamientos y lagunas identitarias que nos mantiene unidos y a la vez, es nuestra más grande línea divisoria[4].

¿Cómo respondió la sociedad a esto? ¿Qué rol jugó la prensa escrita en este lapso de tiempo determinante en nuestro devenir histórico? Muñoz Marín en su caso, utilizó como móvil convincente los periódicos para promover su agenda, conocida como el Plan Muñoz. Este plan que rigió Muñoz a partir de su elección como gobernador fue el motor del desarrollo socio-económico y hasta cultural en la Isla. Tomando en cuenta que Muñoz y el Partido Popular tenían como prioridad reestructurar el andamiaje económico y gubernamental de Puerto Rico, su campaña y trabajo se reflejaría en reforzar a través del arte y los medios una identidad nacional inquebrantable para que no hubiera duda alguna que Puerto Rico era y es una nación. Históricamente hemos visto que el fracaso del gobierno, y el país en general repercute en algún punto de nuestra historia en la fusión de politizar al gobierno y de ahí, la cultura. Mientras Muñoz consolidaba el ELA y continuaba su proyecto socio-económico, lo importante era aventajarse de las tecnologías de comunicación masiva que estaban surgiendo (entiéndase la Televisión que llega en 1954), de los medios tradicionales e institucionalizar la cultura, lo que pautó la fundación del Instituto de Cultura Puertorriqueña en 1955. Uno de los rotativos que jugó un importante rol en la campaña popular desde 1939 fue el periódico El Batey. Este periódico difundido en la zona rural del país tenía como meta evitar campañas de lodo para los adversarios, y como el slogan del partido inicialmente; "Vergüenza contra dinero", demostrar las tácticas a emplear del partido para el despegue industrial y modernizador sin mucha jerigonza[5]. Luego se entabló el respaldo popular para Muñoz Marín con su frase célebre: "El status no está en issue." Esto muestra que El Batey fue clave para su gobierno hegemónico y los proyectos de cultura, infraestructura e industrialización.

Mientras Muñoz Marín institucionalizó la cultura y abrió paso a la era creativa y de consolidación de las artes bajo el lente popular para defender la imagen patria y nacional, surge la creación del Partido Nuevo Progresista (PNP) en 1968, bajo el liderato del estadista don Luis A. Ferré Aguayo. Y si bien ya se había dado una paradoja con las posturas de identidad nacional bajo el marco cultural de Muñoz Marín, con la presencia del PNP y la Estadidad Jíbara de Ferré, las interrogativas y carencias a definir el individuo puertorriqueño crecerían. ¿Por qué tanto adorno a la cuestión nacional en la política? Ferré en octubre de 1968 presentó en su plataforma la Estadidad Jíbara puesto a que entendía que Puerto Rico con sus adopciones culturales españolas podría ser un aporte a la nación americana, así como la nación americana aportaría a Puerto Rico en su molde cultural e identitario. Ferré dijo: "Vamos a hacer comprender a nuestros compatriotas que convertirnos en estado no significa dejar de ser puertorriqueños... la estadidad jíbara nos permitirá disponer de los recursos económicos de un gobierno federal..."[6] Sectores separatistas "pegaron el grito en el cielo", y cómo no, ¡no hay manera de entender esa postura! Sabemos que en arroz y habichuelas, pertenecemos a Estados Unidos, pero no somos parte de Estados Unidos. Esta posición de "soy pero no soy, y si soy dejo de ser" ha permutado en la conciencia colectiva y, ¿a qué se debe? Así como se institucionalizó la cultura con Muñoz, los líderes partidistas buscarían perpetuar e imponer sus posturas políticas de una manera sigilosa en la prensa. Muñoz tenía en un momento a La Democracia y El Batey, Ferré a lo que hoy es El Nuevo Día. Los artículos de estos periódicos cada vez hacían ver más parcializadas sus publicaciones, en especial durante las campañas antes del sufragio.

Identidad nacional en las letras

Si durante la era Muñocista (1948-1964) la industria cultural se disparó con un enfoque en valorar y forjar el patriotismo, desde Ferré, las administraciones del PNP han logrado de alguna manera devaluar la cultura local. Llega el Centro de Bellas Artes, museos, entre otros proyectos, pero el taller para el talento local se fue reduciendo. Una explicación lógica podría ser que a través de la devaluación se fue apreciando más lo extranjero y así, se fue dando ese patrón que devaluaba lo insular y ensalzaba lo estadounidense, lo europeo, en fin, lo extranjero. No pretendamos vivir enajenados del mundo y de las más influyentes vertientes extranjeras pero, lo nuestro no es de menospreciar. José Martí en su ensayo Nuestra América (1891) hace alusión a la valorización de lo insular frente a lo extranjero; a que se elimine de la mente del colonizado esa visión de inferioridad. Martí exhortó a que conociéramos lo nuestro y gobernemos de acuerdo a nuestras necesidades, y aunque en ese momento se refería a España, pareció haber tenido la impresión de que el tigre, Estados Unidos, estaba por acechar[7]. Cuba respondió, tuvo un movimiento separatista sólido, pero Puerto Rico se vio oprimido, y la prensa fue un agente catalítico del gobierno para aguantar al separatismo y hacer ver que los insulares eran inferiores o incapacitados para valerse por sí mismos. Y relacionamos a Martí, que al parecer predecía muy bien el futuro, con unas características puertorriqueñas que explica Miguel E. Rodríguez en su libro Puerto Rico & Estados Unidos: mitos y mentiras. Rodríguez describe la situación del status puertorriqueño como un problema de falta de conocimiento, de devaluación cultural y censura mediática. Para él, el sujeto puertorriqueño es un "campeón de la evasión", pues ha seguido postergando el asunto de manera tal que parece no acabar como indiqué al inicio. Esto se debe a que nuestro modus vivendi ha adoptado la polarización de los asuntos como el status[8].

Antonio S. Pedreira, por su parte, en su ensayo Afirmación puertorriqueña de su libro Insularismo (1934) nos presenta una identidad puertorriqueña y es precisamente la prensa local, muy importante en ese discurso de identidad nacional. Pedreira afirma que "existe el alma puertorriqueña disgregada, dispersa, en potencia, luminosamente fragmentada, como un rompecabezas doloroso que no ha gozado nunca de su integralidad."[9] Pedreira, a quien podemos llamar como un intelectual de buena lid, era un "ratón de biblioteca" que sustentaba muy bien sus posturas, aunque no siempre muy sensatas pero, él abrió un diálogo fuerte y sin él, no habríamos tenido la fortuna de gozar de Julia de Burgos, ni de Luis Palés Matos. Dentro de lo que él explica, realza al periodismo como un importante motor del desarrollo cultural e intelectual del pueblo y, con artículos archivados, demostraría que hay una identidad despertando y moldeándose dentro del mismo periodismo puertorriqueño. En este ensayo, recopila el artículo del 28 de abril de 1822 del Diario Liberal, marcado con tres iniciales que evidencia un patriotismo en crescendo: "Amados compatriotas Puertorriqueños: con todos hablo, pues a todos nos alcanza y toca y por lo menos os pregunto ¿somos o no españoles, iguales en un todo a los de la península y amada patria a que pertenecemos? ¿Estamos o no regidos bajo unas mismas leyes y sistema constitucional?"[10]

Si se planteaban cuestionamientos así en 1822, es lógico pensar que con el cambio de soberanía, la imposición de la ciudadanía estadounidense en 1917 y la constitución del ELA en 1952, las lagunas y complicaciones para explicar la situación política se dispararían y así por ende el ya "eterno" problema de nuestra identidad. La prensa ha jugado un rol importantísimo y el control de su contenido con el paso de los años, ha entorpecido la visión identitaria del país y su definición nacional. Miren bien si es importante la prensa que como dice nuestro Aníbal González Irizarry: "Un pueblo sin prensa, es un pueblo esclavo." Y en total acuerdo, la desinformación, la hegemonía política y el control del gobierno en cuestiones culturales y sociales han mantenido en vilo hasta hoy, nuestra opinión y definición de identidad.


Trabajos citados

Ferrao, L. (2004) La prensa diaria puertorriqueña en vísperas de la Guerra Civil    Española. En E. p. Matilla, 200 años de literatura y periodismo 1803-2003.           (págs. 79-90). San Juan: Ediciones Huracán.

López, L. A. (2011) El Debate por la nación: Ascenso y consolidación del   muñocismo. (págs. 79-83).  San Juan: Isla Negra Editores.

López, L.A. (1998) Luis Muñoz Marín y las estrategias del poder: 1936-1946. (págs.         64-65). San Juan: Isla Negra Editores.

Picó, F. (2008) Historia General de Puerto Rico (págs. 274-276). San Juan:           Ediciones Huracán.

Ramos, M. (2007) Posesión del ayer: la nacionalidad cultural en la estadidad.       (págs. 122-123). San Juan: Isla Negra Editores.

Rodríguez, M. (2001) Puerto Rico y Estados Unidos: mitos y mentiras. (págs. 67- 77). Río Piedras: Prime Printing.

Scarano, F. (2008) Puerto Rico: cinco siglos de historia. (págs. 588-590). México,             D.F. : McGraw Hill Interamericana.


[1] Discusión del Curso de Historia de Puerto Rico I. L. Mattei (UPR-Cayey)

[2] Ferrao: La prensa diaria puertorriqueña en vísperas de la Guerra Civil Española

[3] Ferrao: La prensa diaria puertorriqueña en vísperas de la Guerra Civil Española

[4] Scarano: Puerto Rico: cinco siglos de historia

[5] López: Luis Muñoz Marín y las estrategias del poder: 1936-1946

[6] Ramos: Posesión del ayer: la nacionalidad cultural en la estadidad

[7] Martí: Antología de Lectura. Curso: Géneros Literarios Prof. L.R. García

[8] Rodríguez: Puerto Rico & Estados Unidos: mitos y mentiras

[9] Pedreira: Antología de Lectura. Curso: Géneros Literarios Prof. L.R. García

10Pedreira: Antología de Lectura. Curso: Géneros Literarios Prof. L.R. García