¿El consumidor como ciudadano?

Política

No sabemos el por qué, pero se ha establecido una práctica en Puerto Rico en la cual en algunos sitios, especialmente las gasolineras, tienen una doble facturación: todo depende si usted paga a crédito o si usted paga con dinero en efectivo.

Se trata del mismo producto, dos precios distintos. El incentivo está en pagar en efectivo, de forma tal que no haya duda que el vendedor o vendedora, tenga liquidez en mano. Pero, para uno que es una persona que vive con sus limitaciones económicas todo el tiempo, ¿cuál es el efecto de esto?

Esta situación está un tanto fuera de control. Todo el mundo que contrata a personas privadas en la calle, para darle un servicio reconoce que se cobra distinto si se es en efectivo a si se es en tarjeta de crédito o cheque. Esta disparidad crea un incentivo particular a la deshonra, sobre todo frente al estado, y más que nada a los dobles mercados y dobles costos. Más que nada, esto es parte de una senda que debilita al estado, pues la economía de mercado y el capital son las que determinan las normas y las reglas.

Ante esto en el día de ayer, el Senado de Puerto Rico llevó a cabo una vista pública sobre el proyecto de ley 556, para evitar la práctica antes mencionada. Bajo la autoría del senador Luis Daniel Rivera, y la Comisión de Relaciones Laborales, Asuntos del Consumidor y Creación de Empleos, se llevó a cabo esta vista para eliminar la práctica del doble mercado, doble precios e incentivos no regulados por el estado.

La pregunta es, ¿más allá del estado, a nosotros como consumidores, dónde nos deja parados esta situación? Me parece que el efecto inmediato es que no nos deja como ciudadanos iguales, sino como consumidores desiguales. En este caso a favor de la “jaibería” es decir de la práctica social de ser listo y operar fuera del estado, y donde aquellos o aquellas que tengan dinero en efectivo, pueden vivir mejor que los que tenga sólo crédito.

El estado debe regular, sugiero, para garantizar la igualdad de sus ciudadanos. Que no regule el capital y el mercado. Crea una ciudadanía desigual.