Mandela en mis Recuerdos

Política

altEn el 1991 llegué a Africa del Sur, con la clara encomienda de vivir un proceso revolucionario a partir de la transformación de la desigualdad racial. La persona que dirigía este proceso, Nelson Mandela, había sido liberado luego de 27 años de encarcelamiento en febrero del 1990. Motivado por él y por la lucha del pueblo de Africa del Sur, por la igualdad racial y humana, llegué a dicho país. La posibilidad de ver la última revolución del Siglo XX, me motivaba de forma extraordinaria.

Hoy Nelson Mandela, el mismo líder que me motivó a llegar a su país, me recuerda que todos y todas somos mortales y que su vida, como la mía, está expuesta a perecer. La tristeza es en torno a los límites de la vida misma. Lo interesante, es reconocer que su vida, será siempre mayor que este momento difícil donde su partida parece inminente. Los recuerdos no solo serán de este momento, sino de lo que constituirá el legado más importante de él para la humanidad contemporánea: todos los hombres y mujeres, independientemente de nuestra raza y pigmentación, somos iguales.

Para mí, su máxima contribución en lo político como en lo social, estriba en el hecho de que aspiró y nos inspiró a pensar que a la persona que te haya causado el mayor daño, a esa que te causó el peor dolor, lo podrías perdonar. Mas aún, podrías convivir con dicha persona a partir de un proceso de reconciliación y sanación del daño. Esto parece imposible, para muchas de las personas que nos hemos criado bajo la tradición judeo-cristiana de índole católica. No obstante para Mandela y el pueblo de Africa del Sur, inspirado por la tradición de los grupos étnicos Nguni y la filosofía de vida Ubuntu, perdonar y reconciliarse, es posible.

A Mandela lo conocí en varias ocasiones durante mi larga estadía en Africa del Sur. A través de sus abogadas en asuntos privados, Priscila Jana y Julie Mohamed, logré compartir con él en varios momentos. Un buen ser humano. Nunca me olvidaré que cuando publicó sus memorias, compartiendo todos en una fiesta privada en una casa de Johannesburgo, invitó a su antiguo carcelero, James Gregory. Ese gesto, y considerarlo su amigo de forma pública sin ningún rencor, fue algo que me cautivó.

Mandela, si sigues con nosotros en la tierra, que lo hagas de forma plena. Si te vas, debes saber que por lo menos a personas como a mi, me influenciaste para vivir una vida plena.