“un niño azul para esa sombra”
–René Marqués
El niño se viste de luna y amaneceres
también de cáncer,
y como cangrejo persigue su sombra;
muy cerca la niña se hace lirio
y enrojece por primera vez
él también se sonroja,
sonrojados ambos, no comprenden que el tiempo ha rotado.
La niña pinta un reloj de arena y pisadas de salitre,
ahora el mundo gira desde sus pechos,
así como los rizos del niño le encaracolan nuevas sonrisas
también el deseo ya no tan niño.
Se miran y ríen
se extienden la mano,
se besan tímidos los labios
los dedos de punta recorren montañas;
son náufragos descubriendo la nueva ruta
y se funden en alas de gaviota
hacia las galaxias de remolinos sin guerras
para comprar dos estrellas
penderlas del faro y la gruta,
para marcar el camino y otra noche regresar.
El niño se viste de ríos y mares
sueña despierto su árbol azul;
la niña de mariposas de fresas y chocolate
despierta en su manantial de sábila rosada
y juntos pintan un arco iris de manos y abrazos
escriben sus primeros poemas de amor y de piel.
Llega la noche,
de nuevo el ritual
se ríen, se besan
se abrazan y acarician;
se abanican de sombras cartográficas,
hasta quedarse dormidos
y en la mañana otro beso
para volverse a soñar.
de El eróscopo: Daños colaterales de la poesía