Presentación de Restos de lumbre y despedida de Xavier Valcárcel de Jesús

Crítica literaria
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altEste libro es, pues, por una necesidad mía; es un aquí y un todavía. No es la claridad única de esto que se extingue, pero ha guardado (de aquello ya), quizás inútilmente para luego.

Xavier Valcárcel de Jesús

Debo aclarar que abusaré del verbo ‘recordar’ con toda la intención de subrayar el recuerdo como el resto de lo que vivimos según lo agolpamos en la memoria. Justamente recuerdo, memoria, resto, escarbar, palabras, y luz, lumbreras, poesía, son para mí el mapa conceptual que rige, hila, y discursa el poemario. Así, recuerdo que la primera vez que vi Restos de lumbre y despedida de Xavier Valcárcel de Jesús fue una versión artesanal cartonera plagada de fotos; recuerdo que los poemas estaban desordenados; es decir, no seguían un orden cronológico. Me fascinó ver un libro hecho a mano con fotos tan lindas… Más tarde ese poemario se convirtió en uno de los proyectos de Erizo Editorial y esa fue la edición que pude tener y leer y releer. Sentía que el poemario tenía un secreto, revelaciones más allá de las evidentes y recuerdo que me parecía que tenía también montones de espejos, algunos que jugaban con las dimensiones, pero espejos al fin.

Leer Restos de lumbre y despedida es en cierta medida experimentar muy de cerca un tiempo histórico (la memoria colectiva, lo que decidimos o nos impusieron recordar como macro); a su vez, es ser voyerista (ser espía) de un nosotros tan abarcador que de pronto nos incluimos, aunque sabemos con certeza que lo que vemos es una voz individual, una intimidad muy honesta, y muy cercana…. La complicidad que nos genera este texto es muy elocuente, creemos/recordamos haber vivido algo similar; de forma peculiar, Xavier le puso palabras y metáforas a la coyuntura de ser humano. Y es que hay momentos en el poemario en los que sentimos descubrir/recordar un universo compactado en los espacios domésticos. La casa, el País, el Caribe, y el mundo como espacios concretos y como espacios metafóricos se convierten en la mirada al lenguaje poético, una mirada que se pregunta y que se reafirma en la poesía misma, pero que mira hacia adentro. Lo más esperanzador es que esa mirada hacia el interior en vez de reducirse, se expande en ese millón de posibilidades/espejos/memorias en los que todos somos uno.

Recuerdo haberme metido tanto en los poemas que podía ver un gran relato del adiós, entrañable, visceral, que me llevó de golpe al título: Restos.… lo que vemos es lo que quedó (de allí la casa como testigo inmueble, como papel, como libro) y por eso el libro está preñado de nostalgia; preñado sí, porque del mismo modo está lleno de luz. Vemos revelaciones en la voz poética, en su manía de documentar, de evidenciar esos rastros, esos pequeños objetos, esos recuerdos, momentos arqueológicos de lo que fue, pero ya no es. Esa nostalgia del poemario es fructífera, es fértil, son Restos de lumbre… porque los versos iluminan nuestra mirada y nos llevan a valorar todo cuanto vivimos y compartimos en medio de este reguero, de este desastre, de este mundo caótico afectado por lo virtual, lo automatizado, lo mecánico… y sí, afectado porque bien puede ser un impacto positivo… por eso los poemas en números binarios comunican declaraciones poderosas. Por ejemplo, el poema 18 nos dice de forma cifrada: “Sé. El saber más que nunca está ganando en la ruleta.” (21): un dictamen certero en este tiempo en el que el saber está en la punta de los dedos, pero hay que saber saber, aprender a aprender, porque confundimos fácilmente la mentira con los axiomas científicos, con las profecías religiosas. Así nos advierten el poema 41:

No son los monitores

La publicidad ni la conciencia


es la luz la que desata

esta cadena

de falsificaciones. (62)

Todo el fruto del saber, del tener luz para ver, para mirar, para recordar, llena a la voz poética de esperanza, pero también de cinismo, la estrofas de los poemas 7 y 24 así lo muestran (respectivamente):

Porque el poder igual que l globo

Es un dedo en la tecla de Delete

al que le basta asomarse ante las cámaras (30)


Cigotos, meiosis, viejos

muchos viejos a punto de morirse

agua, charcas y juventud creída hablando de futuro (55)

¿No son los restos, las ruinas, quienes mejor nos ayudan a reinventar, a reexperimentar, a recordar? Los pedazos de esa claridad –y que al ser restos sabemos que tenemos algo reducido de un fulgor– nos llevan a la despedida. A mí que se hacen imposibles ese tipo de prácticas: despedirme, soltar, escarbar y dejar restos para que la arqueología de mi recuerdo haga su parte más tarde. Me dolió partir y encontrar a la niña, al niño que somos (ya dije que la mirada es hacia el interior)… leemos en el poema 16:

Esto de escarbar para encontrar silencio aturde

no porque aparece así el polvo
las arañas, el confeti
las medias manchadas de la gotera vieja
la diapositiva de una pobreza adulta, nuestra
arqueología:
uñas, piedras, soldaditos plásticos

algodones de alcohol seco

sino porque es también rayar la témpera sobre crayón
arrastrar hacia la luz espejos

poner en evidencia abriendo
la biografía elemental de las ojeras. (23)

¿Será la arqueología el “metaintento” de recordar en un sentido profundo? Lo macro es el algoritmo de lo micro y viceversa, efectivamente la voz poética reconoce en esa mirada retrospectiva los puntos donde las cosas se acaban a un nivel personal, pero también colectivo, las cosas y los eventos transmutan en discurso poético, esa lumbrera es la poesía que nos sobrevive como los restos arqueológicos que nos enseñan el pasado como algoritmo del futuro.

Así, en esta colección nos topamos con una voz poética muy consciente de su lugar antropológico en el discurso poético y mediático. Hay una subjetividad que se colectiviza, pero que insiste en lo íntimo; proyecta su mirada al espejo, al otro y a los medios masivos de comunicación. En el poemario, el discurso noticioso (como cuando se va en el carro buscando alguna estación y nos vamos topando con titulares de noticias) funge como hilo e intercesor que establece parentescos, coaliciones, al tiempo que demarca momentos históricos privilegiados en los cuales la voz se define y afirma como sujeto. El verso se rompe para ofrecernos “inventarios de provocaciones” (20), y conforma una serie de enunciados que fusionan eventos, semas, mitos, hitos; en los que lo personal y lo colectivo crean alianzas que van más allá de lo generacional, que conceden una serie de factores antropológicos que nos definen como cultura puertorriqueña globalizada. El recuento antropológico es también un recuento mediático y publicitario. El poema 17 nos enumera:

Pólvora. Droga. Colonialismo. Esa extinción. La huelga. El caos. El bombardeo. El arte relacional. Stephen Hawking. El pan. La marihuana. La ida en masa. La mortalidad de la ciudad. El aguacero. La quinta sinfonía de Beethoven. El frío. El limbo y la enajenación. La botánica. El planeta humano. Steve Jobs […] La globalización. La transnacionalización. El estiércol. Satélites en las manos. Marte. Todo el planeta en un minuto. Siria. Libia. Afganistán. Haití […] Víctimas. Legados. El cuerpo en venta […] La heteronormatividad. La poesía como libertá. Mi constitución física […] (15)

Asimismo, el poema 43 vuelve a inventariar:

Entérate domingo 4 de diciembre ha renacido la salsa el reclamo ciudadano hoy un desarrollo a espaldas de la comunidad ordena fácil y rápido como punta de lanza pronto un sam’s club cerca de ti con vigilancia policial con la red más poderosa sin trucos con descuento automático de $50 vive tu navidad multiscreen yo no estoy buscando nada quiero estar tranquilo lo que busqué lo busqué en el béisbol es importante general electric contra el colesterol compre dos espejuelos invisibles por $199 bifocales incluidos contra el narcotráfico nota aclaratoria lamentamos el inconveniente que pudo haber causado gracias por comprar en el proceso de definición de status […] (43)

Esas combinatorias de fragmentos de noticieros y anuncios publicitarios conforman un enunciado paranoico y consumista, ideológico e inquisidor.

En resumen, la voz poética de Restos de lumbre y despedida se define como testigo, ente amoroso, poeta, hombre; y nos hace implícitos cómplices lectores, testigos de una experiencia reveladora –como cuando recordamos algo de pronto. Les dejaré con las palabras del poema 42:

Hago inventarios, insisto en la enumeración

pido a la gente ayuda con los significados.

¿qué es la luz?

¿Cuál es la relación nuestra con la luz? […]


Solo escribí que tuve hoy una revelación

frente a un jardín de arena:

que conocí a una arqueóloga y me ha insistido.


Se te hace tarde, dijo

es urgente enterrar. (84)


Díaz Valcárcel, Xavier. Restos de lumbre y despedida. San Juan: Erizo Editorial, 2012.