Puerto Rico, una postcolonia más y más dependiente de los Estados Unidos

Política

altLos números los presentan los titulares de prensa. Las transferencias federales a Puerto Rico han crecido por casi siete mil millones de dólares en la última década, la mayor parte de ellos pagados directamente a los residentes de la Isla. Esto incluye a los pagos de seguro social pero también incluye el dinero para cupones de alimentos en una colonia en que cada vez parece haber menos empleos.

La tasa de participación laboral de Puerto Rico está a menos de 40 por ciento. Esto incluye a las personas mayores de 16 años que ni siquiera están buscando trabajo. En Puerto Rico, está de más decir, hay una economía subterránea impresionante adonde apenas llega el fisco gubernamental. Los números de la Junta de Planificación de Puerto Rico muestran un incremento en el número de transferencias a la Isla de $10.4 mil millones en el 2003 a $17.2 millones en el 2012. Parte de la catástrofe la causa el cese de los beneficios de la sección 936 del Código de Rentas Internas federal, de la cual se beneficiaban varias corporaciones norteamericanas. Muchas de estas han cesado sus operaciones en la Isla una vez se le han expirado los beneficios contributivos federales, llevándose con ellos cuantiosos fondos que tenían depositados en la banca local.

Los números de la Junta de Planificaciones indican que de 2007 a 2010 se perdieron 35,000 empleos gubernamentales. Causando especial preocupación fueron los despidos de miles de empleados gubernamentales al amparo de la llamada Ley 7 de la última administración. Con la caída en la economía se han disparado las quiebras personales y el número de ejecuciones de hipotecas, dejando sin titularidad de hogar a cientos de personas. Pero hay que preguntarse si Puerto Rico jamás tuvo las herramientas para resolver su tradicionalmente alto número de desempleo. Aún en el apogeo de la Operación Manos a la Obra, como se llamó en la década de los 1940 al programa de industrialización de Puerto Rico, jamás hubo la capacidad de sustituir el trabajo agrícola que el cambio a una economía industrial dejó atrás. En 1940, según estadísticas del Gobierno, la agricultura empleó a 44.9 por ciento de la fuerza laboral, mientras que para el 1970 empleaba sólo un 9.9 por ciento. Durante ese periodo se perdieron 162,000 empleos agrícolas, de acuerdo a la Junta, mientras que en el sector industrial se acumularon sólo unos 76,000 empleos.

¿Nuestra válvula de escape? La misma que estamos viendo ahora: la migración a los Estados Unidos continental (Puerto Rico es una pertenencia norteamericana). Dependiendo de las estadísticas disponibles, en los últimos 15 años se han ido de 360,000 a 420,000 personas, mayormente para los Estados Unidos. De especial preferencia está el estado de la Florida. Economistas han dicho que en los años 1950 y 1960, Puerto Rico no hubiese mejorado su economía sin esta válvula de escape, cuando emigró un número comparable al noreste de los Estados Unidos.

Cada vez son menos las personas que niegan que, por su falta de poderes para regir su economía y su gobierno, Puerto Rico es una colonia. Pero es una colonia “postcolonial”. Es decir que a pesar de estas limitaciones, los integrantes de la colonia optan por seguir en la relación colonial. Dice el antropólogo Jorge Duany en uno de sus excelentes escritos que “el oximorón <> alude a un pueblo con un fuerte sentido de identidad nacional pero con poco interés en establecer su propio estado soberano…”. Ante esta situación peculiar nos encontramos en la Isla del Encanto.