Exgobernador Rosselló lo dice A Su Manera con todo y resentimientos

Política

altEl que ingresa a la vida pública tendrá presente o debiera, que la historia pasa juicio a sus actores y sobre todo a sus líderes políticos. En estos momentos de su historia moderna, dada su situación económica y social, el que trate de explicar a Puerto Rico  podría concluir que ninguno de sus gobernadores electos merece alta calificación. Es como si todos hubiesen caído con un gran “BUM” a la brea caliente después de volar alto por los cielos. Los problemas de Puerto Rico no se pueden entender solamente a través de la política, pero dada la incapacidad de corregir fallas estructurales en la economía los nombres de los pasados gobernantes no mantienen el brillo deseado por quienes una vez los adoraron.

De los gobernadores que más controversia ha causado fue alguien que en un momento se catalogó como un fenómeno político a quién era imposible superar en las urnas. A pesar de una obra agresiva (y costosa), Pedro Rosselló abandonó su escaño ante un Puerto Rico totalmente dividido. En unas memorias tituladas A Mi Manera, explica su subida meteórica al poder y su caída en el 2000, cuando decidió no correr para un tercer término, como también su visión de Puerto Rico y sus problemas. Es una pena que el libro haya sido publicado en una edición cara que contiene brillosas hojas y fotografías y pesa varias libras. Al mirarlo uno podría pensar que es un libro “light”; una lavada de cara hecha por un escritor fantasma a un ex gobernador que todavía suscita pasiones encontradas. Pero esto no es ningún “coffee table book”, un libro bonito, perfecto para adornar mesas. La obra está llena de observaciones que explican los motivos de su obra, su visión, equivocada o no, y también (subrayado) sus resentimientos.

Me llamó la atención especialmente la manera en que habla sin ambages de sus encontronazos con poderes económicos de la Isla que le hicieron, justificadamente o no, la vida difícil. El libro también, como es de esperar, ofrece una explicación de su gestión, incluyendo sus ideas económicas y en pro de la anexión de Puerto Rico como estado norteamericano. Rosselló se describe a sí mismo como un idealista. En términos norteamericanos, sería catalogado como un liberal demócrata solamente por sus posturas en cuanto al sistema médico de salud en Puerto Rico. Se ha dicho que creó las bases para un sistema de salud público inmanejable en sus costos y estructura, y que se dejó llevar por los planes de reforma de salud abandonados en los Estados Unidos por los Clinton. No dudo de ninguna de estas dos conclusiones, pero al leer sus palabras pienso que él creía en lo que estaba haciendo. Rosselló consideró también correcto no defender la prolongación de una ley federal que favorecía a las industrias norteamericanas en la Isla. El vencimiento de esta ley, defendida su vigencia por el ahora partido oficialista, ha sido fatal para la Isla, y a Rosselló se le ha acusado de no defenderlas por considerarlas un obstáculo a la estadidad. Predicaba que el futuro estaba en desarrollar las industrias nativas. Cierto, pero la pregunta sigue siendo ¿cómo? Su talón de Aquiles fue no confrontar la corrupción en su Gobierno. No soy de los que creo que se lucró de su propia gestión, pero no pienso posible de que no estuviese al tanto de que en su gobierno había un problema de corrupción. La gran pregunta para mí es por qué la permitió. La respuesta quizás tome tiempo en llegar, pero no será la última vez que revise este libro.