Aida, Alexis y Stefano somos todos

Caribe Hoy

alt"Truth crushed to earth shall rise again."

- Eldridge Cleaver

Los puertorriqueños alardeamos que en Puerto Rico no existe el racismo que impera en el resto del mundo. Sin embargo, nuestro contrato social perpetúa una división por raza que determina nuestras relaciones con conciudadanos y residentes, y distribuye desigualmente el acceso a las oportunidades, al dineroyel poder.

Para nuestra miopía de las raíces de la estratificación por clase reforzada por las diferencias de color, nos prescribimos espejuelos de exclusión social con variadas gradaciones de estereotipos y luego pretendemos distanciarnos de los mismos.

En un reciente asesinato en Guaynabose relató que un “hombre negro” saltó una verja para escapar de la escena del crimen. La imagenevoca la de Susan Smith quien en 1994 acusó a un hombre negro de secuestrar a sus hijos y luego ahogarlos dentro de su auto.Más tarde se descubrió que ella los había asesinado. Paralelismos reveladores, que nos traen al pasado 1 de agosto.

El 17 de agosto de 2010, Georgina Ortizfue encontrada degollada en su residencia en un condominio del Condado. Se acusó a la mucama, Aida de los Santos Pineda, por los hechos. A pesar de las contradicciones entre hallazgos forenses en la escena del crimen, la mucama, negra, dominicana e indocumentada, se convirtió en la única acusada. El pasado 1 de agosto un jurado compuesto por nueve mujeres y tres hombres determinó unánimemente que Aida De los Santos Pineda no es culpable porel asesinato.

La cronología de los hechos publicada por un rotativo del país revela una serie de datos que apuntaban a que el crimen lo cometieron uno o más hombres, que había duda razonable de que el arma homicida presentada ante al tribunal fuesela mismaocupada en la escena del crimen, que se hicieron pagos a terceros bajo circunstancias sospechosas, que se hallaron piezas de ropa ensangrentada cuyo dueño no se identificó, que hubo unos diez sospechosos pero solamente de los Santos fue acusada.

Al presente, no se han presentado cargos contra ninguna otra persona.

Una golondrina no hace primavera. El caso de Aida de los Santos no es una golondrina.Pero vivimos una primavera de sangre todo el año. La cobertura en los medios del atroz asesinato del joven Stefano Steenbakkersno hubiese sido la misma si un chico de clase media alta hubiese asesinado a un jovenmulatode un residencial. De igual forma el caso de Treyvor Martinno hubiese tenido las mismas repercusiones si Treyvor hubiese sido blanco y George Zimmerman, negro.

La lección de los hechos relacionados con Ortiz-de los Santos, Steenbakkers-Amador y Martin-Zimmerman es que el factor raza jugó un papel preponderante en la percepción mediática y de los organismos del estado al analizar los datos, darle cobertura y proceder con cargos criminales.

El origen étnico junto al factor clase continúa jugando un rol determinante en el análisis de hechos criminales y las acciones legales que le siguen. Por lo tanto, no sorprende que la acusación contra de los Santos pareciera responder más sus características étnico-sociales que a los datosrevelados porlos expertos forenses.

Ignorar las lecciones de estos acontecimientos es continuar cegándonos a que vivimos en un país cuyo sistema de justiciaen el mejor de los casosestá comprometido. Necesitamos plantearnos que si queremos una sociedad en que la justicia no sea privilegio de unos y cadalso para otros, es imprescindible cuestionarnos quiénes somos y tomar acción.

Concluir que se trata de la opresión de una clase sobre las demáses lo más fácil, aunque haya suficientesestadísticaspara sostenerel argumento. Sin embargo, tenemos que plantearnos si en realidad sigue siendo exclusivamente un problema de clase. Necesitamos analizar cuánto actuamos de la misma manera – aunque sea reactivamente, por nivelar el terreno de juego o para defendernos de nuestra legitimada desventaja – en todas las parcelas de nuestra sociedad.

Resulta imprescindible enfrentar el hecho de que hemos convertido en una práctica generalizada defender a los “nuestros” de lo que acusamos a los “otros”. Justificar esta práctica por las innumerables injusticias de unos es condenar a nuestra sociedad a una guerra fratricida en defensade los propios contra todos los demás. Es condenarnos a la barbarie que solo beneficia a los que viven muy bien pero no del todo aquí y crear las condiciones para una dictadura que no tenemos garantías que defenderá a los más desventajados o que no sustituirán las cuentas de banco de los privilegiados por las propias.

Necesitamos proponernos que quienes ocupen posiciones de ventaja social que en última instancia son los que ratifican o hacen valer el sistema legal – sea por sentido de justicia o por egoísmo altruista -deberán responsabilizar a los culpables y eximir de persecución a los que no se les parecen, si esque sobreviviremos como sociedad.

Mientras más ignoremos ese sentido de equidad y de justicia, más Aida de los Santos serán acusadas injustamente y más Alexis Amador dispararán contra más Stefano Steenbakkers, por las inequidades que les separan injustificadamente y el resto de nosotros estaremos en la línea de fuego.

Aida, Alexis y Stefano somos todos. A falta de justicia jugamos un mortal juego de sillas musicales en el que ninguno está exento de la violencia mientrasotroshacen una carrera de su impunidad.