Urgen a las comunidades LGBTIQ a seguir luchando

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La influencia de las comunidades Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transexuales, Transgeneros, Interesexuales y Queers, han alcanzado las esferas de poder representativo en Puerto Rico. Luego de décadas de lucha constante no tan solo para visibilizar nuestras necesidades, sino para empoderar nuestras diversidades, los mecanismos de poder colonial se han prestado para pasar legislación que nos asegure ciertos derechos que la sociedad heterosexual ha disfrutado por años.

El PS 238 y el PC 488 fueron un ejemplo de los mecanismos legales que comienzan a construirse para penalizar instancias homofóbicas cotidianas (PS 238) y para acobijar a las parejas del mismo sexo bajo las leyes de violencia doméstica (PC 488). Aunque el 488 pasó sin enmiendas, el 238 no pasó sin ser mutilado por el trabajo de cabildeo de los sectores religiosos homofóbicos, pero sobre todo, por las débiles rodillas de las y los legisladores, que no se atrevieron a parársele de frente a la historia.

No es para menos, históricamente se sabe que nuestrxs legisladores responden a intereses económicos-fundamentalistas. Un proyecto que buscaba penalizar todo tipo de discriminación por identidad de género y orientación sexual, real y percibida, terminó reduciéndose a un proyecto de protección laboral. En síntesis, un estado "laico" (que promueve la no intervención de la iglesia en asuntos estatales y visa vi) enmendó un proyecto de ley que le aseguraba la protección a una comunidad históricamente marginada gracias al ruido de los fundamentalistas.

Como bien vimos, nos enfrentamos a un estado, en el que los procesos de deliberación legislativa permiten la intervención peligrosa y no fiscalizada de la iglesia, pasándose por donde no le da el sol, la separación de iglesia y estado. Los espacios de representación comienzan a demostrar su debilidad, cada vez más, a puerta cerrada deciden qué derechos te pertenecen y que derechos aún no te tocan, ignorando por completo que nuestra dignidad, está siendo atacada constantemente. ¿Pudiéramos confiar en los poderes representativos para asegurar la libertad a nuestra pluralidad corporal, de nuestra diversidad sexual, de nuestra diversidad de géneros? ¿Será suficiente confiar en el estado y sus servidores públicos?

Los próximos proyectos legislativos pro-LGBTTIQ en Puerto Rico son el PS 437 (que permite la adopción de parejas del mismo sexo) y el PS 484 (que propone la creación de un currículo de perspectiva de género en las escuelas). Ambos proyectos cumplen con una labor pedagógica importantísima. El 437 visibilizando la diversidad en la constitución de la familia, diversidad que va más allá de papá, mamá e hijxs, y el 484 siendo un instrumento oficial, dentro de las estructuras educativas del estado, para la discusión de género. ¿Qué debemos hacer para asegurar y transformar, a nuestro favor, estos proyectos?

La historia ha demostrado que la movilización y la democracia directa son los mecanismos más efectivos para lograr esta meta. No podemos confiar en los gobernantes para una labor que debe ser nuestra. Debemos movilizarnos para asegurar, no solo los proyectos como están, sino para llevarlos a otro lugar, otro lugar donde respondan a nuestras diversidades. El 484, por ejemplo, ofrece una perspectiva de género que no especifica una pedagogía LGBTTIQ. Una pedagogía de género es importante, pero es importante en su totalidad, totalidad que debe incluir no solo un currículo dedicado a la mujer, sino un currículo dedicado a la diversidad sexual, que se manifieste de manera integral, y funcional. Nuestra labor debe ser la discusión democrática de estos procesos, con el fin de influir sobre ellos, de ser quienes los construyan.

La transformación de la sociedad homofóbica debe ser nuestra meta. Las legislaciones son importantísimas, pero no son suficientes. Necesitamos debatir, necesitamos participar de los procesos legislativos, pero más importante necesitamos salir a las calles a reclamar nuestra diversidad, a exigir la equidad, que hoy más que nunca se está viendo atacada. La movilización de nuestros cuerpos llevarán a los mismos a liberarse de las cadenas que nos ha mantenido al margen: oprimidxs y discriminadxs.