“Hoy también sigue siendo ayer.”
- Ruth Vega Puñal
Vienen vestidos con las chamarras y las botas
de los que ondean las banderas de la moral
y los estruendos de la panacea de la victoria.
Aluden a los crímenes contra la humanidad,
hacen inventario de maleficencias y desmanes,
recurren al deber, a los estandartes de la historia,
al patrimonio de la humanidad, al matrimonio
con las armas, al entono de la marcha marcial
y el trueno de los cañones y el sueño del viento
despejando las frentes de dudas y desengaños
a la entrada triunfante bajo los arcos de la gloria.
En ambos lados del campo de batalla se colocan
los espejos para que se vea en ellos el enemigo,
la otra cara de su misma moneda, los aliados
de ayer uniformados de contrincantes de hoy
que serán los valerosos hermanos en armas
de mañana pues el enemigo común es el ansia
de poder que siempre viene a ocupar un contrario,
más fuerte, más despiadado, que con el triunfo
recibe el encargo, la pluma y la sangre hecha tinta
de reescribir la historia a su imagen y semejanza.
El tiempo es un espiral que centrifuga el paso
de los que solo hermana la pobreza. Los héroes
de ayer son los esclavos de hoy hasta que uno,
- solo se necesita uno -, logre enardecer la furia
de los que como él llevan en la espalda el tatuaje
de la ignominia, y los enardezca para derrumbar
los castillos y los templos y permitirle a los suyos
asumir el rol de los otros, los que nunca fueron
iguales ni justos ni semejantes ni ejemplos del valor
y la fe que profesan los que se saben elegidos
para ocupar el reino de los cielos en la tierra.
j.e.muratti.toro