Seis cuentos (breves) de amor y uno del recuerdo de Daniel Nina

Crítica literaria
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altEl cuento, el más antiguo de los géneros, es difícil de definir señalan algunos escritores. Caracol del lenguaje, hermano misterioso de la poesía son algunas de las formas con las que Julio Cortázar, el gran argentino, le caracteriza en su ensayo Algunos aspectos del cuento. Escuchemos mejor sus palabras.

Es preciso llegar a tener una idea viva de lo que es el cuento, y eso es siempre difícil en la medida en que las ideas tienden a lo abstracto, a desvitalizar su contenido (….) Pero si no tenemos una idea viva de lo que es el cuento, habremos perdido el tiempo, porque un cuento, en última instancia se mueve en ese plano del hombre donde la vida y la expresión escrita de esa vida libran una batalla fraternal (…) y el resultado de esa batalla es el cuento mismo, una síntesis viviente a la vez que una vida sintetizada, algo así como un temblor de agua dentro de un cristal, una fugacidad en una permanencia.

Esos breves instantes que es el cuento nos deslumbran por otras características que menciona el autor, tales como la intensidad, la tensión y la profundidad, elementos que él llama constantes en el género y que sin duda poseen las breves narraciones o microrrelatos que nos ofrece Daniel Nina en su libro Seis cuentos (breves) de amor y uno del recuerdo, publicado por la destacada editorial Isla Negra. El cuento breve tiene muchos cultivadores y los distingue el que, por lo general, capturan una escena. Estos cuentos podrían compararse con los haikus, minúsculos poemas que compendian los instantes. Los que aquí comentamos no constituyen la primera obra narrativa del autor quien ya se había estrenado en estas lides.

En el cuento “Cándida”, el primero de todos, la cámara lingüística se focaliza en el personaje Kraus Von Kolh, pero su final es sorpresivo. Aquí en el Caribe mustio, explotado y prostituido las cosas han cambiado. Una chispa, una breve anécdota es el cuento que nos narra la llegada del capitán y su gente a los lugares subalternos del mundo, a ese Caribe entrevisto y deseado siempre por el estigma de la sensualidad de sus moradores. Un final sorpresivo, una mujer que se niega a entregrarse por una cantidad ínfima de dinero deja la arrogancia del capitán malparada.

Otro cuento, “Paquito y el watusi”, De habichuelas negras revueltas inserta el mundo mediático del televisor en el Puerto Rico de los setenta. Los anuncios del Granito Sello Rojo y los programas de Luis Vigoreaux y Desafiando los genios ocupaban un sitial importante en aquella casa en donde Paquito también escuchaba las noticias. Estas últimas constituían la oposición de las ficciones armadas en los programas populares de risas y estruendos. El contraste con las noticias de la Guerra de Vietnam, las luchas de los puertorriqueños en las calles del Bronx, la figura de Angela Davis, la hambruna en Biafra impactaban el pensamiento de Paquito quien termina desconcertado ante el anuncio de Sello Rojo. Toda su comida se cae al suelo y su madre se sorprende. Instantes, sólo instantes aglutinadores, sintéticos como diría Cortázar, en este caso para darnos una cotidianidad televisiva en la que competían ficción y realidad.

Un cuento que me parece excepcional por la maestría con que el autor conjuga las imágenes y la profundidad es el de “Luisa”. “A Luisa Nevárez Castillo”, nos dice, “la llevaban a pie, esposada de sus manos y con un par de grilletes amarrados a cada tobillo hacia el Castillo del Morro.” Iba hacia la muerte, altanera. Sin sumisión de clase alguna, sin arrepentimientos, sin sentirse humillada. Hija de un negro artesano y de una madre blanca campesina poseía la fuerza que da la vida ante la injusticia. Esta es la narración más politizada del texto. Para Luisa el cambio de soberanía no había traído igualdad a la Isla, ni había alterado el orden y la estratificación social. Es un cuento que reta la historia oficial y el relato de la llegada de los norteamericanos como una pacífica excursión al Caribe. Las resistencias se dieron de distintas maneras, pero no se relatan. Aquí en esta historia Luisa mata por no dejarse violar colectivamente, por no permitir que aquellos soldados norteamericanos se repartieran a la indígena. Un filoso cuchillo cercenó a su amante mientras dejaba tuertos y de labios partidos a sus otros atacantes. Sometida al garrote, no se arrepiente de los hechos y termina con una sonrisa por su arrojo. De nuevo la cámara, la fotografía que guarda tangencias con la brevedad con que el cuento captura escenas. “A pesar de sus ojos perdidos Luisa continuaba sonreída”.

“Clayton Moore”, el que no sabe es una narración que deconstruye la historia narrada en las películas que alababan lo que los norteamericanos entendían como sus gestas heroicas. Clayon Moore trabajaba para el director de una película que se ubicaba en los tiempos de Nelson Miles, el invasor de Puerto Rico durante la Guerra Hispanoamericana. A este le hacía falta un indio de la comunidad cercana que hiciera el papel de colaborador de las fuerzas del afamado militar. Imposible. La traición indígena se hizo realidad. ¡Qué sorpresa para el director cuando acude a ver el ensamblaje del filme! El diálogo final de la película decía: “Hey Wounded Ankle! Are the indians going to attack the troops of General Miles? Asked the Rider. No, replied Wounded Ankle, “they have already been attacked and killed by the troops; there was a massacre”. Sorpresa para personajes y lectores.

La reflexión sobre la escritura es uno de los temas que más acapara la atención de algunos autores contemporáneos. Aquí aparece en el cuento Portugal que resulta ser el más tenue y de una estética menos realista.

Woman del Callao es una historia que se asemeja a una leyenda caribeña. Aunque muy distinto, nos recuerda El ahogado más hermoso del mundo de Gabriel García Márques, cuento ubicado en el Caribe y en el que el personaje muerto se identifica con estas tierras. En la narración de NIna la mujer del Callao se desvanece, pero queda fija en una canción que la evoca.

Lo lúdico finaliza el libro. Un brevísimo cuento en el que en cierta medida emula El dinosaurio de Augusto Monterroso, una de las figuras más destacadas del microrrelato, nos trae la idea de la continuidad, del comienzo y las infinitas posibilidades de unas pocas oraciones:

“Ese último pelo que dejaste en la cama, ese que es enredadito, oloroso y de color castaño, aún sigue en la cama. No sé cuando se te cayó, o si lo mordí. Lo que sí puedo confesarte es que por ese pelo de tu alma, Carina, mi esposa, se fue de la casa.”

Anticolonialismo, caribeñidad, lecturas de un subalterno sobre la historia marcan a este pequeño, pero polisémico y heterogéneo libro que Daniel Nina ha publicado. Resulta necesario resaltar que hay personajes femeninos que no responden a los modelos tradicionales. Es cierto que pertenecen a las clases bajas, pero están muy alejadas de la pasiva Silvina de Zeno Gandía. Por otro lado los personajes extranjeros no se encuentran con un Puerto Rico dócil. Estas son las entrelíneas de los cuentos Luisa y Cándida. Estos breves cuentos, como señalara, guardan tangencias con la poesía y por eso mismo aportan de manera novedosa a la cuentística actual. Se insertan en ella con gozosa caribeñidad. Son de amor, pero en sentido figurativo, de amor a la vida y a su diversidad, a la solidaridad y a la palabra creadora.