Cali, del Cielo la sucursal

Historia


altHay una escena en la película Django (Dir. Quentin Tarantino, USA, 2013), de la cual jamás me olvidaré. Resulta que Mr. Candy (Leonardo DiCaprio), recibe a sus huéspedes en su hacienda, mientras realizaba una competencia de los Mandingos. El Mandingo (negro esclavo de condición física superior, nombrado a partir de su grupo étnico-africano original), intentaba matar a otro Mandingo. El más fuerte sobrevivía, el más débil moría.

Aunque no es fácil, pero utilizo esta escena muy dolorosa de un filme para compartir mi experiencia en la llamada capital de la salsa del mundo, la ciudad de Cali en Colombia. Cali, ubicada en la provincia del Valle del Cauca, cuenta con la población afro-descendiente, que se origina de la esclavitud (la abolición en Colombia fue en el 1851) más grandes de Colombia. De sobre 2.3 millones de habitantes en esta provincia, el 52% de la misma es afro-descendientes, lo cual representa 1,1 millones de personas. Para el sub-continente latinoamericano, esta ciudad es la segunda con mayor población negra, luego de Salvador de Bahía en Brasil. Es importante indicar, que luego de Brasil, los EE.UU, el tercer país con mayor población negra en el continente es Colombia (sobre 20% de su población es de descendencia africana).

¿Por qué comparto esta prolongada introducción para hablar de Cali, la llamada sucursal del cielo o la capital de la salsa? En parte, debido a que estoy en esta ciudad participando de un congreso sobre la paz, y me encuentro con el cuadro más duro de las relaciones raciales y clasistas de exclusión que jamás haya visto en país alguno. Colombia, uno de los países en el mundo que más me gusta, es as u ves, uno de los países más desiguales de este continente. Pero los que más sufren son precisamente las poblaciones afro e indígenas, para quienes la modernidad y sus relatos de igualdad y dignidad, nunca ha sido un territorio muy conocido.

Con estos asuntos en mente, salí a bailar con los colegas de la conferencia al mundialmente famoso (por lo pronto por los puertorriqueños que lo visitan de forma obligada cada vez que van a Cali), el boliche de rumba llamado el Tin Tin Deo. Allí me encontré, más allá de la música que escuchaba, con toda una galería en homenaje a los próceres mundiales de la salsa, cuyo origen nacional es Puerto Rico. De esta forma, tanto la música que bailaba como las imágenes que veía, tenían que ver con mi país de origen, Puerto Rico. Este valor cultural tras-nacional, es uno que pocas veces reconocemos. Puerto Rico es un imperio cultural, a pesar de ser un territorio colonial, para el cual, y muy a partir de los talentos musicales y artísticos que tenemos, se ha impuesto como un referente cultural muy importante para los países de habla hispana del Caribe, Centro América y el norte de Sur América.

La salsa impera como un referente a partir de la primer generación de salseros de 1970, a los cuales el mercado y el capital, logró distribuir muy efectivamente en toda estas regiones mencionadas. La primera generación de salseros, esos que surgen a partir del dúo de Ismael Rivera y Rafael Cortijo, seguidos por El Gran Combo, Roberto Rohena, Andy Montañez, son fundacionales en esta parte del mundo. Luego vinieron los cantantes de la generación de la Fania 1970, son venerados, tanto los vivos como los muertos. Las generaciones más recientes, como Gilbertito Santa Rosa, Víctor Manuelle, Eddie Santiago, y Choco Orta, entre otros, siguen calando en esta región.

Reconociendo el valor de salsa, no es menos significativo que para los mismos sectores populares para los cuales Puerto Rico es un referente, también y de forma contemporánea para las poblaciones más jóvenes, nuestro país sigue siendo el referente a partir de la música de reggaetón. Esta música, esencialmente de negros, mulatos y sectores populares, se rige por lo que culturalmente se determine a partir de Puerto Rico. Para muchos cantantes de reggaetón su principal mercado de trabajo no es los EE.UU, sino el Caribe hispano parlante, América Central y América del Sur.

Aunque no lo apreciemos, el referente continuo en la cultura popular musical se origina en Puerto Rico. Con este dato, es significativo que el grupo musical Calle 13, simplemente haya calado en la cultura popular del continente, pero en una clase social particular: las clases medias. La importancia de los hermanos René Pérez y Eduardo Cabra, estriba en que por su formación social y formación educativa, han tenido la capacidad de penetrar otro sector social a lo cual los boricuas normalmente no apelaban en el continente.

Cuento todo esto para hablar de lo que me pasó en el Tin Tin Deo. Allí bailando con la música de Puerto Rico, ante los videos musicales de puertorriqueños, vivos o muertos hoy, y luego ante una galería de fotos de boricuas cantantes, mis coleas de la conferencia me hablaban de la importancia de ser negros en Colombia. En particular jóvenes estudiantes, de origen afro-colombiano, me contaba de la experiencia dulce y linda de ser descendientes de africanos, pero el más sabor de crecer en una sociedad tan clasista y excluyente como Colombia. Peor aún, en toda esta región del pacífico, donde se encuentra la provincia del Valle del Cauca, ser negro es vivir en territorios costeros tierra de nadie. Controlados en parte por la guerrilla de la FARC, y en parte por el narcotráfico, las poblaciones afro se encuentran sumidas a procesos de violencia y destrucción inter-personal que los siguen victimizando.

No me olvidaré lo que Merlín, una joven afro-descendiente que me comentaba sobre ser negra en Colombia allí en el Tin Tin Deo. Ella se refería a su cadencia, ritmo y sabor, como una cuestión de ser negra. Cuando lo pensé, reflexioné en su verdad y sobre todo si entre las poblaciones afro-descendientes que surgen a partir del Caribe hasta la costa pacifico de Colombia, no existirá un lenguaje común en torno a la cultura, la identidad y el ser.

Es decir, Merlín, Marlon, Estefanía, todos jóvenes estudiantes universitarios, venidos de la costa pacífica de Colombia, afro-descendientes, con orgullo bailaban tan lindo como lo haría cualquier multa o mulato de Puerto Rico. Por eso pensé que a los boricuas les gusta tanto Cali, a la cual definen como la capital o la meca de salsa. Creo que la afinidad se encuentra a partir del mismo lenguaje cultural que las poblaciones afro-descendientes de todo este continente han dejado como legado cultural e histórico. ¡Aché para los ancestros!