Purificador mar que unes a las diferentes corrientes.
Corrientes incesantes que se reencuentran, desde el alba hasta el anochecer.
Incesante flujo continúo.
Miradas que se posan en el converger del agua dulce, besando a la salada en su punto de encuentro.
Los peces dulces retroceden, se mantienen en su hábitat.
Los peces salados se engrandecen en su vasto espacio.
El atardecer se ha despedido.
La noche se ha transformado en escenario de vida.
Las brisas saladas dominan el ambiente.
Mi corazón con tanta belleza, intenta capturar algún fugaz meteoro, para así almacenarlo repetidamente.
La corriente de mi río, ha unido fuerzas con una corriente más grande, se ha dispersado por toda la orilla.
Todo se encuentra contenido; la sensibilidad del árbol que rie, los celos del pájaro que no tiene nido, el escondite de la tortuga que desova, el comensal de iguanas y algas. Tu sonrisa que me ampara. La arena entre los dedos. El pegajoso salitre en el hombro. El vivir en el presente.
Mi ser se ha instalado unas alas transparentes en la espalda.
Emprendo vuelo, dirigiéndome, sobrevolando la superficie del mar.
Adentrándome en la oscuridad de la noche, me integro a la oscuridad de lo desconocido.
Confío.
La certeza de que el amanecer esperanzador regresará, agiganta mi alma.
Sin temor a la novena ola. La recibo impávidamente.
La duda dispersa se alejó.
Confío.
Me adentro descalza y entera en la mar. El mar. La mar. Amar la mar. El mar, redondo, plano, bravío, “planchao”, ondulante, invitante, llano, profundo, negro, transparente, azul, pianístico, retumbante, sanador, arenezco, imponente, creador, impredecible, seductor, fuerza mayor…. su eco es inevitablemente aceptado.
Limito mi ser a confiar.
Así continúa el ciclo, vaporización, llovizna, agua, tierra, río, mar.
El mar siempre recibirá al río.
Sabes qué…….
Confío...