Jeannette Cabrera Molinelli: de un tapiz para las palabras y un destino

Creativo

altEl día 16 de abril de 2011,

un grupo de nuevas escritoras se reunieron en Hacienda Luis en Castañer

y entonces…

Un libro llega desde la memoria antes de redactar esta entrevista. Bajo el teorema de Jorge Luis Borges, en su célebre Funes, el memorioso la gran memoria llega de golpe, fusionada en escenarios múltiples, en resplandores inesperados, desconocidos, vivos para continuar otra dimensión desde la vida misma.

Nada queda inmune en el acto de recordar, y sobre todo el destino, es parte de la madeja seducida a desmenuzarse. El libro Las tejedoras de destinos de Gennifer Albin-sin la “J” que acosa la curvatura de ese nombre-cuenta la historia de Adelice, una chica de dieciséis años con una habilidad especial: teje sin la necesidad de un telar. En su mundo, algunas chicas nacen con la habilidad de tejer, en ese territorio imaginario que se llama Arras, y que Adelice circunda, ya dueña de sus propios sueños. En el tránsito de la novela, se desatan diversas atmósferas de acción, donde el tejer y el tapiz, se transfiguran en magnos símbolos de amor, libertad y definición. Recuerdo, a una Adelice de carácter fijo, definido, decidido, tan decidido que muy temprano en sus mocedades, sabía a donde quería ir. Fue, en buen decir, la metáfora de un telar en matiz al manifiesto del ser, tema inherente en de todo autor, en cualquier género, en cualquier lugar.

Entonces pensé en Jeanette Cabrera Molinelli.

Marcel Proust el inolvidable autor de “Les plaisirs et les jours” es el punto de partida en las letras de Jeanette Cabrera Molinelli. Luego llegaron Franz Kafka, Marta Aponte, José Luis González, Juan Bosch; un cielo personal se fue haciendo justamente desde su imaginación y ya a los trece años le publicaron un poema en el colegio donde estudiaba. Su mamá la regañó, cautiva, aduciendo que, la niña Jeanette no debía publicar nada sin antes investigar sustancia y esencia. “Las letras se quedan para siempre y para publicarlas, tienen que estar perfectas” sentenció su madre, y esa premisa ha acompañado a Jeanette siempre.

Esa premisa en orden cabal, la llevó a un largo silencio, nos cuenta “dejé de escribir hasta adulta, pero luego por una razón u otra siempre se posponía. Ya habiéndome convertido en una profesional, comencé a escribir lo que yo llamaba Reflexiones a mis X años, y escribía cómo me sentía ese mismo día que cumplía años, y se lo enviaba a mis seres queridos y amigos, a mi familia, y de pronto vi que me recordaban que estaban esperando mis Reflexiones. Ese ejercicio de escribir mis reflexiones lo hacía en navidades y días importantes.” Regresa a la escritura en el 2009, ingresando a talleres, retomando estudio, de manera intensa, en un estilo al cual ella llama “embriaguez de letras”. En sus palabras se ocupa el inicio de un gran viaje, una realización, un destino, “Desde entonces, estoy embriagada con las letras. Veo oportunidades en todo, para todo el mundo y en todo momento. Me pregunto por qué no somos más agresivos participando en ferias de libros alrededor del mundo latinoamericano.”

La narrativa en ella es ocupación natural, expuesta, más allá de todo elemento redivivo, “Creo que se me hace más fácil la narrativa, me encanta escribir cuentos o relatos sobre cosas simples que nos suceden a diario, me encanta escribir sobre secretos, intrigas, celos, amores escondidos, traiciones, gente o cosas que observo a mi alrededor y he desarrollado cuentos pensando en todos los pecados capitales y las virtudes. Cualquier cosa que refleja las fortalezas o debilidades y la complejidad del ser humano, me interesa. Pero, siempre intento ser poeta. Me gustan los dos géneros y me muevo en grupos literarios de ambos, porque creo que escuchando a los demás aprendo muchísimo. Los chicos, los jóvenes, son mis grandes maestros y admiro su mente creativa. La poesía requiere más cuidado, el escogido de la palabra adecuada, el resumir hasta el extracto. De todos modos, mi poesía es muy sencilla y cotidiana, cualquier persona puede entenderlo, y es un tanto pensativa o reflexiva, con algún humor. Alguien me dijo que mis poesías no tenían metáforas y yo contesté que es cuestión de estilo, y la invité a volver a estudiar a Carpentier. Me parece ridículo hacer algo que uno tenga que volver a leerlo para entenderlo, si logra entenderlo, poner palabras sofisticadas solo porque así se hace poesía o se hacen cuentos. Hoy en día la poesía es muy diversa y abierta y basta escuchar en las noches de poesía donde participo, cuan diferentes somos cada uno de los poetas”.

Ese mismo axioma, la ha llevado a fundar junto a otras destacadas escritoras el Colectivo Literario “Las Tejedoras” y con ellas, una publicación “Marañas” canasta luminosa de cuentos cuya contraportada lleva las rúbricas de Mayra Santos Febres, y Emilio de Carril, “En el 2011, estudiando en la Universidad del Sagrado Corazón, conocí a otras estudiantes que éramos muy compatibles en las cosas que escribíamos, nos reuníamos para leer cuentos antes de llegar al salón de clase, y recibir comentarios sobre los mismos. Nos hicimos grandes amigas ya que teníamos una sola cosa en común: el amor por la literatura y los cuentos. En abril del 2011 decidimos organizarnos como grupo, incorporarnos y comenzar un programa de desarrollo, con el fin de que algún día pudiéramos publicar una antología, ayudarnos mutuamente en la posible publicación de nuestros libros, y promover el estudio de la literatura puertorriqueña. En el 2012 publicamos el libro “Maraña”, Antología de cuentos de Tejedoras de Palabras. En el libro, somos nueve escritoras, cada una tiene un pequeño capitulo donde presenta sus cuentos cortos, aptos para cualquier persona (lo que yo jocosamente llamo como “cuentos PG”), no tienen temas o descripciones sexuales explicitas, y la gente los busca porque son agradables, cortos, fácil de leer mientras esperan en la oficina, en el tren, o hasta en la fila de un banco, y son cómodos para guardarlos en una cartera o maletín. Nosotras tenemos una página en Facebook donde los lectores pueden ponernos comentarios, y hasta nos dan ideas o nos cuentan cosas para que hagamos otros cuentos. La respuesta de la gente a nuestro libro me da muchísima satisfacción”.

Y en cuanto a Tejedoras de Palabras, añade “Tejedoras de Palabras, como un colectivo, ha logrado varias cosas importantes. Primero que nada, ha logrado integrar un grupo de escritores diferentes, de diferentes nacionalidades (dos no son puertorriqueñas aunque han vivido muchos años aquí), de diferente educación, trasfondo social, raza, cultura, y de diferentes estilos de escritura. Hemos crecido consistentemente: en el 2011 éramos 3; ¡ya somos 12!! Hemos podido integrar a otros grupos literarios en nuestras actividades o nosotras nos hemos integrado a ellos, sin egos inflados, recelos ni diferencias pero con el solo propósito de estimular la buena literatura puertorriqueña, celebrar la escritura, apoyarla y aplaudirla. Todos los grupos de cuentistas son nuestros amigos y nosotras las de ellos. Lo importante es escribir y compartir en camaradería entre escritores. Eso, pienso yo, es lo más importante para nosotras. En nuestros objetivos iniciales estaba lograr tener una cuenta bancaria con suficiente dinero como para poder ayudarnos a publicar nuestro segundo libro y lo hemos logrado. Espero que podamos sacarlo si no para el 2014, de seguro para principios del 2015.

Este grupo, además, ha desarrollado y manejado 11 noches de cuentos en Casa Concha, donde en un ambiente literario íntimo, compartimos cuentos. Y recientemente, sentimos la necesidad de salir a la calle y llevarle cuentos a la gente común y corriente, por lo que hemos desarrollado la Ruta del Cuento.”

El escritor, como comunicador social, el poeta como parte de esa muchedumbre, ese “gran invisible” del cual muchas veces he escrito, llevando su voz fuera de los recintos académicos, o ¿acaso no dijo Miguel Hernández, que el poeta es viento del pueblo?

Jeanette Cabrera Molinelly nos comenta desde esa coordenada, “esto último es lo que nos tiene ahora comprometidas ya que estamos en una gira literaria alrededor de la isla llevándole cuentos a los municipios, para leer cuentos en las plazas públicas, frente a un público quizás no tan educado y quizás sí, pero lo importante es llevarle cuentos a la gente que transita, que visita las plazas, gente común y sencilla, y esperamos interesarlos en la literatura. Nuestra meta es que en cada pueblo que visitemos, al menos un joven se interese por la literatura, y ponga sus ojos en las letras, que es algo bueno. Ya estuvimos en Trujillo Alto y allí había un grupo de niños que no esperábamos. Gracias a Dios estaban con nosotros dos cuentistas de niños, Tina Casanova y Tere Marichal, que comenzaron con cuentos infantiles y fue muy entretenido y ahora siempre andamos con algunos cuentos infantiles por si se repite la situación. Estuvimos en Caguas el día que llovieron perros y gatos y a pesar de eso, hasta allí llegaron 30 cuentistas a leer sus cuentos, gente de diferentes grupos literarios, nuestros amigos, y quienes pudieron vender sus libros allí. Fue un compartir muy interesante, gente de Caguas que se presentó con aquel cuento que tenía escondido, o el que había publicado hace algún tiempo, y pudimos intercambiar impresiones en camaradería. En los dos pueblos que hemos estado nos han vuelto a invitar para que regresemos. Siempre contesto que queremos terminar con la Ruta del Cuento por toda la isla, y después hablamos. El 24 de enero estaremos en Humacao y esperamos que en febrero estemos en San Lorenzo.

Pienso que podríamos hacer una Ruta de la Poesía, y ya estoy hablando con un grupo literario de poesía que está interesado y dispuesto. Coordinar para llevar un grupo de personas hasta Mayagüez o Aguadilla no es tan fácil, y envuelve mucha logística, cómo llegan hasta allí, dónde se quedan, dónde comen, y como no recibimos fondos algunos estos esfuerzos representan gastos para cada escritor. El que va hasta las plazas es porque le gusta y disfruta dar el regalo de sus escritos a otros, y tiene que poseer un sentido social muy fuerte que lo hace estar dispuesto a invertir de su tiempo y de su bolsillo para llevarle cuentos o poesía a la gente humilde de los pueblos”.

Jeanette Cabrera Molinelly nos ha tejido un tapiz; hay un orden de luz y camino donde lo inolvidable y la esperanza cruzan juntos. Junto al excelente Colectivo Literario “Tejedoras de Palabras” se nos va mostrando un gran destino hacia las letras, y ella se nos hace auténtica, emprendedora, y mensajera.

Y es que como Adelice y como toda tejedora, luego de esa callada faena de encontrar la ruta en el tapiz irrenunciable que nos da la creación, se contempla lo creado, y se vuelve a soñar.