Levanto la copa muchas veces
no digo que cada día
pero no solo a fin de año,
aunque hay que hacerlo
cada año que termina
y es en ese momento
donde el brindis es el
ritual que convoca
al otro,
aquel que tiene
nombre propio,
un presente lleno de pasión
o ausente con melancolía,
recordando
los buenos momentos,
los tristes
el tiempo
los deja atrás
cuando transcurre como cura
o terapeutica del alma.
También el brindis ,
se hace no con o para
un otro.
las dos preposiciones
permiten un juego:
que se pueda brindar
sin ningún otro, llamado
con nombre propio
sino,
que la vida los nombra y
hace que se acompañe
con la música o con la poesía
se brinda por ellas
y se hace
para que la vida
pueda continuar ,
con ellas como única
seguridad
a la que podemos recurrir
en esa espera
que es la vida
sentida cada día.
El brindis
es una celebración,
que puede tener
múltiples motivos
y acompañantes
no siempre con humanos cercanos
o distantes.
basta con que se alce la copa
con la palabra que la acompaña.
Yo quiero que mi palabra
para brindar hoy,
esté dedicada a la amistad
a los que hablan y escriben
sin límites
de espacio o fronteras
del conocimiento
y mucho menos
midiendo el tiempo,
si fue hace mucho
o fue ayer
o todos los días,
se trata de trazar en un plano
como un dibujo de superficie
una línea de fuga
que es también
la del riesgo
de ir más allá
de las convenciones,
no hay que esperar
felicitaciones
ni consensus,
si la vemos como un dibujo
ya no es posible
invisibizarlas
se trata de seguir insistiendo
sobre la línea
o como hizo
Lucio Fontana
razgar la tela”.