Más allá de prender luces en árboles y callejuelas
y enganchar guirnaldas que brillan,
chispeantes dondequiera,
Avivamos al jibarito Dios que duerme
en la cuna de paja de nuestro corazón
y que despierta en la Noche Buena de nuestros sueños
para tararear, abrazar y enternecer.
Más allá del árbol iluminado, echamos raíces
en los cielos dulces del Ser, colgando las gracias
por vivir en plenitud y encantamiento, como las esferas multicolores que alumbran la concordia y el entendimiento, en las ramas cantarinas de los sentimientos entrañables y el fervor del candor.
Más allá del árbol alumbrado, estrechamos lucecitas
en el tallo luciérnaga de la amistad,
Talando la furia y la envidia que prende
en los sinsabores del año
como leñeros gloriosos que reforestan para la vida
el cariño, la alegría, la sinceridad y el perdón.
Más allá del árbol y del pueblo encendido
sembramos un simple ramillete de plegaria y candidez de alma e ilusión.
Y nos abanicamos con la brisa de la bondad navideña
trovada en guitarra, sinfonía, cuatro, maraca y guiro.
A flor de generosidad coplera y melodía de trulla,
A verso de aguinaldo, Pesebre, villancico y amor.