EN SALUDO AL 55 ANIVERSARIO DE LA REVOLUCIÓN CUBANA

Historia


Contra todo pronóstico proveniente de las altas esferas del gobierno de Estados Unidos y de los múltiples oráculos de la contrarrevolución abroquelada a noventa millas de distancia en la península del estado de Florida, la Revolución Cubana cumple 55 años de vigencia. Si asumimos una perspectiva histórica de su proceso nacional, social, político y sociológico, la Revolución Cubana no es sino la continuación de un largo forcejeo del pueblo cubano en el rescate de su propia personalidad jurídica, su independencia y voluntad soberana, cuyos orígenes pueden trazarse al inicio de sus luchas emancipadoras durante el siglo XIX.

El triunfo alcanzado aquel 1ro. de enero de 1959 en contra la dictadura de Fulgencio Batista, fue el resultado de la obra emancipadora llevada a cabo por el pueblo cubano dentro del marco de un programa revolucionario y antiimperialista, sostenido en una propuesta transformadora de profunda justicia social. El acimut ideológico de esta Revolución, como dijera Fidel en su alocución durante el juicio efectuado contra los sobrevivientes del Asalto al Cuartel Moncada en 1953, fue inspirado en las enseñanzas del Apóstol de la Independencia de Cuba, José Martí. En un país como Cuba, las propuestas de cambios a la estructura productiva y económica de un modelo de desarrollo neocolonial, sólo podían ser llevadas a cabo a partir de una propuesta que orientara el proceso político del país hacia el socialismo. Por eso la Revolución Cubana, al cumplir sus 55 años de triunfo, conmemora también los primeros años en la construcción de un nuevo modelo de desarrollo económico que desembocará poco más adelante en la primera Revolución Socialista triunfante en nuestro Hemisferio.

Los procesos revolucionarios suelen ser difíciles de calibrar en sus años iniciales. Primero porque es mucho lo que es necesario invertir en la reconstrucción de sus estructuras materiales, en muchas ocasiones demasiado afectadas por las condiciones bajo las cuales debieron desarrollarse los procesos mismos. Segundo, porque esos esfuerzos de reconstrucción en no pocas ocasiones, se tienen que desarrollar al calor de fuertes condiciones impuestas tanto desde el exterior como desde el interior de tales países por parte de aquellos sectores que se resisten a la pérdida de sus privilegios económicos como clase social, políticos o militares. Tercero, porque los cambios que se efectúan en el plano ideológico suelen ser más difíciles de superar con relación a las condiciones previas prevalecientes que las transformaciones económicas. Finalmente, sobre todo en momentos en que la correlación de fuerzas a nivel internacional se torna cada vez más desventajosa para los países económicamente más débiles, porque tales procesos revolucionarios deben desarrollarse contra de fuerzas supra nacionales cada vez más unidas en la defensa de sus intereses globales.

Es por esto que las experiencias positivas y negativas que la Revolución Cubana ha atesorado tanto previo a su triunfo como en su desarrollo posterior al 1ro de enero de 1959, constituyen un período que nos permite desarrollar un balance histórico más razonable y posiblemente más balanceado de la misma. Es precisamente esa perspectiva histórica de la Revolución como proceso, la que nos permite un referente político necesario para entender el camino avanzado, sus retos actuales y sus dificultades futuras.

En su mensaje ante una concurrencia de varios miles de ciudadanos reunidos en el Parque Carlos Manuel de Céspedes de la ciudad de Santiago de Cuba, el General del Ejército Raúl Castro Ruz, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de los Consejos de Estado y Ministros, destacó que ha sido “la capacidad de resistencia y lucha de varias generaciones del noble y heroico pueblo cubano, verdadero protagonistas de… su Revolución”, lo que hizo posible el triunfo allí conmemorado. Decía en su discurso que ese primer día de enero de 1959 Fidel, al dirigirse a la concurrencia rebosante de alegría por la caída de la Dictadura, desde el balcón del ayuntamiento a sus espaldas, advertía que era a partir de ese momento que empezaba, en condiciones aún más difíciles, la Revolución. Describía Fidel que la obra a iniciar la Revolución es una “empresa dura y llena de riesgos.”

Quien haya seguido las difíciles condiciones bajo las cuales el proceso revolucionario cubano ha tenido que desarrollarse no puede sino confirmar la corrección de las expresiones hechas ese día por Fidel.

El precio pagado por el pueblo cubano en la defensa de su independencia nacional y su soberanía ha sido muy alto. Al cabo de más de medio siglo de incansables esfuerzos en la construcción de su modelo socialista, la Revolución Cubana ha enfrentado difíciles amenazas internas y externas. Aún en momentos sumamente terribles como fue el “período especial”, sobrevenido tras el colapso de la Unión Soviética y de los países europeos que formaban parte del Consejo Asistencia Mutua Económica (CAME), cuando muchos creían perdido para siempre la posibilidad del socialismo, Cuba insistió en esta opción política y económica haciendo los ajustes necesarios que permitieran que las conquistas principales de la Revolución permanecieran.

Por eso hoy, desde la distancia de prácticamente dos décadas, la referencia a una Revolución Cubana, continúa siendo un proceso vivo y no una letra muerta. Por eso también, aún dentro de las cicatrices que como recuerdo de ese pasado económico continúan percibiéndose en la subjetividad de las actuales generaciones de cubanos, el sentimiento de este pueblo por su Revolución y sus conquistas sigue siendo, en la inmensa mayoría de sus ciudadanos, un valor apreciado, estimado e irrenunciable. Lo anterior, sin embargo, no supone que el proceso político cubano al presente, tanto como fue antes, deje de estar expuesto a situaciones que dificulten su potencial de desarrollo.

Me parece que en las palabras del presidente cubano al recurrir a la expresiones hecha por Fidel el Primero de Mayo de 2000 al dirigirse al pueblo en ocasión de tan importante efeméride, recogen de alguna manera las piezas de un rompecabezas sobre el cual se inscribe la agenda de futuro inmediato propuesta por el dirigente cubano ante el público congregado el Parque Céspedes de Santiago de Cuba. Citando al Comandante en Jefe de la Revolución Cubana, el presidente cubano indicó:

“Revolución es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional;”

“es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio;”

“es convicción profunda de que no existe otra fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas”.

Estas palabras, expresadas esta vez por el presidente cubano, representan una advertencia oportuna para aquellas fuerzas políticas y económicas que insisten, en sus “intentos de introducir sutilmente plataformas de pensamiento neoliberal y de restauración del capitalismo neocolonial enfiladas contra las esencias mismas de la Revolución Socialista a partir de una manipulación premeditada de la historia y de la situación actual de crisis general del sistema capitalista, en menoscabo de los valores, la identidad y la cultura nacionales, favoreciendo el individualismo, el egoísmo y el interés mercantilista por encima de la moral”.

Igual sentido de pertinencia podríamos encontrar en el conjunto de expresiones culturales que desde la tarima fueron hechas durante la actividad de conmemoración, particularmente el contenido del discurso hecho por la joven pionera a nombre de la juventud cubana; como también la evocación contenida en la expresión musical entonada por el conjunto musical santiaguero de la canción de Carlos Puebla, titulada Y en eso llegó Fidel. De lo anterior puede anticiparse el desarrollo en los próximos años de un recio y continuo debate ideológico en todo el país como muro de contención a los intentos de estas fuerzas por revertir las conquistas socialistas en Cuba.

Se trata pues, de un importante señalamiento que no podemos menospreciar ni pasar por alto. Esto es así, sobre todo en momentos en que muchos apuestan a que los cambios introducidos en el modelo de desarrollo económico cubano que han sido implantados a partir de los nuevos lineamientos económicos aprobados por el Sexto Congreso del Partido Comunista de Cuba, abran el espacio al desarrollo de ciertas modalidades de relaciones de producción capitalistas dentro del modelo de desarrollo del socialismo en el país que eventualmente revierta el mismo.

El mensaje del presidente cubano fue claro. El Partido Comunista, su dirección y el pueblo organizado no permitirán que tales fuerzas, como hace el moho en el metal, corroan lentamente la Revolución Cubana y destruyan el socialismo en Cuba.

En su mensaje el presidente cubano Raúl Castro también advierte de los peligros que podría representar para aquellos que vienen asumiendo nuevas responsabilidades políticas en la dirección del Estado, olvidar no solo lo que han costado las conquistas logradas; sino peor aún, desmantelar, “desde adentro”, lo que con tanto esfuerzo y sacrificio se ha alcanzado. En ese sentido, Raúl no solo fue ampliamente descriptivo en cuanto a los peligros a los que puede exponerse la Revolución, sino además, expresó su firme convicción de que en ese “campo de batalla, haciendo realidad los objetivos que en la esfera ideológica aprobó la Primera Conferencia Nacional del Partido hace dos años,” el pueblo cubano una vez más saldrá adelante.

El proceso por el cual atraviesa hoy la Revolución Cubana no estará exento de dificultades, como exento de dificultades nunca ha estado el desarrollo y fortalecimiento de los procesos revolucionarios en cualquier otro lugar o tiempo. En la propuesta formulada por el dirigente cubano, sin embargo, además de señalar los peligros que enfrenta la Revolución en esta nueva etapa de su desarrollo, también identifica claramente cuál ha de ser su instrumento de apoyo para continuar adelante.

En su discurso Raúl toma como ejemplo el método utilizado recientemente en la promulgación del nuevo Código del Trabajo, donde el parlamento cubano introdujo en la normativa laboral aquellas modificaciones necesarias para atemperar las actuales relaciones de producción sobre la cuales se sostiene el modelo de desarrollo del socialismo cubano a los cambios surgidos como consecuencia de la implantación de los nuevos lineamientos económicos. Entonces se desarrolló un amplio proceso de consulta, recomendaciones y modificaciones de lo que fue la propuesta inicial de Código con la más amplia participación del pueblo cubano, los sindicatos y las organizaciones populares. Así también, será a través del debate abierto entre cubanos y cubanas como se irán introduciendo aquellos cambios necesarios al modelo socialista; perfeccionando aquellos aspectos que deben ser modificados y superados; y enfrentando aquellas desviaciones que debilitan aquello que el presidente cubano identifica como “nuestra democracia socialista”.

Raúl Castro, citando una vez más las expresiones de Fidel hechas 55 años atrás desde Santiago de Cuba, resume el compromiso de la Revolución de la cual hoy es él su principal conductor: “La Revolución llega al triunfo sin compromisos con nadie en absoluto, sino con el pueblo, que es al único que le debe sus victorias”. Así sea.