El mundo de drogas en El Barrio: un estudio que va más allá del punto

Historia

Era la década de los 1980, y el uso del crack estaba comenzando a regarse por  la ciudad de Nueva York. Un joven antropólogo, Philippe Bourgois, se acababa de mudar con su joven familia a East Harlem donde ubica el Barrio latino con el propósito de estudiar la economía subterránea en la ciudad, incluyendo el narcotráfico. Pero sus vivencias en el Barrio lo llevaron a investigar la segregación étnica (particularmente la de los puertorriqueños) y la marginalización de la pobreza en una de las principales ciudades del mundo.

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In Search of Respect – selling crack in El Barrio es un libro singular por el mero hecho de que lo escribe un hombre blanco de una educación élite quién logra penetrar el mundo de la calle y de los narcóticos en un barrio latino, ganándose la confianza de los principales sujetos de su estudio y hasta reteniendo su amistad años después de su publicación. Bourgois es actualmente el director del departamento de antropología de la Universidad de California en San Francisco.

Pero Bourgois advierte desde un principio que “este libro no se trata del crack o drogas, per se. El abuso de sustancias en las áreas urbanas es meramente un síntoma—y un símbolo muy candente –de una dinámica mucho más profunda de marginación social y enajenación” (traducción mía), nos dice el autor. El mundo de las drogas, explica Bourgois, es el síntoma más visible de la pobreza para el transeúnte que pasa casualmente por los vecindarios pobres. Bourgois logra acceso a casas o sótanos que sirven de centros de venta de drogas (puntos, como se les conocen en Puerto Rico). Pero lo que hay en estos sótanos es el microcosmos de los residentes de un vecindario marginado, que tiene una tasa de desempleo desmedida y unos residentes de color o tinte inaceptable para la sociedad mayor.

Los “personajes” de este estudio permitieron que Bourgois los grabase mientras conversaban con él. El estudio está repleto de extractos de estas grabaciones. El antropólogo no recurre a la edición de estas, permitiendo que el lector viva las conversaciones entre él y los habitantes de ese mundo estigmatizado por la sociedad en general. Los intercambios de diálogo son tan poderosos que uno puede ver los gestos callejeros de los participantes de las grabaciones. Se puede respirar su coraje y entender sus tribulaciones en una ciudad en que muchos no pueden funcionar ni buscar empleos fuera de los puntos de drogas. Bourgois logra su propósito en entrar a este mundo e ir más allá del ambiente delincuente. El lector podrá ver cómo los participantes hablan de todas las facetas de su vida, desde su relación con sus parejas hasta sus experiencias negativas escolares.

Reconoce Bourgois que las conversaciones por sus asperezas pueden ser hasta caricaturescas, pero su intención  es penetrar a una comunidad pobre a través de su realidad más patológica. El coraje arde de los diálogos incluidos en la obra. Es de esperarse que el autor haga una crítica mordaz a las políticas para combatir el crimen y combatir la pobreza, políticas que no la erradican sino que las aíslan en vecindarios como East Harlem. También critica en parte las expectativas en programas federales para niños preescolares conocido como Head Start, alertando que es muy ambicioso pensar que niños que viven en estrechez económica y en ambientes muchas veces violentos desarrollen la misma actitud a la vida de unos niños de vecindarios de clase media. Sobre todo, hace una análisis efectivo sobre cómo los valores de una sociedad latina machista evolucionan en un ambiente urbano extranjero.